“Habemus Papam” fue la frase que el mundo entero escuchó el 13 de marzo de 2013. Jorge Bergoglio se convertía en el primer pontífice argentino, y daba comienzo a una década de cambios. Entre ellos, los que realizó en materia de género.
Bergoglio decidió darse a conocer como Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Al igual que este santo, su perfil va por el lado de la humildad y la inclusión. Y su pontificado mostró un acercamiento con el colectivo LGTBIQ+, con las mujeres, las víctimas de abusos sexuales y las personas divorciadas.
Esto se apega al cambio de la sociedad actual. Sin estas modificaciones, les fieles de la Iglesia Católica bajarían cada vez más. El Papa Francisco, con su perfil “moderno” y de revolución en la institución, significa una apertura a la realidad de la cúpula en el Vaticano.
Sin embargo, no todo es color de rosas. Si bien hubo muchos avances, aún hay mucho por cambiar. Contradicciones en el propio pontífice, y las actitudes de una Iglesia que durante siglos se caracterizó por ser machista y patriarcal. A continuación, un repaso de algunas de las medidas en materia de género en la primera década del Papa Francisco.
Más mujeres en el Vaticano
En estos diez años de Bergoglio como cabeza de la Iglesia Católica, creció la presencia de mujeres en cargos dirigenciales del Vaticano. En la curia romana el porcentaje femenino pasó del 19,3% al 26,1%, según un reciente estudio de Vatican News. En 2019 eran 649 las mujeres que trabajaban en el Estado más pequeño del mundo; mientras que en 2010 apenas alcanzaban la cifra de 385.
En 2021, la hermana Alessandra Smerilli se convirtió en la primera en ocupar el cargo de secretaria de un dicasterio, lo que equivale a un ministerio. Fue en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y se transformó en el cargo más alto jamás alcanzado por una mujer.
Ese mismo año nombró a la teóloga argentina, Emilce Cuda, como nueva Jefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América latina (PCAL). También a la monja franciscana Raffaella Petrini, secretaria general del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, otro cargo que nunca antes estuvo en manos de una mujer.
En 2020, nombró a seis mujeres en el organismo supervisor de todas las actividades económicas del Vaticano. Cuatro años antes había designado a la italiana Barbara Jatta al frente de los Museos Vaticanos. A su vez, en la vice dirección de la Sala de Prensa destinó a la periodista española Paloma García Ovejero, que tras dejar ese cargo a fin de 2018 fue reemplazada por la brasileña Cristiane Murray. Nunca antes hubo voceras mujeres en el Vaticano.
Pero si bien esto significa un gran avance, aún queda camino por recorrer. Algunas trabajadoras de la Santa Sede denuncian una actitud paternalista y machista para con ellas, en el interior de las paredes del núcleo de la Iglesia Católica.
Abusos sexuales en la Iglesia
Uno de los temas más urgentes a tratar en el papado de Francisco es el de los curas abusadores. Una clase de violencia que se dio en países de todo el mundo, y que históricamente se escondía en los muros de las iglesias.
En su pontificado, el antecesor de Francisco tomó medidas al respecto. Benedicto XVI facilitó la expulsión de esos sacerdotes y fue el primer pontífice en reunirse con sobrevivientes de abuso. Sin embargo, eso sólo significó la punta del iceberg.
Durante la segunda parte de su papado, Bergoglio tuvo una militancia más activa en el tema. Antes fue protagonista de un hecho polémico, cuando nombró a Juan Barros como obispo de la diócesis chilena de Osorno en 2015. Lo hizo a pesar de que el clérigo fue compañero del sacerdote pedófilo más conocido del país vecino, Fernando Karadima. De hecho, hasta las víctimas dijeron que fue testigo de lo que ocurría.
Tras la indignación chilena y una investigación vaticana, Francisco se disculpó con las víctimas y admitió “graves errores”. El 11 de junio de 2018 Barros debió renunciar al obispado.
Ahí comenzaron los cambios profundos. En febrero de 2019, Francisco convocó una cumbre de líderes de la Iglesia que terminó con un llamado “a una batalla total contra el abuso de menores”. Después, emitió una nueva ley canónica que exigía por primera vez que los funcionarios de la Iglesia informen los cargos de abuso a los fiscales del Vaticano.
En diciembre de ese año, el Vaticano dijo que aboliría el alto nivel de secreto de las acusaciones de abuso sexual contra clérigos. Esto puso fin a una política que protegía a los sacerdotes del castigo penal.
En junio de 2021, tras las críticas de un equipo de relatores especiales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Francisco actualizó el código penal de la Iglesia Católica: el Código de Derecho Canónico. Con las modificaciones, agregó directivas para castigar los delitos de abuso sexual de menores por parte de sacerdotes.
A fines de enero de 2023, Bergoglio reconoció durante una entrevista con AP que la Iglesia Católica aún tiene un largo camino por recorrer para enfrentar el problema.
La inclusión para les rechazades de la institución
“¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”, dijo el Papa Francisco en su primera conferencia al regresar de la Jornada Mundial de Río de Janeiro, en julio de 2013. Comenzaba una época de apertura para las personas del colectivo LGTBIQ+, históricamente excluidas de la Iglesia.
El guiño se dio de diferentes formas. Por ejemplo, al recibir a personas trans en su audiencia de los miércoles. También, con algunas declaraciones en diversos medios.
Una de ellas es la que brindó el último mes de enero, en una entrevista con Associated Press. Allí opinó que la Iglesia Católica tiene que trabajar para acabar con las leyes que condenan la homosexualidad. “Todos somos hijos de Dios. Él nos ama como somos y por la fuerza que cada uno tiene para luchar por su dignidad. Ser homosexual no es un delito”, afirmó. Pero agregó que se lo considera como un pecado en las leyes de la Iglesia, por lo que se lo critica de gran manera.
A su vez, en otra charla con La Nación, apuntó contra la llamada “ideología de género”. La definió como “una de las colonizaciones ideológicas más peligrosas”, porque “diluye las diferencias”. En este sentido, se justificó: “Lo rico de los hombres y de las mujeres y de toda la humanidad es la tensión de las diferencias”.
Algo similar sucede con la aceptación de las personas que atravesaron divorcios. Ya en 2016, Francisco aclaró que no estaban expulsades de la Iglesia. Pese a ello, dejó en manos de los sacerdotes la decisión de si brindarles la comunión o no.
No caben dudas que el primer Papa del sur global llegó a la cúpula de la Iglesia Católica para sacudir estructuras centenarias. No implica un cambio radical, ni un total aggiornamento a la vida del siglo XXI. Pero sí, un gran avance en una institución con olor a viejo.