Un trabajo, elaborado por un equipo de investigadoras de los Estados Unidos, muestra que la interrupción crónica del sueño y la variabilidad de su duración pueden aumentar el riesgo de desarrollar aterosclerosis.
El estudio, dirigido por Kelsie Full y publicado en la revista científica Journal American Heart Association, realizó el seguimiento de 2032 participantes.
¿Qué es la aterosclerosis?
Dicha afección es una patología que produce un endurecimiento de las arterias debido a la acumulación de grasa, calcio o colesterol y puede llegar a bloquear la circulación de la sangre. Esto se traduce en una mayor carga de calcio en las arterias coronarias, un aumento de placa en las carótidas y la rigidez en los vasos sanguíneos.
Si bien existen investigaciones que revelan un vínculo entre el descanso y las enfermedades cardiovasculares, este trabajo permite acumular más evidencia en este sentido. No obstante, los resultados sugieren que mantener un ritmo y duración habitual del sueño colabora para evitar este tipo de dolencias. En consecuencia, la buena alimentación y la actividad física no son suficientes para su prevención.
Correlación entre el descanso y el ritmo circadiano
Entre les participantes del estudio, a quienes se les controló por espacio de siete días, aquelles que dormían de manera irregular tenían más chances de sufrir aterosclerosis en las arterias coronarias o periféricas. A largo plazo, estas condiciones pueden obstaculizar el flujo sanguíneo y provocar un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
Por lo general, estas enfermedades están asociadas a personas maduras pero la patología también puede iniciarse durante la niñez. Por otro lado, el descanso inadecuado, el tabaquismo, la obesidad, el colesterol y la presión arterial alta son otros factores desencadenantes de aterosclerosis.
La gran mayoría de las funciones fundamentales del sistema cardiovascular como la frecuencia cardíaca, el tono vascular, la presión arterial, las funciones endoteliales, entre otras, están reguladas por el ritmo del llamado “reloj” circadiano.
A su vez, la alteración del ritmo de este “reloj” puede interrumpir esas funciones que resultan en la aparición de inflamaciones crónicas, alteración del metabolismo en la glucosa, incremento de presión arterial o la activación del sistema nervioso simpático.
Todos estos factores predisponen al riesgo de desarrollar una aterosclerosis. Por lo tanto, una modificación del ritmo circadiano del organismo podría ser el vínculo entre alteración del sueño y enfermedades cardiovasculares. Una de las funciones esenciales del sueño es la de sostener ese ritmo y así, mantener al sistema nervioso funcionando adecuadamente.
Lecturas que arrojó la investigación
Luego del análisis de todos los datos del estudio, se elaboraron las siguientes conclusiones:
En primer lugar, “los participantes con duración de sueño irregulares, variaciones de más de dos horas en la semana, sufrían un aumento de hasta 1,4 veces más en la probabilidad de calcificaciones en las coronarias en comparación con aquellos con una duración del sueño más consistente. Las mayores cantidades de placas de ateroma se relacionarían con un mayor riesgo de infarto o ictus cerebral”.
En segundo lugar, “los participantes con variaciones de más de dos horas de sueño en la misma semana tenían hasta 1,12 veces más probabilidades de tener placa de ateroma en las arterias carótidas, y un riesgo casi dos veces mayor de presentar resultados anormales en sus análisis de índice tobillo-brazo, una prueba en la que se compara la presión arterial en los tobillos y en los brazos”.
En tercer lugar, “no hubo asociaciones entre la irregularidad de la duración del sueño y el grosor de las capas internas de las arterias carótidas”.
En cuarto lugar, “los participantes que variaban más de 90 minutos en una semana tenían una probabilidad un 1,43 mayor de tener calcificaciones en las arterias coronarias en comparación con aquellos con un horario del sueño más consistente, con variaciones de 30 minutos o menos”.
Por último, “hubo poca evidencia que relacione la irregularidad del tiempo de sueño con otros marcadores de enfermedad cardiovascular”.