La situación social de las mujeres en Afganistán se deterioró por completo a partir de agosto de 2021, cuando los talibanes llegaron nuevamente al poder tras ocupar dicho rol entre 1996 y 2001.
Haciendo respetar la Ley Islámica, se les ha prohibido el acceso a la universidad, la oportunidad de un trabajo, además de nulas libertades sociales. Por otra parte, han prohibido la educación de las niñas.
Sin ir más lejos, en marzo los talibanes dieron marcha atrás en la reapertura de escuelas secundarias para niñas y adolescentes a pesar de que se habían comprometido a reabrirlas. Desde un primer momento, la persecución a las mujeres y encarcelación de periodistas fue el principal objetivo de los talibanes.
Ante esto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reclamó al gobierno talibán que reviertan “rápidamente” las medidas de restricción contra las mujeres. Además, condenó la prohibición impuesta de que puedan trabajar para el organismo.
La reciente resolución, expedida por la ONU y aprobada por unanimidad por un órgano de 15 miembros en Nueva York (Estados Unidos), pide la «participación plena, igualitaria, significativa y segura de las mujeres y las niñas en Afganistán».
Además, insta a todos los países y organizaciones a “promover una revisión urgente” de las políticas de los talibanes. Por otro lado, advierte sobre la «desastrosa» situación económica y humanitaria.
La resolución «subraya» la importancia crítica «de poder contar con una presencia constante de la Manua (misión de la ONU en Afganistán) y de otros organismos, fondos y programas de Naciones Unidas en todo Afganistán».
El pasado 4 de abril los talibanes prohibieron a sus empleadas afganas trabajar con la organización en todo el país y después de la Manua comenzó a revisar el funcionamiento de las operaciones de la ONU en Afganistán.
El Consejo también asumió que debe «contribuir a remediar los problemas considerables que pesan sobre la economía afgana, al esforzarse, por ejemplo, en permitir el uso de los activos que pertenecen al Banco Central de Afganistán, en provecho del pueblo afgano».
La historia del poder islámico en Afganistán
Los talibanes surgieron en 1994, producto de la agitación posterior a la retirada de las fuerzas soviéticas en 1989. Se trata de un grupo arraigado en las zonas rurales de la Provincia de Kandahar, en el sur del país.
Luego de que el país haya caído en el caudillismo y una brutal guerra civil, los talibanes con su promesa de anteponer los valores islámicos y luchar contra la corrupción que impulsaban los señores de la guerra. Después de meses, se adueñaron de gran parte del país.
En 1996, los talibanes declararon un Emirato Islámico e impusieron su estricta interpretación del Corán y la aplicaron con brutales castigos en público, entre ellos azotes, amputaciones y ejecuciones en masa. Además, la ideología dicta que las mujeres solo deben ocupar roles sociales limitados.
Luego del derrocamiento por una coalición liderada por Estados Unidos, las mujeres avanzaron mucho en materia de derechos producto de las dos décadas de ocupación estadounidense.
Sin embargo, cuando en agosto de 2021 los talibanes retomaron el poder, todos esos logros se vieron destrozados y se reinstauró una interpretación de la ley islámica que asfixia los derechos de las mujeres.
El nuevo gobierno prohibió a las niñas asistir a las escuelas y deben vestirse de pies a cabeza con burkas que las ocultan en público. Por otra parte, cualquier mujer que viaje a más de 70 kilómetros de su casa deberá ir acompañada por un pariente masculino.
Ante esta situación y tras la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, afirmaron: “Afganistán tiene obligaciones en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, pero ninguna de las iniciativas tomadas hasta ahora han detenido los abusos de los talibanes”
Finalmente, cerraron el informe manifestando que “Esta resolución debe ir acompañada de máxima presión internacional para enviar a los talibanes el mensaje de que los derechos de las mujeres y las niñas no son negociables: son universales e inalienables”.