Tras su gira diplomática por China, Emmanuel Macron se sumó al coro de mandatarios que se rebela contra la supremacía del dólar en el comercio internacional. Posicionándose como el interlocutor del Multipolarismo Pluriversal en Europa occidental, el presidente francés convocó a la comunidad europea a construir “autonomía estratégica” para superar su dependencia política con Washington.
Nota al Pie analiza la correlación de fuerzas entre las potencias europeas y la cruenta disputa geopolítica que se despliega en el Viejo Continente como expresión de la profundidad de la confrontación internacional.
Reducir la dependencia, ¿del dólar?
Macron, en relación al uso del dólar, plantea deshacerse de su “extraterritorialidad”. En declaraciones públicas, el mandatario relacionó la supremacía de la moneda estadounidense a la dependencia económica que tiene Francia con Estados Unidos. Ciertamente, diversas naciones cuestionan la hegemonía del dólar en el comercio y las finanzas internacionales.
En esa línea, la situación en Ucrania sólo aceleró un proceso que se desplegaba ya que se amplificó el comercio bilateral en monedas nacionales entre países euroasiáticos como Rusia, Irán, Turquía, China e India.
Sin embargo, este nuevo ciclo ganó grados de estructuralidad y profundidad las últimas semanas, para desgracia de los intereses financieros que tienen asiento en Washington.
Por un lado, Arabia Saudita, potencia del Medio Oriente subordinada al Unipolarismo Financiero desde la Crisis del Petróleo en 1973, ignoró la demanda del presidente de EE. UU., Joe Biden, de aumentar la producción de crudo para amortiguar la inflación del país norteamericano. El miembro fundamental de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no solo actuó en acuerdo con Moscú, sino que demostró voluntad de comerciar por fuera del dólar el estratégico recurso.
Por otro lado, Brasil suscribió con China un sistema de intercambio bilateral a partir de reales y yuanes. Además, en el marco de la designación de Dilma Roussef como directora del banco del BRICS el pasado jueves en Shanghái, Lula Da Silva ratificó el posicionamiento de sus pares de discutir la supremacía del dólar. El realineamiento de una potencia oriental como Arabia Saudita, una sudamericana como Brasil y una de Europa occidental como Francia expresa la incapacidad del Unipolarismo Financiero de ordenar a quienes aún considera sus aliados.
La locomotora del desarrollo
La ola de cuestionamientos a la naturaleza subordinante del dólar tiene una explicación de orden geopolítica. Los asuntos internacionales atraviesan un momento de crisis a partir del enfrentamiento entre dos esquemas: el Unipolarismo Financiero anglosajón y el Multipolarismo Pluriversal euroasiático.
El primero, victorioso tras la Guerra Fría, se asienta en redes continentales e internacionales de capital financiero para imponer sus condiciones. El segundo, emergente a partir de la crisis del Consenso de Washington, sobre redes regionales e internacionales de capital industrial.
A diferencia del Unipolarismo Financiero, el Multipolarismo Pluriversal plantea la organización de los asuntos globales a partir de múltiples polos de poder: Europa oriental, Asia-Pacífico, Medio Oriente, África, Latinoamérica y el Caribe, Norteamérica, etc.
Su modelo de gobernanza no es el de un universo global donde hay un relato único sino un poliedro que se armoniza a partir de las diferencias. A partir de relaciones asociativas de cooperación donde “todos ganen” se opone a las relaciones coloniales de subordinación que se impusieron con la mentalidad imperialista. La no injerencia en asuntos internos de Estado es uno de los factores que favoreció su emergencia como proyecto geopolítico a principios de siglo, y con más claridad en el último lustro.
A propósito, el Multipolarismo se fortaleció en un escenario donde el capital financiero esterilizó las relaciones de cooperación a base de guerrerismo y caotización. En este sentido, la Iniciativa de la Ruta y la Franja sintetiza a la perfección una propuesta que pretende fortalecer los lazos regionales desarrollando obras de infraestructura que multipliquen la capacidad industrial de los países periféricos. Más de 150 países adhirieron al proyecto y se beneficiaron con inversiones en rutas terrestres y marítimas, por ejemplo. En el marco de la crisis internacional, el esquema multipolar es una locomotora de desarrollo.
¿Enano, gigante o gusano?
“Gigante económico, enano político y gusano militar”, es una histórica definición sobre la Unión Europea entre la intelectualidad y think tank internacionales. Desde su origen en 1957, Europa ha estado más centrada en sus propios asuntos que en ejercer un liderazgo político y moral en el mundo. El Plan Marshall cumplió el objetivo de subordinarla geopolíticamente a los intereses de Washington y desde aquel momento ha hecho poco y nada para proyectar poder internacional.
Sin embargo, jamás dejó de ser una zona de interés debido al volumen económico que tiene sobre los asuntos internacionales. El eje industrial ítalo-franco-germano acumula un poder económico fenomenal y es un eje de disputa para los esquemas geopolíticos que confrontan entre sí.
Para el Unipolarismo Financiero este eje representa una plataforma para aislar al bloque euroasiático. Para el Multipolarismo, una región para proyectar su influencia más allá de Europa oriental.
En la década pasada, Alemania hizo valer su expansión económica en el terreno geopolítico articulando con China y Rusia, particularmente, con Ángela Merkel a la cabeza. Sin embargo, la Francia de Macron parece querer reemplazar su lugar en un momento de profunda incertidumbre y de cruenta disputa a partir de la situación en Ucrania.
De esa manera se puede leer su visita diplomática a Shanghái la semana pasada, su voluntad de cuestionar la supremacía del dólar y también de diseñar un sistema de Defensa europeo autónomo de la OTAN. Su postura expresa una disputa al interior de la Organización del Tratado del Atlántico Norte pero también de la Unión Europea por el liderazgo.