México se encuentra ante una emocionante oportunidad de ser el primer país de la región en explorar la superficie de la Luna, gracias a la colaboración entre la empresa estadounidense Astrobotic y el Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX) del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El proyecto COLMENA cuenta con el respaldo de la Agencia Espacial Mexicana (AEM) y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT). Esta innovadora iniciativa ha reunido a alrededor de 200 estudiantes de diversas carreras bajo la dirección del Dr. Gustavo Medina Tanco para llevar a cabo una investigación sin precedentes utilizando cinco mini robots diseñados y construidos por estos talentosos jóvenes.
Les responsables planean el lanzamiento de la misión este año, aunque existe la posibilidad de afrontar retrasos debido a que el cohete Vulcan Centaur, encargado de transportar el módulo Peregrine, aún está en fase de pruebas.
Los robots mexicanos deberán enfrentar al regolito lunar
Estos mini robots, que pesan apenas 57,4 gramos y miden 12 centímetros de diámetro por 5,4 centímetros de alto, se desplazarán autónomamente por el suelo lunar y se agruparán para formar una estructura en forma de enjambre.
En la actualidad, se encuentran instalados en la nave Peregrine Lunar Lander de la empresa estadounidense Astrobotic, preparados para recorrer la distancia entre la Tierra y la Luna.
Estas cinco unidades son completamente idénticas entre sí. Cada una está equipada con recubrimientos metálicos, dos ruedas impulsadas por un motor, una computadora a bordo y una variedad de sensores que incluyen dirección, proximidad y temperatura.
La inspiración para esta tecnología proviene de la naturaleza, tomando como referencia el trabajo en equipo de hormigas y abejas. Al trabajar en conjunto, los mini robots exhiben “propiedades emergentes del sistema”, donde su funcionamiento adquiere características distintas gracias a la interacción entre sus elementos.
El reto será aún mayor, ya que los mini robots tendrán que enfrentar al regolito lunar, un polvo formado por el bombardeo de micrometeoritos a lo largo de 4.500 millones de años, además de partículas de alta energía, viento solar y fotones ultravioleta. A pesar de parecer inofensivo, este polvo resulta ser completamente abrasivo y radioactivo, poniendo a prueba los dispositivos electrónicos de los mini robots.
Para superar estos desafíos, los mismos han sido diseñados con diversas capacidades, incluyendo sistemas de medición y comunicación en diferentes frecuencias, lo que les permitirá realizar mediciones inéditas en la Luna. Entre sus objetivos más destacados se encuentra la construcción de un panel solar que generará energía durante la misión.
Este trabajo se llevará a cabo en varias fases cruciales. Inicialmente, el lanzamiento del cohete Vulcan Centaur será determinante para superar la gravedad terrestre, y luego el módulo de aterrizaje Peregrine viajará más de 384.000 kilómetros antes de enfrentarse a los anillos de Van Allen y la radiación solar, para finalmente alunizar.
La misión tiene prevista una duración estimada de 10 a 15 días y se espera su lanzamiento durante el primer semestre de 2023. Este acontecimiento representa un hito significativo para la exploración espacial de México y abrirá emocionantes posibilidades científicas en el estudio de nuestro satélite natural.