Desde el 14 de mayo se sumó a la cartelera porteña La Navidad de Georgina, la comedia dramática de Carolina Sturla que resultó ganadora del Concurso de Dramaturgia Arte Vivo 2019. La obra está dirigida de manera certera por Mariana Díaz, y es una de las sorpresas más agradables en teatro de lo que llevamos del 2023.
Su trama gira en torno al tema de los conflictos extremos y la construcción de relaciones tóxicas dentro de una familia. Una sensacional Daniela Catz encabeza un magnífico elenco compuesto por Juan Cereghini, Laura Amatto Loyarte, Gabriel Schapiro y Patricia Rivero. Las funciones son los domingos a las 20:30 hs, en el Teatro El Tinglado, Mario Bravo 948, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
El moderno texto de Sturla presenta una entretenida historia surrealista y realmente divertida. Es de esas comedias costumbristas que, en el fondo, esconde un gran drama con tintes modernos, y con personajes de fácil identificación.
Una de las claves de la obra es presentar los conflictos sin rodeos. Esto hace que desde su inicio atrape a la platea, con una creciente dinámica y emotivas revelaciones.
La Navidad de Georgina
La acción comienza con dos hermanos: ella es la dueña de casa y él es el primer llegado a una reunión familiar para festejar la noche buena. La siguiente en arribar a es su madre, quien sorprende a sus hijes con la noticia de estar de novia. Pero la gran sorpresa se da cuando este próximo integrante de la familia da el presente en el lugar sin ser invitado.
Desde esta premisa, poco a poco los secretos más oscuros se desvelan y la verdad de todes les integrantes de este seno familiar salen a la luz. Uno de los grandes aciertos de la obra es la creación de dichos personajes: una madre y su hija, dos personalidades disparatadas, surrealistas, llenas de contradicciones, y de miradas tan diferentes de enfrentar la vida.
Además, también hay personajes masculinos muy bien definidos, más la frescura de la juventud representada por una hija adolescente. Todes juntes dan forma a las diferentes relaciones que se pueden dar para bien y para mal, dentro de un seno familiar donde la falta de comunicación no es el mayor de los problemas.
El gran peso de las buenas interpretaciones
La directora maneja a les actores con bastante solvencia. Sin duda, estos son los pilares fundamentales sobre los que se sustenta la puesta en escena. Son 60 minutos de buen teatro, donde no sobra ni falta nada. Tanto Daniela Catz como Juan Cereghini realizan dos actuaciones sobresalientes.
Catz tiene la capacidad de transmitir toda la fragilidad de su personaje, la inseguridad y sus miedos. También ofrece una actuación muy natural, como siempre demuestra en sus interpretaciones, pero esta vez muy generosa de matices.
Por su parte, su compañero Cereghini no se queda atrás. Su actuación también resulta totalmente convincente y certera, tanto para los momentos de picardía como para lo más dramático.
El elenco se completa con Patricia Rivero, la cual sorprende para bien en su papel de madre que escapa de ciertas responsabilidades como así también de la madurez. También se da el permiso de apostar al amor sin condiciones, en brazos de un hombre mucho más joven.
También participa Laura Amatto Loyarte, muy bien en el papel de hija rebelde y confidente de su tía, y por último aparece Gabriel Schapiro, quien da vida a su padre y suma momentos disparatados más un tanto caricaturesco, que provoca más de una carcajada en el espectador.
Dentro de la puesta en escena, sencilla pero vistosa de la mano de Lau Polet, hay que destacar el diseño de luces de Soledad Ianni y la ambientación musical de Pablo Viotti, acertadísima para subrayar los momentos claves durante toda la función.