En medio de un clima social muy tenso, Francia conmemora este viernes un nuevo aniversario del Día de la Bastilla, un hito que marcó el comienzo de la Revolución Francesa, la cual puso fin a la monarquía absoluta existente en aquel país.
En esta ocasión, el Gobierno de Macron prepara todo su aparato represivo para evitar disturbios, a merced de una nueva reacción popular como las que se vienen desarrollando en las últimas semanas, a raíz de la muerte del adolescente Nahel a manos de la policía parisina.
Se espera que se movilicen más de 130.000 policías y 40.000 bomberos en la noche del viernes. Desde Lituania, en donde forma parte de una reunión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), el presidente Emmanuel Macron prometió actuar “con la máxima determinación” en caso de incidentes.
Además, se desplegarán helicópteros y vehículos blindados de la gendarmería en los municipios y barrios más sensibles. «Si se produjeran desmanes, intervendremos con la máxima determinación para que todos nuestros conciudadanos pudieran vivir en paz», advirtió Macron.
Cabe remarcar que en la celebración del año pasado fueron detenidas 807 personas en todo el país producto de los incidentes en las festividades. Además, 749 vehículos fueron quemados y 55 miembros de la policía resultaron herides.
El Día Nacional de Francia, que se desarrolla cada 14 de julio en honor a aquellos hechos históricos, celebra la toma del poder por parte del pueblo frente a un gobierno tiránico. También funciona como un recordatorio para el gobierno actual de que los ciudadanos franceses que los invistieron de poder también tienen la capacidad de destituirlos.
La Bastilla fue uno de los acontecimientos clave en los inicios de la Revolución Francesa. Suele celebrarse con fuegos artificiales y desfiles. Pero esta conmemoración es mucho más que una fiesta nacional: fomenta una cultura de desobediencia civil en Francia que inspiró innumerables revueltas, levantamientos y manifestaciones durante siglos como las que están sucediendo hoy en día.
Nuevas marchas y más detenciones en Francia
El 27 de junio de este año un agente de la policía mató a tiros a Nahel M., un joven de 17 años durante un control de tráfico en un suburbio de París. De raíces argelinas, el asesinato reavivó antiguas acusaciones de racismo sistémico en el país.
En lo que va del año, tres personas han muerto durante controles de tráfico de la policía y el año pasado 13 personas murieron en incidentes similares. Según la agencia de noticias Reuters, la mayoría de esas víctimas eran negras o de origen árabe.
El hecho trajo como cola una fuerte oleada de protestas en diferentes puntos de Francia, pero la mayoría se concentraron en París. Varias de esas manifestaciones terminaron en choques violentos entre los manifestantes y la policía.
Además, el último sábado fue detenido Youssouf Traoré, un joven negro, durante una manifestación para recordar la muerte de su hermano Adama, de origen maliense que murió en una comisaría luego de una detención en 2016.
Según las autoridades, 667 personas fueron arrestadas este jueves en las protestas por todo el país, en las que los manifestantes lanzaron objetos y pirotecnia contra la policía, incendiando automóviles y mobiliario urbano.
De acuerdo con la directora de France Assureurs, una aseguradora francesa, hasta el viernes pasado se reportaron más de 11 mil siniestros relacionados con los disturbios, entre los cuales hay comercios saqueados y establecimientos profesionales.
Si se suman todos los daños causados a las administraciones públicas (ayuntamientos, bibliotecas, escuelas o comisarías), el costo de indemnización a cubrir asciende a 650 millones de euros.