En las últimas 24 horas, en Rusia, se vivió un clima de máxima tensión. El Grupo Wagner, un ejército privado de mercenarios aliado al Kremlin, agudizó su interna con el Ministerio de Defensa e ingresó en territorio ruso con la intención de llegar hacia Moscú.
La rebelión del Grupo Wagner
Los paramilitares, comandados por Evgueni Prigozhin, anunciaron la “Marcha de Justicia” con el objetivo de hacer rendir cuentas al Ministro de Defensa, Serguei Shoigu, y al Jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, a quienes responsabilizan por los soldados rusos muertos en el frente ucraniano desde el inicio de la guerra.
Mientras la presencia militar del grupo se manifestó en la ciudad rusa de Rostov, el Kremlin reforzó medidas de seguridad en varios puntos del país e instauró un régimen de operaciones antiterroristas no sólo en la capital rusa, sino también en sus alrededores.
Putin prometió un “castigo inevitable”
Este sábado, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ofreció un discurso televisado para toda la población luego de que se diera a conocer mundialmente el intento de insurrección armada del Grupo Wagner. De esa manera, el mandatario fue contundente y calificó las acciones emprendidas por el ejército privado como “una puñalada en la espalda a nuestro país y a nuestro pueblo”.
Del mismo modo, el Jefe de Estado ruso precisó que el motín de los mercenarios del Grupo Wagner representa una traición conducida por “la ambición desmedida y el interés personal”. En la misma línea, el mandatario afirmó que, en el contexto de la guerra en Ucrania, “cualquier agitación interna es una amenaza mortal para nuestra estadidad, para nosotros como nación”.
En ese marco, el presidente ruso advirtió que el grupo de mercenarios deberá responder por el intento de insurrección armada en contra de la cúpula militar del ejército ruso. “Todos aquellos que deliberadamente tomaron el camino de la traición, que prepararon un motín armado, que tomaron el camino del chantaje y de los métodos terroristas, sufrirán un castigo inevitable”, afirmó Putin en respuesta a la rebelión del grupo de mercenarios Wagner.
Negociación, acuerdo y retirada
En la tarde del sábado, mientras el Grupo Wagner se encontraba a tan solo 200 km de Moscú, se conoció la noticia de la retirada del ejército de mercenarios. En la previa, Vladímir Putin se comunicó con el presidente de Bielorrusia, Alexánder Luskahenko, quien fue designado para encarar las negociaciones.
El mandatario bielorruso, con el respaldo del líder del Kremlin, mantuvo conversaciones durante todo el día con el jefe del Grupo Wagner, Evgueni Prigozhin. Y, conforme a lo que informó la prensa de Lukashenko, ambas partes llegaron al acuerdo de evitar un derramamiento de sangre en territorio ruso, ofreciendo garantías de seguridad para los paramilitares en rebelión.
“Llegamos a 200 km de Moscú sin derramar una gota de sangre, ahora existe la posibilidad de que se derrame sangre. Comprendiendo esta responsabilidad, regresaremos a nuestras bases”, afirmó el líder del Grupo Wagner.
Como parte de las negociaciones, según informó el Kremlin, no sólo se cerrará la causa abierta contra Prigozhin, sino que, a su vez, este se mudaría a Bielorrusia para calmar las tensiones.
Además, hasta el cierre de esta nota, reportes de medios internacionales indican que habrá cambios importantes en el Ministerio de Defensa de Rusia como uno de los puntos del acuerdo con el Grupo Wagner.