El pasado 16 de junio se conmemoró un aniversario más que recuerda el bombardeo a Plaza de Mayo en 1955, hecho que provocó centenares de muertes, herides y mutilades.
A 68 años del hecho, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) solicitó actuar en la causa abierta como querellante, por considerarlo “un crimen que permanece impune y que fue silenciado por décadas por los golpistas, sus instigadores y cómplices”. Como fue mencionado en el comunicado donde anunciaron su solicitud, la APDH afirma que el atentado fue un «crimen perpetrado por la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea, agentes estatales, que con total crueldad y absoluto desprecio por la vida humana” al arrojar toneladas de bombas sobre la población civil.
“Requerimos que se nos reconozca el carácter de querellantes y que se abra un juicio por la verdad, para que se investigue, juzgue y condene ese hecho criminal inédito y se repare al menos desde lo simbólico tamaña barbarie”, agregaron. De este modo, la Asamblea intentará sostener el compromiso asumido con las familias de las víctimas.
El bombardeo a Plaza de Mayo se dio en el contexto de los inicios de la Revolución Libertadora, el movimiento que atentó contra la democracia en Argentina, tras derrocar al presidente Juan Domingo Perón.
Las víctimas de los bombardeos
En el feroz ataque aéreo se registraron más de 350 muertos y alrededor de dos mil heridos como saldo. Catorce toneladas de bombas fueron lanzadas en dirección a la Casa Rosada, el Ministerio de Ejército y la residencia presidencial, junto a la Plaza de Mayo.
El mayor de número de víctimas registrado fue en la zona de la histórica plaza, donde ese mediodía se realizaba un acto en apoyo al gobierno de Perón.
Si bien se argumentó que el ataque iba dirigido a asesinar al líder peronista, en ese momento, ni el presidente ni sus ministros se encontraban en las inmediaciones de la Casa Rosada. De este modo, se cree que el hecho se habría constituido, desde el principio, como una agresión hacia civiles. Con el único objetivo de sembrar el terror entre la población, para quebrar de este modo la adhesión popular al gobierno constitucional.
Además de los muertos y heridos, el gran legado del atentado fue sentar las bases para que meses después, en septiembre del mismo año, se efectivizara el derrocamiento de Perón y se impusiera como gobierno de facto la dictadura cívico militar autodenominada Revolución Libertadora.