El domingo 23 se celebró el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines y distintas organizaciones no gubernamentales de protección de océanos y animales recordaron la importancia de su labor. Lo hicieron al sostener que los animales acuáticos cumplen un rol fundamental en el ecosistema marino y que continúan siendo cazados en la actualidad. A su vez, hicieron mención a la amenaza latente del cambio climático y el impacto en estas especies.
La iniciativa interministerial del gobierno argentino, Pampa Azul, articula acciones de investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación, ofreciendo bases científicas para impulsar políticas nacionales de cuidado oceánico. A través de Twitter, recordaron que en el Mar Argentino “hay más de 20 especies de estos cetáceos”.
Entre las ballenas presentes en las aguas nacionales, pueden identificarse la franca austral, la jorobada, la ballena azul, sei, minke y rorcuales. En cuanto a los delfines, las especies más recurrentes son las toninas, las orcas, las marsopas, calderones, delfín oscuro y delfín austral.
“Todas estas especies se alimentan en la plataforma continental argentina. Desde Pampa Azul articulamos acciones de investigación para dar bases científicas a las políticas oceánicas nacionales incluyendo la conservación y la creación y gestión de áreas marinas protegidas”, precisaron.
Un poco de historia reciente
En 1986, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) declaró el 23 de julio como el Día Mundial Contra la Caza de Ballenas. Luego, esta fecha se convirtió en el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines, como se la conoce en la actualidad.
De acuerdo a Por el mar, organización que impulsa acciones de protección y restauración del océano, la fecha es clave para promover “la preservación de los cetáceos que es de vital importancia para la conservación del ecosistema marino y, por ende, de toda la Tierra».
Miguel Iñiguez, presidente de la Fundación Cethus, organización que se dedica a la investigación, conservación y divulgación, recordó en un comunicado oficial que “en 1986, la CBI implementó una moratoria a la captura comercial de ballenas, lo que quizás fue el paso más importante que se dio hasta ese momento para su conservación. Antes de aquella fecha todavía se realizaban capturas comerciales de miles de ejemplares en todo el planeta. Si bien todavía se siguen cazando, por suerte cada vez son menos y, desde entonces, varias de las poblaciones comenzaron a recuperarse”.
Por su parte, la co-fundadora del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB Argentina), Roxana Schteinbarg, organización civil sin fines de lucro cuya misión es la conservación de estos cetáceos y los océanos a través de la investigación y educación, agregó: “Cuando la prohibición a la caza entró en vigencia en 1986, 3 millones de ballenas habían sido asesinadas por las flotas balleneras industriales durante el siglo XX”.
No obstante, tras la moratoria, “Japón siguió cazando ballenas, aprovechando un vacío legal, argumentando falsos fines científicos, y Noruega e Islandia lo hicieron bajo objeción y reserva de la moratoria», denunció Schteinbarg.
Las ballenas en Argentina
En nuestro país, la especie de ballena más popular y emblemática es la Franca Austral, que celebra su propio día nacional el 25 de septiembre.
“Con la recuperación de la población de estos animales en nuestro país, hoy pueden verse ejemplares con frecuencia no solamente en Península Valdés, sino a lo largo de todo el litoral patagónico, con presencia de ballena franca en la costa bonaerense, Río Negro, a lo largo de la costa santacruceña y también con registros en Tierra del Fuego«, agregó Iñíguez.
Por otro lado, el especialista destacó que “el Atlántico Sur es un área de no captura de ballenas”, por lo que, en la actualidad, “las amenazas más importantes que sufren estos animales son los efectos del cambio climático sobre su principal alimento, el krill”.
“Si se reduce la cantidad de krill esto afecta a todas las especies que se alimentan de este animal”, advirtió.Además, resaltó la importancia de los convenios como el que se firmó entre el gobierno de Santa Cruz y las fundaciones Por el Mar, Ambiente Sur y Conociendo Nuestra Casa, ya que uno de los puntos principales que se acordaron implicará la conservación de bosque es de algas de Santa Cruz, de los que dependen varias especies de cetáceos.