En los últimos meses, los fraudes y estafas a partir de las compras ilegales de cuentas bancarias y billeteras virtuales aumentaron exponencialmente en Argentina. Sin saberlo, miles de personas se están convirtiendo en “mulas bancarias” y entregan sus datos personales a bandas criminales que cometen delitos en su nombre.
Abrir una cuenta con CBU (Clave Bancaria Uniforme) o CVU (Clave Virtual Uniforme) es relativamente sencillo: solamente se necesita presentar una foto del Documento Nacional de Identidad (DNI) o un video de la cara de la persona interesada en tener la cuenta. A partir de allí, las áreas de onboarding de los bancos se ocupan de validar los datos personales y dar acceso a les nuevos usuaries.
El problema es un fenómeno que cada vez adquiere más popularidad: en las últimas semanas aumentaron las cuentas en redes sociales que compran tanto cuentas de bancos tradicionales o virtuales, como de billeteras virtuales o de empresas cripto. A cambio ofrecen una suma de dinero relativamente baja, alrededor de $5.000.
De esta manera, personas completamente desconocidas acceden a los datos personales y sensibles, y a cuentas que tienen validez para operar en los mercados y a nivel bancario. A su vez, les compradores luego revenden los datos a terceres que llevan adelante las estafas y fraudes, y hasta operaciones de lavado de dinero.
Las consecuencias
La falta de educación financiera es una de las claves de esta problemática. Muchas personas reales, viendo una oportunidad económica en abrir una cuenta con tanta facilidad para luego vendérsela a un desconocide, no toman dimensión de los problemas a futuro que puede significar una operación de este estilo.
No solo que los titulares de las cuentas ponen en riesgo su seguridad al difundir sus datos personales a estafadores, sino que, una vez que se detecta un fraude a su nombre, la persona queda informada en un registro común entre las empresas financieras, por lo que puede quedar inhibida y afectar sus posibilidades para operar en bancos o hacer pagos de manera digital.
“El esquema de las mulas es muy feo. Es gente que se expone y que, por muy poco dinero, se pone en peligro”, sostuvo Alfonso Martel Seward, director del área de compliance de Lemon, en diálogo con la agencia de noticias Télam. “El problema de las mulas es una epidemia global. Hay formas de combatirlo, pero es sumamente difícil”, añadió.
Por su parte, el cofundador de Let´s Bit, Agustín Abraham, aseguró a Télam que “hace rato que veíamos este fenómeno, pero podría decirse que en abril explotó la cantidad de usuarios que venden sus cuentas o que llegan a Let´s Bit a través de haber comprado la cuenta”. El fenómeno está en alza, y son múltiples les compradores que pueden encontrarse tanto en Facebook como en Twitter, Instagram o Telegram.
“El problema es que, en abril, ya creció tanto que tuvimos que salir a contratar gente específicamente para esto, para frenar cuentas que se usaban para hacer estafas”, sostuvo Abraham. Una de las dificultades para lidiar con el problema es que la cantidad de denuncias que radican les propies usuaries que vendieron sus datos son muy bajas.
Por esta razón, una de las pocas soluciones que las empresas tienen para reconocer estas prácticas ilegales es la utilización de mecanismos de inteligencia artificial que detecten los movimientos sospechosos. Aún así, por el momento parece no ser suficiente, y crece la preocupación por la magnitud que puede llegar a tomar la cuestión.