De manera reciente, un equipo internacional de investigadores publicó un estudio que demuestra que los grupos cazadores recolectores de América del Norte adoptaron el uso del caballo de forma completa desde mediados del siglo XVII, al menos 50 años antes de lo que se pensaba.
En la investigación, liderada por William Taylor de la Universidad de Colorado (Boulder, Estados Unidos), se afirma que los equinos llegaron desde lo que en la actualidad constituye el sur de Estados Unidos a través de redes de intercambio de manera rápida.
Dicho estudio contó con aportes de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), quienes, con fines comparativos, brindaron información sobre el uso de los caballos en las comunidades tehuelches de la Patagonia de siglos previos.
Los resultados de este trabajo fueron publicados en la prestigiosa revista Science y proporcionan un modelo de contraste para evaluar similitudes y diferencias en los tiempos y mecanismos de adopción de caballos por parte de los cazadores, lo que permite una discusión más amplia sobre el impacto cultural de esta incorporación.
Las procedencia histórica de los caballos
Este animal es fundamental para muchas culturas indígenas en todo el suroeste de Estados Unidos y en las grandes llanuras. Sin embargo, a ciencia cierta, no se tenía claro cuándo y cómo los mismos se integraron por primera vez en el estilo de vida indígena.
En este marco, se realizó un estudio interdisciplinario de un conjunto de restos arqueológicos históricos de caballos, integrando evidencias genómicas, isotópicas, de radiocarbono y paleopatológicas.
La investigación, que lleva como título “Dispersión temprana de caballos domésticos en las grandes llanuras y el norte de las montañas rocosas”, muestra que los caballos norteamericanos arqueológicos y modernos tienen fuertes afinidades genéticas ibéricas, con una afluencia posterior de fuentes británicas, pero sin proximidad vikinga.
Los caballos tuvieron su evolución en América del Norte y se expandieron hacia Eurasia a través del puente terrestre de Bering, donde luego continuaron evolucionando y siendo domesticados.
Aunque, según el conocimiento actual, los caballos desaparecieron de América del Norte a finales del periodo geológico del Pleistoceno y fueron reintroducidos posteriormente por los colonizadores europeos.
En esta línea, les investigadores examinaron la genética de los caballos en el Viejo y Nuevo Mundo y estudiaron sus muestras arqueológicas. Como resultado, no se encontró evidencia de ascendencia directa del Pleistoceno de los equinos norteamericanos, pero se descubrió que los caballos de ascendencia europea se habían integrado en las culturas indígenas en el oeste de América del Norte mucho antes de la llegada de los europeos a esa región.
En este contexto, los caballos se extendieron rápidamente desde el sur hacia el norte de las montañas rocosas y las llanuras centrales en la primera mitad del siglo XVII d.C., probablemente a través de redes de intercambios indígenas.
Les investigadores
El estudio se encuentra encabezado por William Taylor, profesor en el departamento de Antropología de la Universidad de Colorado, en Boulder. Su investigación se centra en la relación entre humanos y animales, con un enfoque tópico en caballos y domesticación de animales, y un énfasis técnico en arqueozoología, arqueología glacial, ciencia arqueológica y tecnologías emergentes.
Taylor, que tiene proyectos de campo en curso en las grandes llanuras y el suroeste de EE.UU, así como en Mongolia y las estepas de Asia Central, también realiza investigaciones sobre colecciones de museos en China, Australia y América del Sur.
El estudio también incluye al investigador del CONICET Juan Bautista Belardi, quien contribuyó con resultados de trabajos realizados con colegas tanto de la institución gubernamental como de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA). Además, de dicha institución también participaron Cristian Kaufmann, María Clara Álvarez, María Amelia Gutiérrez, Agustina Massigoge y Luis Alberto Borrero.
Los restos de caballos obtenidos en sitios arqueológicos de las cuencas de los ríos Gallegos y Coyle fueron analizados comparativamente, tanto desde el punto de vista cronológico como genético, y también se excavaron sitios arqueológicos y se analizaron colecciones de museos.
De acuerdo a Belardi, el estudio evidencia que los caballos desempeñaban un papel fundamental en la cultura de las sociedades cazadoras recolectoras mucho antes de la llegada de exploradores y viajeros en el siglo XVIII.
En esta línea, el investigador aseguró que “facilitaron la caza (de bisontes en América del Norte y guanacos y choiques en Patagonia), los desplazamientos y el transporte, por ejemplo, de viviendas como tipis (en América del Norte) y toldos (en Patagonia)”.
Asimismo, Belardi agregó que también se convirtieron en una nueva fuente de alimentos y materias primas, lo que implicó un gran cambio tecnológico y social.
A su vez, el estudio incorporó las opiniones y tradiciones orales de poblaciones nativas americanas como en el caso de jefes y ancianos Lakota, que participaron además en el trabajo como coautores. Estos originarios sostienen que los caballos han sido parte de su pueblo mucho antes de que otras culturas vinieran a sus tierras.
No obstante, Belardi también resaltó que este estudio “es un caso de trabajo no sólo interdisciplinario, sino de colaboración entre distintas universidades e institutos de investigación de América, Europa y Asia y también de diferentes cosmovisiones”.
Los resultados se obtuvieron a través de la excavación de sitios arqueológicos y el análisis de colecciones de museos que contienen huesos de caballos, lo cual permitió fecharlos y llevar a cabo estudios genéticos e isotópicos.