San Petersburgo fue la anfitriona de la segunda edición de la Cumbre Rusia-África y el Foro Económico y Humanitario Rusia-África que reúne a Jefes de Estado, Gobiernos, científiques y empresaries. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, destacó la realización del segundo encuentro con referentes de la región africana luego del celebrado en Sochi en 2019 y tras el retiro del Acuerdo de Granos en el Mar Negro.
Nota al Pie analiza el desarrollo de la cumbre en el marco de la profundización de la crisis internacional que expresa la emergencia de un orden mundial multipolar ante el retiro del unipolarismo occidental.
Cumbre Rusia – África en San Petersburgo
La segunda cumbre expresó, en diferentes planos, una continuidad del camino emprendido en 2019 en la localidad rusa de Sochi. En aquel entonces ambas partes firmaron una Declaración conjunta cuyo eje central fue la construcción de mecanismos de asociación para el diálogo.
Con una estrategia de reconocimiento de los organismos creados en Bretton Woods, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pero también la Organización Mundial del Comercio (OMC), Rusia y las delegaciones de África acordaron instancias de cooperación en materia de seguridad, económica, jurídica y científico tecnológica, entre otras. También comenzaron a expresarse otras instancias como el BRICS y la Unión Económica Euroasiática, por ejemplo.
Este 27 y 28 de julio, en San Petersburgo las líneas de acción fueron numerosas. Por un lado, la prevención de la crisis alimentaria a partir del suministro gratuito de cereales rusos a seis países de bajos ingresos, un mensaje potente tras su retiro del Acuerdo de Granos. Por otro, la cancelación de deuda de 23.000 millones de dólares a diferentes países africanos.
Asimismo, se abordó el refuerzo de la cooperación militar para la disuasión de amenazas a la integridad territorial como las organizaciones terroristas y los fanatismos religiosos; un claro respaldo a la PMC Wagner luego de las desavenencias en el último tramo. A su vez, el fortalecimiento del intercambio cultural en el ámbito universitario y científico, también dio que hablar.
En su artículo “Aunando esfuerzos en aras de la paz, el progreso y un futuro exitoso”, Putin planteó en la antesala de la cumbre al Nuevo Orden Mundial Multipolar como una realidad geopolítica en la escena internacional. En ese marco, el presidente ruso auguró que África se quitaría de encima “la pesada herencia del colonialismo y el neocolonialismo y rechazando sus prácticas contemporáneas”, y se pronunció en favor de “un digno lugar en las estructuras que deciden los destinos del planeta”.
En el propio cierre de la segunda cumbre, Putin anunció que el rol africano “está creciendo exponencialmente, el continente se está convirtiendo en un nuevo centro de poder con el que todos tendrán que contar”.
Estabilidad multipolar para el desarrollo económico
Si bien el contenido de la segunda cumbre no tuvo sustanciales diferencias con la primera edición, dejó en evidencia que el esquema multipolar se ha afianzado en los asuntos internacionales. Tanto los funcionarios rusos como diferentes delegados africanos mencionaron la necesidad de transformar la arquitectura financiera, económica y comercial del sistema actual en favor de nuevas propuestas.
En ese sentido, fue recurrente el señalamiento a “Occidente” como un imperio en quiebra sin capacidad de organizar y definir la situación internacional como sucedía en las últimas décadas. “No están fabricando nada en absoluto, están imprimiendo dinero”, expresó el presidente de Eritrea, Isaias Afwerki.
Hubo un claro reconocimiento a propuestas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta que fortalecieron el desarrollo de infraestructuras de transporte y agrarias en diferentes regiones del continente. En paralelo, se hizo énfasis en la necesidad de defender la integridad territorial de corrientes como el yihadismo.
En relación a ello, el esquema multipolar desarrolla instancias como la Iniciativa de Desarrollo Global, encuadrada en la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), a partir de la cual se coordinan esfuerzos para combatir el terrorismo y el divisionismo.
Además, distintos referentes africanos celebraron el suministro de 11,5 millones de toneladas de cereales a países de ese continente, y casi 10 millones de toneladas en los primeros seis meses de 2023. Una diferencia evidente en relación al 3% de las 32 millones de toneladas que recibieron naciones de bajos ingresos como Sudán, Somalía y Etiopía a partir del fracasado Acuerdo de Granos.
En líneas generales, rechazaron las sanciones unilaterales y las medidas punitivas de occidente que afectan el desarrollo de sus pueblos. Los funcionarios africanos acercan sus posiciones a un esquema multipolar que garantiza paz y estabilidad como condición para el desarrollo económico. “Si gana Rusia, ganamos todos”, ratificó el presidente de la Unión Africana, Azali Assoumani.
Una sangría en el Sahel
La Segunda Cumbre se desarrolló en paralelo al golpe de Estado en Níger donde la guardia presidencial depuso al presidente Mohamed Bazoum y reconoció al general Abdourahmane Tchiani como máximo responsable. Es una antigua colonia francesa, en la que operan fuertes intereses ya que posee importantes reservas de uranio, un insumo estratégico para el desarrollo nuclear.
A diferencia de la condena que ensayaron la ONU, los Estados Unidos y Francia, ni Rusia ni China definieron una posición clara y solo instaron a resolver las diferencias sin apelar a la violencia.
La situación caótica en Níger, país ubicado en la región del Sahel, contiene similitudes con la guerra civil desplegada en Sudán desde abril. Las luchas intestinas en el continente africano, alentadas por fuerzas mercenarias que contribuyen al enfrentamiento, ponen de relieve la confrontación de intereses entre fuerzas aún subordinadas al esquema anglosajón de corte colonial y otras que coordinan esfuerzos para construir grados de autonomía.
La colonialidad se desploma
Rusia y la Unión Africana consideraron que la Segunda Cumbre fue “exitosa” y definieron la continuidad del mecanismo para fortalecer el diálogo y la cooperación. La conjugación de intereses en el plano militar, económico, comercial y financiero acentúan los grados de articulación que ya se habían montado antes.
Por un lado, funcionarios africanos y rusos coincidieron en el rechazo al sistema occidental que gobernó desde la segunda posguerra y con mayor claridad desde el Consenso de Washington. La retórica de liberación que las delegaciones africanas reforzaron vienen acompasadas de los contratiempos que sufre su vínculo con la Unión Europea (en crisis) y Francia en específico.
Por otro, se manifestó la configuración de otro tipo de relación: de centro-periferia, asimétrica, pero no colonial. Rusia condona deudas, envía alimentos y ofrece seguridad para fortalecer su influencia. Pero es un escenario más favorable para uno de los continentes más poblados del planeta, que ve en la crisis internacional una oportunidad histórica para quitarse de encima el dominio anglosajón.
Durante su gira por África en el primer semestre, el presidente francés, Emmanuel Macron, asumió la responsabilidad política de su país en el deterioro de dicha relación. En el reverso, tras una instancia diplomática que el conjunto de los protagonistas calificaron exitosa, África volverá a ser un escenario central en la coyuntura geopolítica con la nueva cumbre de los BRICS que se celebrará en Sudáfrica entre el 22 y el 24 de agosto.