El pasado miércoles, la República Popular China y la República Federativa de Brasil sellaron un acuerdo a partir del cual las operaciones de comercio exterior o financiamiento entre ambos países se efectúen con sus propias monedas. Estados Unidos no tardó en reaccionar y alertó al resto de los países a que habrá sanciones para quienes eludan al dólar como moneda de referencia global.
En el marco del acuerdo entre China y Brasil, Nota al Pie realiza un análisis del escenario en clave geopolítica y sus alcances en Argentina.
Los BRICS y la canasta multipolar de monedas nacionales
China y Brasil acordaron un sistema que permite realizar operaciones de comercio y financiamiento entre ambas naciones convirtiendo reales brasileños a yuanes y viceversa. Es decir, salteando el histórico mecanismo que tiene al dólar como moneda de referencia para las transacciones internacionales.
El gigante asiático es el principal socio comercial carioca; sus intercambios bilaterales registraron un récord de 150.500 millones de dólares en 2022 y la dirigencia brasileña lo tiene claro. “La expectativa es la reducción de costos, promover aún más el comercio bilateral y facilitar inversiones en Brasil”, señaló en un comunicado la Agencia de Promoción de Exportaciones e Inversiones.
Sin embargo, la situación toma otro tono si se la encuadra en un escenario de crisis internacional en la que, entre otros aspectos, el dólar pierde lentamente su capacidad de influencia en el sistema monetario global.
Los BRICS, el espacio internacional que reúne a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, trabaja en una nueva moneda como alternativa al dólar que se anunciaría en la próxima cumbre en agosto. Su posible creación representaría un gran revés para el patrón dólar ya que los BRICS abarcan al 41,5% de la población mundial y el 32,1% del Producto Bruto Interno (PBI).
La caída del patrón dólar expresa el retroceso generalizado del Unipolarismo Financiero en la definición de los asuntos globales. Desde su imposición como moneda de referencia a partir de la Crisis del Petróleo en 1973, el dólar como divisa global fijó, no sólo las transacciones internacionales, sino también la acumulación de reservas de la mayoría de los países.
En cambio, el Multipolarismo Pluriversal, en franco ascenso, plantea un nuevo sistema monetario que se asiente en una canasta de monedas nacionales, entre las cuales esté incluído el propio dólar estadounidense.
¿La retirada del patrón dólar y el fin del Sueño Americano?
La nueva dinámica de la crisis internacional de poder ha impreso una aceleración en el desplazamiento del patrón dólar. Por un lado, el complejo panorama económico interno en Estados Unidos lo pone en aprietos.
Según el medio especializado en finanzas MPS Capital Services Banca per le Imprese SpA, el dólar estadounidense podría desplomarse hasta un 5% frente a otras divisas en el segundo semestre de este año.
La economía de Estados Unidos va camino a una recesión alimentada por la agresiva lucha de la Reserva Federal (FED) contra la inflación y la decisión de contener las recientes turbulencias bancarias.
Pero el grueso de la explicación se halla puertas para afuera. Los países del resto del mundo se han vuelto más dispuestos a rechazar el uso del dólar en sus transacciones comerciales producto de su ejercicio como herramienta de asfixia política por parte de Washington.
Por ejemplo, el boicot internacional que diversos países de occidente le propinaron a Rusia como castigo por la “invasión” a Ucrania generó un efecto bumerang. La estrategia de aislamiento aceleró los grados de acuerdo comerciales y financieros, preexistentes, entre naciones euroasiáticas como Rusia, China, India, Pakistán y hasta Arabia Saudita. En febrero y marzo de 2023 el Yuán se posicionó como la moneda más negociada en Rusia, de hecho.
En este sentido, la reacción de la dirigencia política estadounidense no tardó en llegar. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, manifestó preocupación por el acuerdo sino-brasileño. “Esta es una violación de los derechos de nuestros ciudadanos que dependen de un tipo de cambio del dólar estable en el mercado mundial”, declaró la funcionaria demócrata.
A su vez, amenazó a los países que avancen en “acuerdos mutuos” a que deberán afrontar “consecuencias”. En esa misma línea, el senador republicano por Florida Marco Rubio planteó: “En solo cinco años no podremos dictar nada a nadie con sanciones”. La caída del patrón dólar expresa el fin del Sueño Americano, mito asentado en la relación imperial de Estados Unidos con el resto del mundo.
Dependencia financiera y economía bimonetaria
La retirada imperial de Estados Unidos en el tablero internacional no significa que perderá influencia rápidamente en los asuntos globales ni que deje de aferrarse a herramientas políticas y económicas formidables. Una de ellas es, naturalmente, el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A partir del mecanismo de deuda externa, el FMI no solo absorbe las riquezas de los países deudores sino que aplica sobre ellos un programa de austeridad fiscal que monitorea regularmente. El caso de Argentina a partir de la ratificación de la dependencia financiera con el organismo, es uno más.
A propósito de ello, el pasado lunes, el presidente Alberto Fernández se reunió con su par, Joe Biden, para dialogar sobre la relación geopolítica entre ambas naciones. El carácter semicolonial de la relación entre ambas naciones permitió que el Departamento de Estado realice una cuádruple demanda para el diseño económico argentino.
Por un lado, el freno al desarrollo nuclear de Atucha; la revisión de la administración de la Hidrovía; el freno a las licitaciones chinas sobre el litio y la tecnología 5G; y el veto para la compra de aviones militares para controlar nuestro espacio aéreo. Más allá de las capacidades argentinas para desarrollar su propio diseño económico, es evidente que Washington aún tiene la definición de seguir imponiendo condiciones.
En paralelo, la pronta visita diplomática de la generala del Comando Sur, Laura Richardson, sugiere la profundización de acuerdos que perjudican el interés nacional. Estados Unidos no quita el ojo de los recursos estratégicos situados sobre el Atlántico Sur, y para ello sus funcionarios se reúnen continuamente con representantes del Ministerio de Defensa nacional. En esa misma línea, puede apreciarse las dificultades que tiene el Estado nacional para administrar los principales resortes de la economía.
El bimonetarismo y la atadura a partir de la deuda externa son dos expresiones del mismo fenómeno, y en ese marco vuelven a asomar las propuestas de dolarización practicadas en países como Ecuador o Hong Kong.