La noticia había sobrevolado los medios en las horas previas a la 95° Edición de los Premios de la Academia, quizás la filtración quiso capitalizar el valor del protagonista de la nominada al Oscar a la Mejor Película Internacional Argentina, 1985. En sí, su apellido es enorme. Pero ahora, Ricardo Darín lo confirmó: protagonizará la primera adaptación de la historieta argentina El Eternauta de Héctor Germán Oesterheld.
“Estamos por empezar dentro de muy poco tiempo. Es un proyecto enorme, enorme, enorme. Va a ser realmente muy complejo y muy complicado hacerlo”, explicó durante una entrevista con CNN Radio. La confirmación del casting de Darín llega días antes del aniversario 46 de la desaparición a manos de la dictadura militar del autor del cómic.
Aunque Netflix anunció la producción en febrero de 2020, se sabe poco acerca de su desarrollo y cuándo estará disponible en el servicio de suscripción. El director será Bruno Stagnaro, quien debutó co-dirigiendo con Adrián Caetano Pizza, birra, faso (1998), la película que marcó el inicio del Nuevo Cine Argentino. Desde entonces, Stagnaro ha dirigido series como Okupas (2000) y Un gallo para Esculapio (2017), y ha estado detrás del proyecto de El Eternauta desde hace casi tres años.
El Eternauta es uno de los doce proyectos audiovisuales que fueron seleccionados por la BA Producción Internacional, perteneciente a la plataforma Impulso Cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Este programa otorga el beneficio de recibir una devolución del 20% de los gastos y está pensado para producciones audiovisuales realizadas con inversión internacional.
El Eternauta una historia de resistencia
El Eternauta es una obra seminal de la literatura nacional, publicada en el suplemento semanal Hora Cero entre 1957 y 1959, escrita por Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López.
Su historia comienza con el propio Oesterheld, que en un ejercicio de metaficción se utiliza a sí mismo como personaje, como un guionista de cómics. Su participación en la historia consiste en escuchar el relato de las vivencias de Juan Salvo, «el Eternauta», un hombre que se materializa en su casa sin previo aviso.
En tiras semanales, Juan narra cómo junto a su familia y amigos lucharon por descubrir el misterio de una impresionante nieve tóxica que caía al azar, matando a cualquiera que entrara en contacto con ella. Este viaje conduce a un conflicto entre humanes y extraterrestres, y finalmente resulta en el desapego espacio-temporal de Juan. Un sentido de esperanza subyace en esta historia y puede leerse como la lucha del hombre común para eludir el yugo de la opresión del colonialismo y el ciclo de esclavitud que engendra la guerra.
A pesar de su publicación episódica original, es una narración única cuidadosamente mapeada. Su carácter literario es parte de lo que ha hecho de esta una historia duradera, capturando la imaginación de lectores, escritores y artistas durante más de sesenta años.
El héroe verdadero es el héroe colectivo
Oesterheld, al escribir sobre el desarrollo de estos personajes, habla de la idea del heroísmo: “El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ´en grupo´, nunca el héroe individual, el héroe solo”.
Lo más destacable de esta historia distópica es que hace lo que la ciencia ficción puede hacer tan bien: preguntas difíciles sobre el mundo mientras plantea una premisa para que el lector reflexione “¿qué podemos hacer para cambiar las cosas?”. Al final, el historietista se cuestiona ¿es suficiente contar la historia? Quizás no, pero, de nuevo, podría serlo.
Oesterheld utiliza el vehículo de la historia para abordar muchos de los temas políticos globales apremiantes de la época, pero desde un punto de vista netamente argento. Hay referencias, abiertas e implícitas, a la Guerra Fría. Pero no es propaganda de miedo al comunismo como todas las producciones norteamericanas de la época; tampoco es propaganda anticapitalista. Más bien, está escrito desde el punto de vista de la persona común en un país indirectamente amenazado por la escalada del armamento nuclear y el constante espectro de la guerra mundial.
En la escena inicial del juego de truco, después de enterarse de que una nube de polvo radiactivo se mueve hacia el sur, los personajes solo comentan al pasar sobre el peligro que representa el militarismo norteamericano. Con ironía lo llaman un «pasatiempo» y se preguntan cuándo se detendrá Estados Unidos y luego volverán a su juego de cartas. Es un momento sorprendentemente desdeñoso que también aplica al presente.
A medida que la historia va de mal en peor a catastrófica, los personajes luchan y ganan, escalando las batallas correspondientes. El contraste entre la desesperanza opresiva de la situación, la supervivencia y el triunfo casi milagroso de los protagonistas es espinoso y político. Que lo peor saca lo mejor de la humanidad es quizás un cliché, pero es una observación que vale la pena repetir algunas veces.
Salvo es, después de todo, un salvador, y el escritor tenía la intención explícita de que el personaje fuera un hombre común alegórico. La resiliencia de la gente gana el día, no una fuerza militar abrumadora ni un héroe solitario salva al mundo.
Activismo político y desaparición
Nacido en Buenos Aires en 1919, Oesterheld quedó embelesado por la ciencia ficción desde muy joven y escribió, en un texto que Fantagraphics ha incluido en su reimpresión de la serie, que Julio Verne y Robinson Crusoe eran sus favoritos.
Trabajó primero como periodista antes de convertirse en escritor de historietas, pero tras el final de El Eternauta en 1959 y una serie de desgracias económicas, Oesterheld se volvió aún más político. En 1968 llegó a escribir una historieta biográfica del Ché Guevara, que posteriormente fue prohibida por el gobierno. Trabajó en proyectos como Dr. Morgue con Alberto Breccia y Sargento Kirk con Hugo Pratt. Oesterheld cultivó una obra rica, y a medida que florecía su carrera, la política pasó a primer plano.
Su cambio político es evidente en la secuela de El Eternauta, El Eternauta Segunda Parte, que se publicó en 1976 y se centra en una Argentina futurista en la que una dictadura militar fascista controla el país. Este escenario ni fue ficticio ni ocultaba metáforas, fue abiertamente político incluso para el lector menos astuto. La fuente del conflicto de Oesterheld con el gobierno argentino es obvia.
Esta breve historia es similar a la de varios otros países latinoamericanos que pasaron más del Siglo XX gobernados por un general que por un presidente. Las Juntas Militares estaban en conflicto directo con los ideales de izquierda por los que Oesterheld luchó, y fueron estos ideales los que eventualmente conducirán a su desaparición.
Oesterheld fue secuestrado el 27 de abril de 1977 en La Plata. Posteriormente, fue visto en prisión y se cree que murió en algún momento de 1979 a manos de la Dictadura Militar. Sus hijas, que militaban con él, también fueron secuestradas junto con sus maridos. Francisco Solano López huyó de Argentina a España por temor a correr la misma suerte.