El pasado jueves 11 de mayo se estrenó la película “El Despenador” en el Cine Gaumont (Avenida Rivadavia 1635, Monserrat). El film, que tiene como personaje principal a Raymundo y cuenta detalle por detalle una leyenda jujeña, estará disponible en la famosa sala hasta el miércoles 17.
Raymundo es un antropólogo que se dedica a investigar al Despenador, un personaje andino cuyo oficio es terminar con la vida de las personas que ya no tienen un propósito en este planeta.
Este Despenador tiene como propósito ayudar a que este tipo de personas tengan un final deseado realizando la técnica del “abrazo certero”, el cuál no permite que se contagie la muerte mediante el aliento. Esta creencia proviene de una zona de La Puna en Jujuy, Argentina.
Para conocer acerca de la leyenda y el propósito del film, Nota al Pie dialogó con su director y guionista, Miguel Kohan, quien cuenta en detalle su opinión personal sobre esa práctica legendaria, y cuál es el verdadero papel del Despenador.
El Despenador y su verdadero objetivo…
Con “El Despenador” ¿qué mensaje intenta dar?, ¿qué opinión tiene usted sobre estas prácticas? Incluso, ¿cuál sería como tal el verdadero papel del Despenador?
Me encontré por primera vez con El Despenador, durante el rodaje de mi primera película “Salinas Grandes” en el 2002, ante un comentario de alguien del lugar que inmediatamente me cautivó. Luego lo investigué y vi que no había demasiado escrito sobre este personaje, comencé a indagar por mi cuenta no solo cuestiones referidas a El Despenador sino también a su entorno.
Descubrí que la tarea de El Despenador, de acabar con la vida de las personas enfermas que no terminan de morirse a través de un abrazo certero, es para evitar el contagio de la muerte a través del aliento, y así mantener un equilibrio entre la vida y la muerte, organizando las energías que los conectan.
Creo que esta visión nos acerca más a un baluarte de libertad y de vida que la noción de finitud que existe en occidente.
A lo largo de su carrera tanto como psicoanalista y director cinematográfico, ¿con qué desafíos hechos películas se ha encontrado? ¿Podría llegar a ser “El Despenador” un desafío de cómo encontrarnos con la muerte, las despedidas, el miedo y el dejar soltar?
El mayor desafío en las películas siempre ha sido no solo lo que me motiva contar sino el cómo y quién podrá vehiculizar de manera orgánica lo que allí me interesa representar, encontrar a un actor social que se instale en la reciprocidad para que lo que se vaya a narrar sea no solo la obra de un autor sino poder convertirme en consecuencia de la misma.
El Despenador no está para guiarnos frente a la muerte y sus miedos, sino que está para que el tránsito entre estas dimensiones contrapuestas de la vida y la muerte se organicen de manera fluida, respetando una ética del mundo andino y sus cosmovisión.
Finalmente, a modo personal, ¿qué podría destacar mediante sus conocimientos, del rodaje del film en cuestión?
El rodaje de la película tuvo momentos diversos, uno fue el de la investigación en donde junto al actor Rubén Fleita realizamos un viaje juntos para tratar de acercarnos a cómo era la tarea de un antropólogo.
Para ellos fuimos a celebraciones y rituales muy íntimos en poblados muy pequeños en donde nos aceptaron e incluyeron de manera muy abierta. Esta situación nos permitió estar muy conectados con lo que allí ocurría y lo que allí registramos en ésta etapa de investigación formó parte del material de la película dado lo verosímil de sus imágenes. La otra situación para destacar en el rodaje fue el momento en que se realizó.
Es una película que tiene como uno de los temas el “contagio de la muerte a través del aliento”, y mientras se desarrollaba el rodaje veíamos como empezaba a expandirse la pandemia en el mundo por un virus que se transmitía por el aliento y que podría provocar la muerte o sea que había una frontera muy fina entre la realidad y la ficción que estábamos rodando y esa situación excepcional la dió una magnitud a las actuaciones impensada.