La depresión es uno de los trastornos mentales más comunes en todo el mundo, con aproximadamente 300 millones de personas diagnosticadas. No obstante, existe un tipo de cuadro depresivo, la distimia, que resulta muy difícil de detectar tanto para quienes lo padecen como para quienes están a su alrededor.
La distimia, o “depresión sonriente”, es un trastorno que a menudo pasa desapercibido debido a su naturaleza subdiagnosticada. Se trata de un tipo de depresión leve pero continua, que puede durar incluso años.
Para saber más sobre la distimia, Nota al Pie conversó con el Dr. Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras.
El Dr. Corral destacó la importancia de prestar atención a ciertos estados de ánimo que a menudo se consideran normales. Sin embargo, podrían ocultar un trastorno depresivo persistente que, con el tiempo, podría empeorar y derivar en un trastorno mayor.
Cuando la voluntad no alcanza
“Es una enfermedad distinta de la depresión”, explicó el Dr. Ricardo Corral, psiquiatra graduado de la Universidad de Buenos Aires. “La diferencia radica en la duración y la intensidad de los síntomas, ya que la distimia es más persistente y prolongada”, continuó.
En este tipo de trastorno, los síntomas como la tristeza, el cansancio, las alteraciones en el sueño y la pérdida de interés en las actividades cotidianas tienen características menos agresivas que en una depresión mayor. No obstante, la distimia es un estado persistente ya que los síntomas pueden prolongarse por varios años.
La dificultad en su diagnóstico radica en que la persona afectada no reconoce que algo anda mal y, por lo tanto, no solicita ayuda. En este sentido, alguien con distimia piensa que su estado de ánimo forma parte de su personalidad y no considera la opción de estar padeciendo una enfermedad subyacente.
En este tipo de trastorno, conocido también como depresión sonriente, el afán de ocultar los síntomas es tan grande que el entorno de la persona afectada no nota lo que transita. En este contexto, y al no mostrar los típicos patrones depresivos que la sociedad espera, quienes padecen distimia niegan el problema e incluso ceden ante el estigma de una sociedad que les exige “voluntad para salir adelante”.
“El paciente no realiza una consulta y la familia tampoco se da cuenta que algo le pasa. Creen que es un tema de maña o que tiene que ponerle más onda”, aseguró el entrevistado. Y agregó: “La buena noticia es que esto tiene un tratamiento muy eficaz y las personas se curan”.
La importancia de un diagnóstico preciso
El Dr. Corral, quien trabaja como investigador en el Hospital Borda, indicó que a menudo se confunde un rasgo de personalidad o una situación estresante, como la pérdida de un ser querido o un empleo, con la tristeza natural que se espera en respuesta a dichos eventos. En estos escenarios, se espera que la persona se recupere por sí sola.
“Existen personas que tienen una personalidad más pesimista o negativa que otras, lo cual no necesariamente implica la presencia de una enfermedad mental”, señaló.
Sin embargo, en el caso contrario, cuando un individuo experimenta este tipo de depresión silenciosa y atípica, su comportamiento no se ajusta a lo que la sociedad considera característico de alguien con depresión y su entorno puede no percibirlo como un problema.
El Dr. Corral afirmó que, si alguien tiene un trastorno depresivo, enfermedad que implica una alteración en la química del cerebro, no podrán curarse “solo con voluntad”, sino que necesitarán el tratamiento correspondiente.
“En ocasiones, hay personas que poseen una gran fortaleza personal y hacen todo lo posible por enfrentar los síntomas de tristeza y angustia sin buscar ayuda”, resaltó. Según Corral, estos sujetos experimentan sentimientos pesimistas y de desesperanza, se esfuerzan por sentirse mejor y continúan trabajando y realizando sus actividades diarias, incluso disimulando su estado de ánimo con muestras falsas de felicidad.
“Es importante ser conscientes de que se trata de una enfermedad que puede ser tratada de manera efectiva. Los tratamientos son muy eficaces y las personas pueden aliviarse de este malestar”, afirmó el psiquiatra.
El impacto de la depresión va más allá de los síntomas mentales, afectando también el rendimiento académico y laboral, las relaciones interpersonales y conllevando un alto riesgo de suicidio. Por esta razón, es crucial un diagnóstico adecuado ya que muchos síntomas pueden ser secundarios a otras enfermedades no psiquiátricas.
“Un ejemplo son las alteraciones hormonales, como el hipotiroidismo, que puede dar un cuadro depresivo persistente”, aclaró.
Además, es posible que los síntomas psicológicos se deban a una condición clínica como la anemia. De todos modos, es importante buscar atención médica ante cualquier signo de malestar, ya sea físico o mental.