El próximo 20 de julio comenzará la novena edición del Mundial Femenino de Fútbol. La misma se desarrollará en Australia y Nueva Zelanda y contará con 32 participantes. Se trata de un certamen que crece cada vez más y aumenta su popularidad, pero, ¿cuándo y cómo se desarrolló su versión inaugural?
Nota al Pie repasa la competencia que marcó un antes y un después en este deporte.
Antecedentes del torneo: las ediciones no oficializadas por FIFA
La idea de una Copa del Mundo de mujeres tuvo su origen décadas antes de que la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) la sumara en su calendario.
Hace más de 50 años, en Italia, el objetivo de un campeonato ecuménico tomó forma. Ocurrió a través de la Federación de Fútbol Femenino Europeo Independiente (FIEFF, por sus siglas en inglés) y constó de una competencia con siete participantes. El único equipo no europeo que formó parte fue México. Dinamarca se consagró como campeón.
En la temporada siguiente, en tierras aztecas y con una gran respuesta de público, ese organismo llevó a cabo la segunda versión del torneo. Esa edición tuvo la histórica participación de la selección de Argentina, la cual incluyó un impresionante triunfo ante Inglaterra por 4 a 1. Nuevamente, las danesas se quedaron con el trofeo.
Con el correr de la década, y paso a paso, el deporte creció cada vez más. Como muestra de ello, en el período de 1981 a 1988 se jugó en cinco ocasiones el denominado “Mundialito”, el cual reunió a los mejores combinados de la época.
Desarrollo constante, torneo de exhibición previo e integración oficial
Los mencionados campeonatos demostraron que el fútbol femenino tenía una gran proyección a futuro y a nivel global. Por ello la FIFA, que por entonces era presidida por João Havelange, organizó una competencia por invitación. Se trató del primer certamen de damas oficial en este deporte.
Esa exhibición se disputó en China en 1988 y contó con 12 participantes provenientes de todas las federaciones. El proyecto, que tuvo a Noruega como ganador, resultó exitoso tanto en venta de entradas como en nivel de juego.
De esa manera el ente máximo confirmó la realización del primer Campeonato Mundial para 1991, en la misma sede asiática. Sin embargo, el término “Copa del Mundo” se utilizó de forma retroactiva.
Los países clasificados no fueron invitados sino que se organizó una eliminatoria. En el caso de Sudamérica, de ese clasificatorio sólo formaron parte tres selecciones: Brasil, Chile y Venezuela. Allí, las brasileñas se impusieron y se quedaron con el único cupo disponible para la región.
El sueño hecho realidad
La ilusión de miles de jugadoras de distintas partes del planeta se materializó el 14 de septiembre de 1991. Fue el día en que se llevó a cabo el sorteo, procedimiento que dividió a los 12 equipos en tres grupos de cuatro integrantes cada uno. Los dos primeros de cada zona, más los dos mejores terceros, clasificaban a los cuartos de final.
El desafío internacional se desarrolló en seis estadios del 16 al 30 de noviembre de esa temporada. Europa tuvo cinco representantes y Asia tres, mientras que África, Sudamérica, Norteamérica y Oceanía tuvieron un solo cupo cada uno.
Cantón fue la ciudad elegida para el partido inaugural entre el local y Noruega. El mismo tuvo la presencia de 65 mil espectadores, lo que significó un resonante logro. China sorprendió a las nórdicas, que partían como favoritas, y ganó el cotejo por 4 a 0. El arbitraje principal estuvo a cargo de un hombre, el chileno Salvador Imperatore.
Una particularidad de esa primera edición es que fue la única oportunidad en que los encuentros tuvieron una duración de 80 minutos y no de 90. En las llaves eliminatorias, los tiempos extra fueron de 20 minutos, y no de 30 como en el masculino. No obstante, para la segunda versión de la competencia, la duración tuvo las mismas características que la de los caballeros.
Estados Unidos, el gran campeón del Mundial Femenino de Fútbol
El conjunto estadounidense, entrenado por Anson Dorrance, llegó a la cita con un talentoso plantel. Su andar fue contundente y sólido. El equipo contó con una de las mejores delanteras de la historia. Denominada “Espada de triple filo”, ese tridente ofensivo estuvo compuesto por Michelle Akers, Carin Jennings y April Heinrichs. Ellas marcaron 20 de los 25 goles del seleccionado norteamericano en el Mundial.
Como parte del grupo B, el debut fue un triunfo 3 a 2 ante Suecia, otro de los candidatos. En la segunda fecha, golearon 5 a 0 a Brasil. Cerraron la fase inicial con victoria 3 a 0 contra Japón. Las estadounidenses ganaron la zona y accedieron a los cuartos de final. Allí, Akers mostró todo su potencial y marcó en cinco ocasiones. Fue un 7 a 0 frente a China Taipéi (popularmente conocido como Taiwán).
En semifinales ante Alemania, Estados Unidos se puso 3 a 0 en apenas 33 minutos con hat-trick de Jennings. Si bien el complemento fue más parejo, el marcador final fue de 5 a 2.
Noruega fue el adversario en el partido decisivo. Las nórdicas se recuperaron del paso en falso del debut y llegaron con oficio al cotejo por el título. A los 20 minutos Akers abrió el tanteador, pero Linda Medalen igualó las acciones cerca de la media hora de juego.
El trámite continuó reñido en el segundo tiempo. Pero, a falta de 60 segundos para el cierre, las estadounidenses iniciaron un efectivo contraataque. Akers dejó en el camino a la arquera rival y anotó el gol del triunfo. De esa manera, el conjunto de camiseta blanca se alzó con el primer Mundial Femenino FIFA de la historia ante una multitud que disfrutó del match.
El legado de este certamen se mantiene hasta la actualidad. Sus protagonistas fueron fundamentales para la promoción y desarrollo del fútbol femenino en cada rincón del mundo. Se trató de un gran impulso para un proyecto que no para de crecer y que hoy espera con ansias una nueva edición de la Copa.