Jerónimo Batista Bucher se graduó como abanderado nacional en la Escuela Técnica ORT de Belgrano, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). A los 18 años creó una máquina para fabricar vasos ecológicos, que llamó “Sorui”, en el marco de un proyecto contra la contaminación ambiental.
Fue por esta iniciativa que fue elegido por Harvard y el MIT (Massachusetts Institute of Technology) como uno de los 100 Líderes del Futuro a Nivel Global. Además, en 2017 estuvo en Berlín como representante en la cumbre de jóvenes del G20. En la actualidad, cursa dos carreras en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM): Ingeniería electrónica y Biotecnología.
En una charla exclusiva con Nota al Pie, Batista Bucher destacó el concepto de “antropoceno” como idea posible para dimensionar el alcance de la problemática del plástico en la actualidad. Al respecto sostuvo: “Estamos viviendo un momento tan particular que podemos pensar que la humanidad se ha vuelto una gran fuerza biológica que está moldeando nuestro planeta y dejando una huella indeleble, generando un impacto que nos puede definir cómo seguimos de acá para adelante”.
Asimismo, se refirió a su compromiso con el medio ambiente: “Siempre me interesó, desde chico me gustaba la ecología, participaba en olimpiadas científicas y de biología”. En esa línea, comentó que a partir de dichas experiencias aprendió “cómo funciona el mundo alrededor nuestro y el impacto que venimos generando como humanidad sobre los daños masivos”.
Sorui
El experto relató el inicio del proyecto “Sorui”, una máquina que produce y dispensa vasos que se biodegradan en dos semanas. “La idea surgió en la secundaria, donde mi disparador fue ver el uso tan cotidiano de estos plásticos”, explicó.
Luego, Batista Bucher hizo estimaciones y concluyó que cada año, en tan solo un colegio de la Ciudad de Buenos Aires, se generan 600 kilos de residuos plásticos. Esta cifra asciende a miles de millones si se consideran otros espacios de trabajo en donde se utilizan estos productos que tardan cientos de años en desintegrarse.
Por esta razón, comenzó su obsesión y pasión por la sustentabilidad. Investigó y conoció todo de ese mundo. De este modo, dio con los extractos de algas marinas, un tipo de compuestos a partir del cual se pueden generar materiales que son muy funcionales en ser impermeables y conformar productos tales como los vasos.
Respecto a la pregunta sobre cómo es el proceso de crear el vaso ecológico, dijo: “Vengo focalizando la parte del abastecimiento, utilizando materia prima de una especie que se llama Undaria pinnatifida, un alga exótica que afecta a las comunidades que habitan los fondos marinos e incluso a la economía local”.
La misma se viene propagando desde Asia, se acentuó en Puerto Madryn y ahora ya llega hasta Mar del Plata. A raíz de esto, Bucher busca frenar esa invasión, “poder sacar algo provechoso de ambos problemas y crear algo virtuoso”, remarcó.
Argentina no descarta
Además, el joven explicó que en 2019, comenzó con la campaña #Argentinanodescarta, la cual intenta impulsar las iniciativas de nivel municipal y nacional de proyectos sobre el uso de plásticos. También invitó a visitar el sitio web, en el que puede encontrarse variado material informativo.
“Inicié esta campaña donde básicamente se apunta a prohibir progresivamente los descartables plásticos”, subrayó. “Luego comenzó a expandirse junto al grupo Inaco Argentina y a sumar el apoyo de distintas organizaciones y creamos una plataforma web con material de acceso libre para que ciudades y pueblos de todo el país puedan implementar este avance y evitar la contaminación causada por estos residuos”, remarcó Bucher.
El plástico en todas partes
Apenas un 9% del plástico que se elabora en el planeta es reciclado, de acuerdo con un artículo de National Geographic. No es mucho, si se tiene en cuenta que la producción mundial del plástico alcanzó los 8.300 millones de toneladas métricas. Según dicho estudio, gran parte de ella se transforma en basura y termina, en su mayoría, en los océanos.
Además, se espera que para 2050 la producción llegue a los 12 millones de toneladas. Este dato resulta alarmante, ya que el plástico necesita alrededor de 400 años para degradarse.
En este sentido, Bucher reflexionó: “Si toda la sociedad no logra entender que nos afecta, es muy difícil que haya un cambio”. “Si no logramos entender que ese plástico está en todas partes, que ingerimos alrededor de 5 gramos de microplásticos por semana, como si estuviésemos comiendo un vaso descartable cada siete días. Incluso que está en nuestra sangre según un estudio reciente de unos holandeses, es difícil el cambio”, sostuvo.
La clave es arrancar y pensar una acción que después no se frene. “El cambio empieza cuando pasamos de preocuparnos a ocuparnos”, sentenció.
Por último, consultado sobre su futuro, el joven aseguró que cuando termine sus estudios su foco estará puesto en forjar iniciativas con ciencia y conciencia en Argentina.
“Poder contribuir desde la transferencia tecnológica y el fomento de la toma de decisiones basadas en evidencia a un desarrollo sustentable y soberano en el país. Asumiendo, a partir del privilegio del saber, la responsabilidad de actuar e integrando transversalmente estas perspectivas para ir construyendo un avance que sea ambientalmente responsable, socialmente justo y económicamente viable”, finalizó.