La República de Sudán se encuentra, una vez más, al borde de la guerra civil. El enfrentamiento entre dos facciones militares sumergió al país en un nuevo espiral de violencia que, a pesar de las treguas temporales, profundizó la grave crisis humanitaria existente.
El estallido, a su vez, no solo supone un gran peligro para las 45 millones de personas que viven en la nación africana sino que también amenaza con extenderse más allá de sus fronteras.
El origen del conflicto
Para explicar el origen del conflicto es necesario remontarse al año 2019. En aquel entonces, tras gobernar 30 años con la represión como regla, el dictador Omar al Bashir fue derrocado mediante un golpe de Estado. En su lugar, se formó un gobierno de transición cívico-militar, encabezado por Abdalla Hamdok, que tenía el objetivo de preparar al país para unas elecciones democráticas en el año 2023.
Sin embargo, la experiencia del gobierno de transición fue más corta de lo esperado: en 2021, un golpe de Estado militar puso fin al gobierno de Hamdok. El líder de las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS), el general Abdelfatah al Burhan, y el jefe del grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), Mohamed Handam Dagalo (también conocido como Hemeti), tomaron el poder.
Con los dos hombres más poderosos del país a la cabeza del Ejecutivo, mientras se planificaba una transición para dar pie a un gobierno civil, las grietas en la alianza gobernante empezaron a aparecer. El desencadenante, además de las marcadas diferencias que había sobre la situación política, fue la propuesta de unificar el Ejército, que incluía la integración de las FAR al mismo bajo la supervisión civil.
El pasado 15 de abril empezó el enfrentamiento armado entre ambas facciones, aunque se desconoce quién abrió fuego primero. Desde entonces, a pesar de algunas treguas temporales que poco se respetaron, los intensos combates entre ambos bandos no dieron respiro, y dejaron como saldo centenares de muertes e incluso cientos de miles de desplazades.
La profundización del drama humanitario
La grave escalada de violencia que vive Sudán ha profundizado su difícil situación social. La agencia para los refugiados (ACNUR) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que se estima que en las próximas dos semanas más de 800.000 personas puedan salir del Estado africano hacia los países vecinos a causa del conflicto.
Según indicó la portavoz de la agencia, Olga Sarrado, más de 100.000 refugiades se encuentran entre las personas que han tenido que desplazarse de su país natal hacia las fronteras vecinas. En tanto, hacia el interior de Sudán existen más de 330.000 desplazades internes.
“Los movimientos transfronterizos más significativos hasta ahora han sido los refugiados sudaneses que llegan a Chad o Egipto, junto a los sursudaneses que regresan a Sudán del Sur”, afirmó la agencia en un comunicado.
Del mismo modo, el portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Paul Dillon, sostuvo que el 72% de los desplazamientos internos sucedieron en los Estados de Darfur Occidental y Darfur Meridional.
En la misma línea, precisó que el deterioro de la situación presenta cuatro características. En primer lugar, el aumento de las muertes de civiles; en segundo lugar, la destrucción de las instalaciones de salud, agua y comunicación. Como tercer punto está la escasez de suministros; y, por último, las malas condiciones en los puntos fronterizos que se encuentran desbordados.