Desde casi veinte años, el Grupo de Estudios Ambientales del Instituto de Matemática Aplicada de San Luis (IMASL, CONICET-UNSL), bajo la dirección del investigador Esteban Jobbágy, investiga la dinámica del agua y su relación con el uso del suelo en la llanura argentina.
En este sentido, el equipo multidisciplinario de investigadores, establecido en San Luis en 2004, publicó más de veinte trabajos científicos que destacan cómo la agricultura de granos disminuye la capacidad de los suelos para retener agua en comparación con las áreas cubiertas de bosques y pasturas. Esto último provoca alteraciones en el equilibrio hidrológico.
Este curso de agua de gran magnitud fue objeto de un exhaustivo estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), recientemente publicado en la revista Science. En la actualidad, este curso tiene una longitud de más de 20 kilómetros, un ancho de 60 metros y una profundidad de hasta 25 metros.
El estudio reveló una preocupante tendencia hacia inundaciones recurrentes en esta área, atribuyendo este fenómeno a la rápida expansión de la frontera agrícola en los últimos 40 años.
Surgimiento de Río Nuevo y la agricultura intensiva
Hace algunas décadas, en la provincia de San Luis, surgió un fenómeno natural inusual conocido como “Río Nuevo”, el cual dejó perplejos a residentes, agricultores y científicos por igual.
Este fenómeno fluvial se caracterizó por la formación repentina de un curso de agua, sin que se produjeran precipitaciones, en una zona donde no habían existido ríos durante más de 20.000 años.
La formación se atribuye a una combinación de factores, que incluyen la desforestación, el cambio climático y el uso de agroquímicos en los campos. En la década de 1980, entre las provincias de San Luis y Córdoba, surgieron hasta seis nuevos cauces, siendo el más notable el denominado Río Nuevo.
“Hay que tener en cuenta que nuestra llanura experimentó un cambio de vegetación con una velocidad y en una superficie casi sin precedentes en el mundo” explica Jobbagy. Según les investigadores, hace 50 años, la región tenía un nivel freático mucho más profundo, lo que requería excavar pozos de hasta 12 metros para encontrar agua.
Sin embargo, debido a la agricultura intensiva, la napa, que se origina por el agua proveniente de las precipitaciones, se elevó de forma significativa en las últimas décadas, acercándose incluso a la superficie. Esto provocó la aparición de inundaciones cada vez más frecuentes y de mayor magnitud.
Durante las últimas cuatro décadas, les investigadores analizaron los efectos de la agricultura de secano en las llanuras sudamericanas. Descubrieron que esta práctica, que depende únicamente del agua de lluvia sin riego artificial, afecta la hidrología de la región y tiene impactos significativos en ella.
De este modo, utilizando técnicas de teledetección desde satélites, se observó que a medida que los cultivos anuales reemplazaban la vegetación y los pastos nativos, las áreas inundadas aumentaban gradualmente, volviéndose más sensibles a las precipitaciones. Además, se notó un cambio en los niveles de agua subterránea, pasando de capas profundas a capas más superficiales, lo que redujo los niveles de agotamiento del agua.
El uso del suelo y las inundaciones regionales
De acuerdo con Javier Houspanossian en su diálogo con CONICET, la relación entre la transformación en el uso del suelo y la dinámica de las inundaciones en la región era desconocida.
Houspanossian, quien se desarrolla como profesor en la UNSL destaca que, en lugar de centrarse en las inundaciones rápidas asociadas a eventos de lluvia específicos, el estudio se enfocó en un tipo de inundación gradual y persistente a lo largo del tiempo.
Tradicionalmente, la literatura vinculó estas inundaciones con las fluctuaciones climáticas, no con los cambios en el uso del suelo. Con el fin de investigar este fenómeno en profundidad, Houspanossian analizó imágenes satelitales que abarcaban los últimos 40 años, examinando el historial de inundaciones en la región.
Los resultados revelaron una correlación regional entre los cambios en el uso del suelo y la aparición de nuevas áreas propensas a inundaciones.
En este aspecto, los datos históricos de la profundidad de las napas freáticas mostraron un ascenso considerable de las aguas subterráneas, pasando de una profundidad de entre doce y seis metros a entre cuatro metros y unos pocos centímetros.
Estas tendencias coincidieron en espacio y tiempo con la expansión de la frontera agrícola en la región, por lo que este hallazgo proporcionó una comprensión más clara de cómo las transformaciones en el uso del suelo pueden influir en las inundaciones.