Los Padres Terribles (Les Parents Terribles), el clásico que el dramaturgo francés Jean Cocteau escribió en 1938, actualmente forma parte de la cartelera teatral porteña. La obra, con risas y drama, expone la vida de un hogar repleto de egoísmos, celos, infidelidades, apegos, y sobreprotección.
Las funciones se llevan a cabo de viernes a domingos a las 20h en el Centro Cultural Caras y Caretas 2037, ubicado en Avenida Sarmiento 2037, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). La obra cuenta con las actuaciones de Luis Ziembrowski, Ana Katz, Sofía Gala Castiglione, Ana Garibaldi y Max Suen.
En la historia original de Los Padres Terribles, el papel de la madre es de una persona miedosa, ansiosa y sobreprotectora de su hijo de 22 años. El rol del esposo y padre, plantea que tuvo en el pasado un romance con su cuñada y luego es amante de la novia de su hije. Tanto el padre como la madre, se oponen a la relación de les jóvenes.
Por otro lado, la puesta en escena fue recreada en varios países como Inglaterra, Uruguay, España y Estados Unidos. En Argentina tuvo una versión anterior en el Teatro El Cubo de Buenos Aires (2007), interpretada por Mirta Busnelli, Luis Machín, Noemí Frenkel, Nahuel Pérez y María Alché, bajo la dirección de Alejandra Ciurlanti.
En 2023, Daniel Veronese adaptó y dirige Los Padres Terribles. Veronese invirtió roles familiares. El resultado es una comedia negra, salvaje e impredecible. La nueva versión establece nuevos paradigmas, se pregunta qué ponemos en primer orden cuando se trata del amor, cuando defendemos la familia, y cuando nos sentimos padres, por sobre todas las cosas.
En definitiva, la obra indaga, sin bordes, sobre la materia de los sentimientos que, hipotéticamente, nos hacen humanos. Las entradas pueden adquirirse por Alternativa Teatral.
Conociendo sobre la adaptación de Los Padres Terribles a cargo de Daniel Veronese
Nota al Pie conversó con Daniel Veronese, actor, dramaturgo y director de Los Padres Terribles, quien dio a conocer cómo fue el proceso de cambios en la pieza teatral francesa. Tiene amplia experiencia en el mundo artístico, miembro fundador del grupo de teatro El Periférico de Objetos y ganador de varios premios Konex, entre otros.
Tuviste la oportunidad de ver Los Padres Terribles en la versión argentina que se hizo en 2007, ¿qué fue lo que más te llamó la atención para querer dirigirla en el 2023?
Recuerdo que fui a verla un 9 de julio cuando nevó en Buenos Aires, no conocía la obra pero quedó en mi recuerdo lo que vi. A mí las obras no me sorprenden pero ésta lo logró. Es una obra con un momento dramático interesante, eso es bastante para mí.
De lo que apreciamos al ver la adaptación, tuvo que ver más con invertir el rol de los personajes y no con el texto en sí.
Los cambios se dan como cuando se esculpe arcilla, tienen mucho de resonancia porque ahora son otros tiempos. La obra original en 1938 fue censurada, logré un cambio grande para volver contemporáneo el conflicto. En esta versión, el rol del padre es el cuidador del hijo y la madre sale a buscar una aventura. Éste cambio lo necesitaba, poner el acento sobre el género.
No cambié el texto, solo cambie el sexo, fuese la madre la que hiciera lo que en la obra original, hizo el esposo. Un padre que termina entregando su vida por el amor de su hijo y reflejar ¿hasta qué punto no es egoísmo? A nivel personal, soy papá de dos hijas y uno de los elementos más importantes de lo que aprendí fue el hecho de desapegarse de lo que uno cree que quiere, estoy hablando de amores menos nocivos que el de la obra.
¿Los Padres Terribles muestra todo el tiempo un concepto del amor equivocado?
Todos tienen amores y son egoístas, la tía no sabemos qué quiere. Los jóvenes quieren estar juntos, pero ninguno ama realmente como se debe al otro, más se aman ellos mismos. Una madre que no deja salir de su casa a su hijo, y un padre que va a buscar una aventura, esto hace 80 años era algo corrosivo, hoy no es nada nuevo.
Al ver la comedia, el público está atento permanentemente, se mantiene el suspenso en todo momento, sin duda esa cuota es resultado de tu trabajo como director.
A la obra le quité mucha hojarasca, me hacía perder del conflicto principal, porque quiero ir al hueso directamente. Si le robamos una hora y cuarto al espectador, quiero que esa hora sea de acción, es una de las cosas de los elementos más importantes del teatro.
Al dirigir, trato de explicarle al actor que la obra es la conjunción en este caso de cinco personajes, que todos son importantes y no debe haber momentos donde no pase nada. Si hay algo que no puede estar, lo quito porque menos es más.
Respecto al casting, ¿cómo fue el proceso de selección de les actores?
Fue armado con la producción y nos pusimos de acuerdo a quién llamar. Con Luis y con Ana había trabajado antes, con los demás no. Fue una búsqueda nada impuesta de ningún lado. Los ensayos fueron durante dos meses, tuvimos que posponer el estreno por un problema con la escenografía, pero se solucionó.
La escenografía no es llamativa, es sobria, minimalista ¿tuviste que ver en la elección?
La trabajé con Rodrigo González Garillo, es muy abierto a lo que pido. El trabajo está entre el teatro comercial e independiente, uso escenografía simple y a la vez utilitaria.
¿El público argentino se atrapa por las comedias dramáticas?
Los espectadores argentinos en los últimos años se han inclinado mucho por ese género. La prueba es que las producciones en teatro comercial, van siguiendo esa línea hacia las comedias en muchos casos livianas. La gente necesita reírse de cosas que inclusive, yo no me reiría.
Alguien me dijo alguna vez que los productores no deberían aleccionar al público, pero eso sería imposible, estamos hablando siempre hacia dónde va la gente.
De tu trayectoria se conoce que tu pasión va más allá de generar ingresos por el teatro.
Quiero hacer teatro, el teatro que me gusta, no me interesa ganar mucho dinero con eso. He tenido obras con éxitos tremendos y también con fracasos, en este momento de mi vida, quiero poner en escena las comedias y dar el tratamiento que me gusta.
En general, tengo un gran desconocimiento del material hasta que monto la obra. En el caso de Los Padres Terribles, intuí que estaba llena de secretos, porque tengo la necesidad de sorprenderme a mí mismo con lo que hago. A veces cambio cosas porque quiero que el público se sorprenda conmigo.
Además se notó que cambiaste el final de la obra
El final es más feliz que el original, porque en el que escribió Cocteau, todo estaba muerto. Hice que los jóvenes muy enamorados tuviesen una salida y se fuesen de la casa.