En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, cabe preguntarse, o al menos reflexionar, qué sucede con los derechos de les niñes y adolescentes en el país. Según el último informe del Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Catolica Argentina (UCA) el trabajo infantil afecta a 1,3 millones de ellos. Este indicador se suma a los del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que señalan que 2 de cada tres menores son pobres.
Pero, ¿por qué estos datos cobran otro sentido si se relacionan? De acuerdo con la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes, esta problemática social es multicausal. Uno de los principales factores es el económico, ya que ocurre, por lo general, en familias sin acceso a un trabajo digno.
La “ayuda” como naturalización que vulnera derechos
Los datos del mencionado informe, correspondiente al segundo bimestre de 2022, revelan que un 15% de la población entre los 5 y 17 años de Argentina se ve afectada por la actividad económica y tareas del hogar.
De ese porcentaje, un 6,9% realiza un trabajo doméstico intensivo. Es decir, llevan adelante tareas como limpiar, lavar, planchar, cocinar, realizar las compras, y cuidar de sus hermanes. Otro dato a destacar es que, en la mayoría de los casos, son niñas y mujeres adolescentes quienes realizan esta actividad.
Asimismo, el 9,2 % desempeña tareas económicas vinculadas al trabajo para algún familiar o conocide a cambio de una pequeña remuneración. Al analizar esta cifra, se deduce que 2 de cada 10 adolescentes se vieron involucrados en este tipo de relación “laboral” en el último año.
A nivel territorial, el primer caso se da en regiones de urbanización donde prevalecen las desigualdades sociales. Mientras que el segundo predomina en las provincias, áreas donde es más común el trabajo en el campo.
Cuando la realidad se lleva por delante los derechos
En un contexto donde el 66% de les niñes y adolescentes se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, o no acceden a sus derechos básicos, protegerles se hace difícil. Según UNICEF, alrededor de 8,8 millones de menores padecen carencias monetarias o algunos de los derechos fundamentales considerados en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
La Defensoría de NNYA sostiene que el trabajo infantil aparece como una problemática naturalizada e invisibilizada. Por ejemplo, sucede con las familias enteras que trabajan en los campos y talleres clandestinos.
Esto es resultado de una sociedad empobrecida, donde acceder a una Canasta Básica Alimentaria y a un derecho universal como la vivienda es un privilegio. Frente a este escenario, la cosecha de trigo, recolección de frutos y mucha ropa de la gran cantidad que se produce está hecha por manos infantes.
Cabe destacar que acá aparece otra cara de esta problemática: el abandono escolar. En los últimos seis años, 4 de cada 10 niñes y adolescentes que trabajan tuvieron déficit educativo.
La falta de tiempo para ir a la escuela, sumado a la preocupaciones que nada tiene que ver con el ámbito escolar, no dejan espacio en sus vidas para ocuparse de problemáticas acordes a su edad. Les niñes no pueden aprender si la realidad familiar está orientada a la falta de ingresos para sobrevivir. Esto genera una distancia entre los derechos y las realidades. Pero además, crea diferencias sociales que no permiten que eses niñes y adolescentes que trabajan puedan socializar con pares de su misma edad que no trabajan.
Aunque el trabajo infantil en Argentina está prohibido por la Ley 26.390, es un reto que aún persiste. Por eso, esta fecha le recuerda al mundo la responsabilidad de los Estados a garantizar infancias y adolescencias que gocen de forma plena de sus derechos.