Hasta finales de abril se puede seguir disfrutando de un espectáculo que fusiona el universo de la historieta con la magia del teatro. “Viñetas de un mundo roto” es una creación de Pablo Elías Quiroga, quien se las ingenió para llevar a escena una ficción dentro de otra ficción y salir airoso.
La propuesta puede marear a más de un espectador en un cruce de dimensiones, como de realidades ficcionadas, donde se mezclan y se transforman personajes.
“Viñetas de un mundo roto” es una historia divertida con algo de melodrama, acción y comedia. Las funciones son los sábados a las 17:30 hs, en el Espacio Callejón, Humahuaca 3759, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Sinopsis
Tolosa y Marcos viven en una pensión y escriben historietas sin descanso, mientras se ven obligados a vender pequeñas linternas en las calles para poder ganar algo para sobrevivir. Su presente no es el mejor, llenos de deudas al límite que solo les permiten alimentarse con arroz y bizcochitos triturados.
Todo se agudiza con la llegada de un extraño a su cuarto, lo que ellos consideran su guarida de creación. Una serie de disparatadas escenas mantendrán a la platea transitando el mundo real del ficcionado. Así, se crea un rompecabezas ideado por la mente de estos dos locos hacedores de aventuras de papel.
Un inicio que adelanta la locura
La obra comienza con un breve monólogo. No es más que un joven escritor repasando los textos de unos de sus personajes en voz alta. Todo lo que lo rodea refleja cierto caos: revistas por el piso, un escritorio con vasos y un paquete de bizcochos y ropa tirada sobre unas camas. Allí se descubre a otro joven de mirada perdida que lo escucha.
Luego de un cambio en la iluminación, el público es testigo de la llegada de una mujer y un hombre. Son la dueña del lugar y un nuevo compañero de cuarto a lo que solía ser una casa de familia. Rápidamente se da entender la situación: los chicos de la primera escena son dos amigos del hijo fallecido de la señora que entró a la precaria habitación, quienes viven casi de prestado en la casa.
Si este principio luce algo alocado, lo que sigue eleva la apuesta. Irrumpe en escena una de las creaciones de este dúo de jóvenes ambiciosos de fama en el ambiente de las historietas. Ella es una joven que se presenta como una heroína de un mundo subterráneo e inhóspito, quien además será la narradora de la historia.
Además de ser el hilo conector entre ambas historias plasmadas en la obra, es la joya codiciada por ambos. La locura llega a tal punto que uno de les protagonistas no logra ocultar estar perdidamente enamorado de ella.
Un enredo vivaz de personajes
El espectador de seguro se sorprenderá con esta propuesta donde todo cambia en un pestañeo. Con suma dinámica y cuidadas transiciones, el director Quiroga logra que la atención no decaiga en ningún momento. Las actuaciones están enmarcadas por vistosas proyecciones de las caricaturas que dan forma a la trama. En el lado negativo, la iluminación no es la adecuada y por momentos se pierden.
El elenco es solvente en general, donde las actuaciones lucen lúdicas, y en una mezcla entre la sensibilidad y la ingenuidad. Gastón Frías y Alejandro Hener, con magistrales actuaciones, son los que ponen el cuerpo a estos dos jóvenes que se adentran en el mundo de los comics y lo convierten en el suyo propio.
Marta Haller, como la dueña de casa, hace un trabajo actoral muy bueno con la cuota más dramática en la apuesta, sostenida en miradas, gestos, ocurrencias y locuras. Sofía Brihet es la más destacable dentro de este mundo de historietas, y suma los momentos más disparatados en la trama. Una interpretación vertiginosa que hace despertar risas, aunque su personaje se desdibuja hacia el final de la historia.
Completan el elenco Nicolás Balcone, Manuela Méndez y Ricardo Tamburrano, quienes no se quedan atrás con euforias participaciones. Aunque sus personajes logran características en un principio destacables, durante el transcurso de la trama se van perdiendo.
En resumen
“Viñetas de un mundo roto” es una propuesta llamativa y entretenida. Donde un par de escritores frustrados, casi como encerrados en una adolescencia eterna, son rodeados por superhéroes que ellos mismos han creado, quienes cobran vida en su mundo de imaginación. Es un escape a la dura realidad presente en escena.
Por su parte, la tarea de la platea es reinterpretar situaciones y descubrir múltiples mensajes. Todo eso encierra esta dinámica aventura escénica. Es una muy buena propuesta para pasar una tarde de sábado a puro teatro vanguardista, algo que no hay que perderse.