En el mes de las infancias, la agenda retoma uno de los remedios naturales que más ruido ha hecho en el último tiempo: las Flores de Bach. Este preparado se trata de una solución artesanal compuesta de brandy, agua y distintas variedades de especies vegetales que provienen de Gales e Inglaterra.
Según su descubridor, el doctor Edward Bach, el rocío en los pétalos de estas plantas poseía grandes propiedades curativas. Nota al Pie dialogó con la licenciada en psicología social y especialista en Flores de Bach, Rocio Salinas, quien explicó los beneficios de su uso, las consideraciones previas a tener en cuenta y qué tipos de tratamientos existen.
¿Cuáles son los beneficios que le aportan las Flores de bach en les niñes?
Uno de los beneficios que tienen las Flores de Bach en los niños es la rápida eficacia. Les niñes tienen una capacidad y una sabiduría para poder comunicarte qué es lo que les está pasando, qué situaciones les dan miedo, si sienten enojo; ya sea de una manera hablada, expresada o con el cuerpo, con sus gestos. Eso permite al terapeuta o a la terapeuta floral poder armar una fórmula lo más exacta posible.
Incluso, no hay tantas barreras como en los adultos. Los adultos tenemos un proceso mucho más mental, por así decirlo, entonces, muchas veces, identificamos que tenemos angustia y resulta que lo que sentimos es enojo y por ahí eso nos lleva un proceso, un tiempo para poder identificar si en realidad sentimos tal cosa y no lo otro.
En los niños esto sucede de otra manera, podemos hacer una lectura de lo que le está pasando, podemos preguntarle generando que el niño sea más claro y eso permite que el beneficio de la flor, de las flores sean mucho más rápidas. Se pueden trabajar temas como el insomnio, el miedo, la ansiedad, darles la información de que está bien, que tienen que estar tranquilos, darles el valor, el coraje. Las flores trabajan a un nivel positivo.
Lo que tomamos son flores, las flores son líquidas, tomamos la virtud, entonces si el niño está con miedo, colocamos una florcita para darle coraje, para darle valor, para darle confianza.
¿Desde cuándo se utilizan en les más pequeñes? ¿cuáles son los cuidados que se deben tener?
El desafío es poder hacer una lectura de qué está pasando, en qué momentos el niño o la niña expresa miedo, en qué momento está enojado, qué lo pone o la pone en un estado de ansiedad o de estrés. Por eso también es una responsabilidad de los adultos acompañar ese proceso.
La manera que yo trabajo es una terapia integral en la cual armamos un goterito para ese niño o esa niña. También invitó a la familia, mamá, papá, abuela, tía, quien sea que viva con esa niña, a que también haga un proceso con flores porque si no caemos en que el niño hace un proceso de evolución, pero los adultos por ahí esperamos mucho más y por ahí el niño es lo que puede o la niña es lo que puede. Me parece que está bueno identificar que si bien podemos elaborar una fórmula para la ansiedad, las flores no reprimen las emociones, lo que hacen es equilibrar, por eso es un sistema que equilibra las emociones
Por ejemplo, hay un niño que tiene miedo a dormir con la luz apagada, bueno, podemos suministrar unas flores, pero a la misma vez podemos trabajar de una manera integral: ¿qué hacer para que ese niño tenga más confianza?
¿A partir de qué momento se indican? ¿qué tipos de tratamientos existen?
Me parece importante aclarar que las flores no tienen ninguna contraindicación. Se llaman “Flores de Bach” por Bach, un médico bacteriólogo que se dedicó a la medicina tradicional y que con el tiempo se dio cuenta de que la naturaleza podía ayudar a los seres humanos a equilibrar nuestras emociones y enfermedades.
Las flores trabajan a nivel emocional, no elimina ni suprime la emoción sino que lo que la equilibra. Actualmente, contamos con 38 flores dentro del sistema Bach pero existen muchos otros sistemas, ya que el médico dejó el legado de que los terapeutas florales sigamos investigando.
Si bien las flores tienen grandes beneficios en los niños y eso se puede ver, también como adultos es muy importante tener una mirada muy respetuosa, en el sentido de poder observar y ver qué está pasando detrás de esa emoción, tanto para el niño como para nosotros como adultos.
Si estoy sintiendo enojo, bueno: ¿qué está pasando? ¿qué me pasó? ¿qué me sucedió? Aprender a validar las emociones es lo importante.