El próximo jueves 6 de julio se estrenará el film “El Vaivén de las escuelas” en el conocido e icónico Cine Gaumont, ubicado en Avenida Rivadavia 1635, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
La película cuenta con el guión de Carlos Skliar y Martin “Tito” Ferrari, quien además cumplió la función de director de la misma. Tras una preparación de casi tres años, Ferrari logró documentar la rutina especial de las escuelas, sus horarios, actividades y la experiencia de aquelles que conforman los distintos establecimientos.
Antes del tan esperado estreno, Nota al Pie dialogó con Ferrari, quien contó cómo fue crear el guión junto a Skliar y llevar adelante las entrevistas, además de dar cuenta de su conocimiento respecto a la rutina escolar.
¿Cómo nace este film y la colaboración entre ambos?
Este film nace en el 2020 y comienza a dar sus primeros pasos en el contexto de pandemia del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). En ese marco, y desde la experiencia con el anterior documental “La Educación en Movimiento” (2018), es que comencé a recabar videos, historias y relatos de cómo estaban viviendo la pandemia lxs docentes de los diferentes países de Latinoamérica, y también de diferentes latitudes de nuestro país.
Ese fue el primer paso y en algún momento no encontró su horizonte. Era un momento complejo para articular proyectos, armar equipo, viajar, filmar. Pero me crucé con Carlos Skliar, que estaba haciendo el blog Conversaciones entre cualesquiera, donde había cientos, miles de docentes que se encontraban a escucharse, a conversar.
Le propuse la idea de hacer un documental y comenzamos a intercambiar más de 100 mails, encuentros con distancia y barbijos, donde podíamos, para ir sistematizando las experiencias que había recolectado cada uno. Así fuimos dando las primeras puntadas y los primeros pasos para ir tejiendo la trama de este nuevo documental “El Vaivén de las Escuelas”.
¿Por qué “El Vaivén”?, ¿a qué hacen referencia?
“El vaivén” tiene que ver con ese ejercicio de ir y volver. Es una invitación a moverse y tiene que ver de alguna manera con volver a ese momento de la pandemia de Covid-19 en el que las escuelas, lxs docentes estaban en un constante movimiento. Aunque pareciera que todo estaba estático, desde lo individual o colectivo algo se estaba moviendo.
Pienso en colegas docentes que me decían “desarmamos la escuela, hicimos mil escuelas”. Ahora, estamos en otro contexto, entonces ir y volver… ¿qué nos permite?, ¿qué preguntas, aprendizajes y desafíos nos deja?. Quizás, aún estamos a tiempo de hacernos cargo de esas preguntas y ojalá esta película, que se mete en esas escuelas y en esos colectivos docentes, permita reflexionar sobre: ¿qué escuela queremos y para qué sociedad?.
¿Qué sintieron al entrevistar a les distintes docentes y educadores del país?
Primero, una necesidad imperiosa de hablar, de poner en palabras lo vivido. La pandemia, con toda su complejidad y desgracia, fue un tiempo de alta producción comunitaria, de mucha reflexión, de mucho acercamiento entre docentes y estudiantes, de mucho vínculo, y de mucho cuidado y amorosidad, puesto al servicio del enseñar y construir saberes juntos y juntas.
¿Qué otra cosa debería ser el oficio de enseñar si no es eso? La gran mayoría de los relatos que ustedes van a escuchar los hicimos en las casas de lxs docentes, caminando por su pueblo, una ruta, una ciudad, un barrio. Estando en el aula, solxs, o en una ronda con distancia y barbijo porque ese era el contexto.
Lxs estudiantes no estaban o eran muy pocos, porque estaban en una burbuja o en sus casas. Esas situaciones eran muy movilizantes y fueron claves para comprender y asumir la importancia de hacer y terminar esta película: que esas historias no se pierdan y las podamos tomar en nuestras manos para repensar nuestras escuelas.
Las rondas de educadores/as, familiares y trabajadores/as no docentes que armábamos implicaban horas de reflexiones porque eran espacios momentos que aún no se habían generado. En una de esas conversaciones, una docente comentó que estuvo en coma, otra docente que se había separado, un profe que había estado meses solo con su perro.
Otras profes encontraron formas de decir lo que les estaba pasando por el cuerpo y escribían, mandaban audios entre colegas. Todas esas historias hablan de los que nos pasó por los cuerpos, fueron claves esas charlas. Ojalá podamos provocarlas, porque la pandemia pasó, pero lo vivido nos quedó, tanto desde lo doloroso como desde lo creado.
¿Cómo describirían lo que se ve y se vive en las escuelas?
Creo que más bien los y las invitamos a ver el documental, a meterse en esas historias, en esos lugares, paisajes e intentos y que ustedes viajen en ese “vaivén” para ir y volver. Y pensar juntxs qué escuelas vamos a re-recrear, porque hoy duele que muchxs pibes y pibas no terminen la escuela secundaria y eso es una deuda de nuestra democracia.
¿Cómo fue el proceso de elaboración del guión y el film?
El proceso de guión implicó un trabajo de recuperar las experiencias relevadas durante el ASPO desde las redes del anterior documental “La Educación en Movimiento”, y de relatos y escritos que había trabajado o escuchado Carlos.
A partir de ahí, comenzamos a buscar ese hilo que teja la urdimbre de la película. En ese proceso, que es muy complejo porque había cientos de experiencias, fue clave mantener un criterio de federalidad. Hay escuelas de Córdoba, Río Negro, Jujuy, el conurbano y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
También hay diversidad en términos de los niveles educativos, tanto primaria como secundaria. Todo esto pensando que, más allá de las experiencias elegidas, las mismas se constituyan en un espejo para otrxs docentes, estudiantes y se encuentren reflejadxs para pensarse.
Fue acá que se convocó a un equipo de jóvenes cineastas como Fernando Almiron, en asistencia de dirección y cámara, y Bruno Scarponi, en fotografía y cámara, para emprender la tarea de rodaje y encuentro en cada uno de esos territorios con los colegas docentes. Ahora bien, teníamos las escuelas, pero faltaba algo fundamental: el hilo, eso que va uniendo la trama.
En ese momento pensamos en que ese elemento era el arte, aquello que da lugar a la creación, porque había algo clave en todas las experiencias que era estar creando en medio de tanto dolor e incertidumbre. Y acá fue clave una de las escuelas: la Escuela vida de Bariloche.
En ella habían abordado a la danza en pandemia y hubo dos docentes que me habían enviado audios: Silvina y Valentina. Ellas se preguntaban si al volver de la pandemia podríamos bailar en las escuelas. Fue una provocación a incorporar las danza en la película, tenía que haber movimiento, baile y eso hicimos.
Julián Polito creó la música y Paula Aschiero dirigió un grupo de 15 bailarinas/es que tomaron en sus manos ese hilo y tejieron entre las experiencias y relatos una trama que ojalá nos invite a bailar.
Teníamos el contenido, las voces desde los territorios, pero aún quedaba una tarea: entretejer todo para que la urdimbre se haga película y ahí Camila Gonzalez Revoredo se sumo al proyecto y asumió la tarea del montaje del documental para encontrar aquellos 74 minutos que nos hagan viajar, sentir y pensar: ¿qué escuelas queremos? ¿para qué sociedad?.