Los días 17 y 18 de julio se realizó en Bruselas, capital de Bélgica, la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El foro, destinado a fortalecer las relaciones entre ambas regiones, no se llevaba a cabo desde el año 2015 y contó con la presencia de líderes de más de 50 países. El resultado, tras dos intensas jornadas, fueron moderados resultados en materia de cooperación, pocos avances en temas claves como el acuerdo UE – Mercado Común del Sur (Mercosur) e innegables diferencias en torno al conflicto en Ucrania.
Sin embargo, al mismo tiempo, también se destacaron el reconocimiento de la UE a las Islas Malvinas como un territorio en disputa y el pronunciamiento a favor de poner fin al embargo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba.
Ucrania, símbolo de la discordia
El conflicto en Ucrania fue, desde un principio, la cuestión que dividió aguas entre ambos bloques regionales. En la previa, Europa presionó para que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, asistiera a la III Cumbre UE- CELAC. Sin embargo, varios países de Latinoamérica rechazaron la propuesta alegando que la presencia de Kiev nada tenía que ver con los objetivos del foro birregional.
Luego, las diferencias quedaron aún más marcadas en la que fue un tensionado desarrollo de la Declaración Final de la Cumbre. La UE esperaba terminar la doble jornada con una condena unánime a Rusia por invadir Ucrania pero, por el contrario, tan solo logró que se mencionara “una profunda preocupación por la guerra contra Ucrania”.
El rechazo a adoptar la posición europea sobre el conflicto evidenció las distintas miradas e intereses en el plano geopolítico de ambos bloques. El documento final fue respaldado por todos los países con la excepción de Nicaragua, nación que a través de su Cancillería denunció que “la UE, como acostumbra a hacer, ha roto todos los procedimientos que establecen los organismos democráticos”.
No obstante, más allá del consenso finalmente alcanzado, el bloque europeo también se encontró con las críticas de no sólo de Nicaragua sino también de países como Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, Honduras y Bolivia.
Promesas de inversiones e indefiniciones
Uno de los objetivos de la UE en sus relaciones con Latinoamérica es contrarrestar el avance e influencia de China en la región e intentar posicionarse como un socio “confiable” para los países del continente. Como parte de esa estrategia, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció un paquete de 45 mil millones de euros en concepto de inversiones para Latinoamérica hasta el año 2027.
La iniciativa forma parte del plan de inversiones Global Gateway, que según describe la UE, representa “una nueva estrategia europea para impulsar vínculos inteligentes, limpios y seguros en los sectores digital, energético y del transporte, así como para potenciar los sistemas de salud, educación e investigación en todo el mundo”. En otras palabras, el plan de la UE es ofrecer una alternativa a la Nueva Ruta de la Seda de China.
De este modo, según detalló Von der Leyen, la UE se propuso poner en marcha alrededor de 130 iniciativas en Latinoamérica. Entre ellas se encuentran un Club de Materias Primas Fundamentales para reforzar las cadenas de suministros sostenibles como el litio y las redes de telecomunicaciones en la selva amazónica de Brasil.
También se destacan otras propuestas como la electrificación del transporte público en Costa Rica, el desarrollo del hidrógeno verde en Chile; redes 5G en Jamaica; construcción de una línea de metro en Colombia; entre muchas otras.
No obstante, más allá de las promesas de inversiones o los acuerdos bilaterales logrados, no hubo ninguna definición en torno al acuerdo de libre comercio UE – Mercosur. En el 2019 ambos bloques anunciaron un principio de acuerdo, pero a la brevedad el proceso quedó en pausa en base a las exigencias en cuestiones ambientales por parte de Europa.
Si bien ambas partes se muestran “optimistas” para concluirlo en lo que queda del 2023, la Declaración Final emitida por los líderes tan solo expresa que “tomamos nota de los trabajos en curso entre la UE- Mercosur”.