A un año de la presentación de El Valle Encantado, Feli Colina celebró la Patria el domingo 9 de julio con una fecha para mostrar su cuarto trabajo de estudio, Lxs Infernales del Valle Encantado, en el Teatro Vorterix, ubicado en el barrio porteño de Colegiales.
Con el folclore arraigado en su origen salteño, la cantautora se desenvolvió con una autenticidad desbordante al explorar los aspectos más oscuros de sus canciones, las cuales por momentos se volvieron desgarradoras. La velada terminó con una intimidad arrasadora con su equipo como telón de fondo en el bis.
Nota al Pie estuvo presente en el concierto de la artista oriunda del norte argentino que, con pasión, combina lo más profundo de la patria con su toque urbano y místico.
Feli Colina, folclore y carnaval
Reflejando la intensidad de su espectáculo, Feli Colina supo llevar una narrativa completa. En el inicio, la enérgica aparición de una especie de mensajero del cielo, interpretado por Chuke, se encargó de transmitir la pasión de los versos de “El Valle Encantado” a capella.
El telón se abrió y la artista salteña se presentó en lo alto del escenario con una apariencia poderosa para dar comienzo a una noche llena de fantasías. Entonces, comenzó a interpretar con diversión “Aguatera” de El Valle Encantado (2022).
En la primera parte del show, Feli Colina realizó una intercalación de canciones de Lxs Infernales del Valle Encantado (2023) y lo combinó junto a su Feroza (2019), creando un entrelazamiento cautivador para el público.
De esa forma, comenzó con “Carnavalito del Duende”, reversión de la canción compuesta por el “Cuchi” Leguizamón e interpretada por Manuel Castilla, a la cual le añade una cadencia reggaetonera que resalta su espíritu festivo. Continuó con las estrofas dulces de “Familia”, que terminó por combinarse con “Avenido”, una reversión de los mismos intérpretes, cuando por el final sonaron versos de “Sagitario”.
Estuvo acompañada por su banda “Lxs infernales”, apodo que hace alusión al ejército de gauchos que acompañó al General Martín Miguel de Güemes en su guerra contra los españoles. Sin embargo, en este show la banda tiene más que un rol de soporte; cada une demuestra su esencia a lo largo de la noche y salen con ímpetu a defender el Valle Encantado.
Cuenta con Manusa Figuerero en la batería, que se encarga de llenar de poder las canciones, Conce Soares como percusionista, que le da el toque de candombe, y combinando con la dulzura de Baltazar Oliver en el teclado. Además de la presencia de Maria Pien, Annita Margarita y Lola Cobach como coristas e intérpretes a la vez.
Finalmente, el combo culminó con “Gloria”, una canción de la misa criolla que fue versionada por Ariel Ramírez cuando se la adaptó a la música folclórica argentina. Por el final, la saxofonista Yamile Burich se presentó para conmover al público junto a Balta en el teclado.
Entre la religión y el misticismo
“No me va a alcanzar la vida entera para hacer de tu presencia olvido”, vocalizó la voz salteña en los versos de “El Orden Sagrado”. La cantautora hizo su aparición con un vestido sencillo que revelaba su esencia más profunda para comenzar una serie de canciones de El Valle Encantado que, a través de su poesía, interpelaban a cualquier persona que las escuchara.
De esa forma, dio el paso a “Madre”, donde Feli Colina terminó desgarrada en el piso por la propia canción y Vera Froid hizo su aparición para completar la canción como una musa en lo alto del escenario, con un vestuario que cruzaba el estilo de una virgen y una experiencia religiosa. Su tocado que también podría contener una referencia al trabajo de Victor Nazarenko sobre Oizys, la diosa de la depresión.
Tendida en el piso y en una imagen desgarradora, Feli Colina comenzó con las primeras estrofas de “La Entrega”. De la misma forma que en el álbum, la artista conectó las dos canciones con “Ancora”, donde terminó de exponer lo más profundo de su alma como una obra catártica.
Sin intermedios
El repertorio transita desde la introspección melancólica a la exaltación enérgica sin interrupciones, con una apariencia que se inició en la pureza del blanco y culminó en la profundidad del negro. Feli Colina volvió a hacer su aparición con un cambio de vestuario que refleja lo que se venía: “Lo que ves de luz lo tengo de oscura”, interpretó.
En ese momento, hizo su aparición La Piba Berreta para interpretar una poesía potente con un look en referencia a los shows de Feroza. Así dio el paso a “Chakaymanta”, una obra emblemática de Los Hermanos Ábalos que actúa, al igual que todo el nuevo álbum, de precuela de El Valle Encantado. De esa forma, el quiebre en la narrativa era claro, comenzaba la redención de la Feroza con “De Dónde Salió Todo Eso?”.
Este dúo con fuerza acompañó a “Chakatrunka”, donde Feli Colina recita oscura y perceptiva: ¿El silencio es compasión o es cobardía? Con la aparición de Valentina Brishantina recitando los versos de su poema “Muñeca inflable”, de su libro Algún día tendremos dinero, la noche adquirió ambiente de lucha y protesta.
Sin embargo, pronto se transformó en un clima erótico y de ritmos afrocubanos con “Babalú”, de la artista Margarita Lecuona. Esto es parte del repertorio de Lxs Infernales, donde el baile se vuelve lento junto a pedidos de aguardiente, dinero y tabaco al Babalú Ayé. Es por esto que les fans optaron por personalizar billetes con la imagen de la Feroza para entregárselos durante su actuación.
Colina pasó a la seducción plena con “Trigal”, una de las canciones más pasionales y carnales de Sandro. Generando una conexión asombrosa con «Diabla«, la cantautora invitó al público a sumergirse en una fantasía extasiante, como si fuera un ritual compartido.
Tras la presentación de todo su equipo y con su participación especial, Feli Colina interpretó “La Gracia”, la misma entona: “Descansa niña mía, traigo tu canción”. Y eso fue lo que hizo la Feroza cuando terminó el show siendo acompañada por las “Mostras” en un emocionante bis de “Susurrito”.