Durante el 2022 el precio del papel se incrementó en un 150%, afectando de manera directa a las editoriales pequeñas o independientes y las imprentas. La Cámara Argentina del Libro (CAL), conformada por pequeñas y medianas editoriales, viene alertando sobre la gravedad de esta problemática que parece no tener fin.
Las consecuencias de la crisis del papel
La grave situación del papel acecha a la industria desde el gobierno de Mauricio Macri y se traduce en factores claves. Entre las principales problemáticas destacan la escasez de insumos, los aumentos arbitrarios, los mercados oligopólicos que no alcanzan a cubrir la producción local y la falta de regulación e intervención estatal.
En tal sentido, según reportó la CAL, “la materia prima cuesta más que el trabajo de autores, editores, diseñadores, imprentas y encuadernadores”. En la actualidad el papel tiene una participación de más del 50% en el costo general de un libro, cifra que solía ubicarse entre el 30% y el 35%.
Papel: un insumo con costos altísimos
A lo largo del año pasado el precio del papel obra se incrementó en un 150%, mientras que el papel ilustración, utilizado para cubiertas e interiores de libros infantiles, subió un 300%.
El editor de Caballo Negro, Alejo Carbonell, explicó en diálogo con El Resaltador que el proceso de la venta de libros es “muy largo”. Los actores comprendidos en el proceso incluyen editoriales, imprentas, distribuidoras, librerías, entre otros. “Hasta que ese libro se vende y vuelve el dinero, es un circuito enorme y termina teniendo un costo altísimo para el lector”, manifestó.
Además, destacó que al haber mucha oferta de libros, les lectores deben realizar una selección sobre cuáles comprar y cuáles no. “El lector se vuelve más conservador y el editor también, porque empezás a trabajar sobre lo seguro”, explicó.
En este marco, Carbonell aseguró que “con el tiempo, se va configurando un tipo de lector particular”, ya que les propies editores “ayudan a armar esa cosmovisión”. A su vez, expresó que “si todos los editores nos volvemos conservadores, el lector también lo será y actuará en consecuencia culturalmente”.
Los oligopolios argentinos
La industria papelera no escapa de los oligopolios. Celulosa y Ledesma son dos de los grandes productores nacionales que fijan precios de manera arbitraria y desmedida. No obstante, la materia prima generada por estas empresas solo cubre el 30% de los libros de producción argentina, mientras que el 70% restante se adquiere a partir de mercados internacionales.
Por otro lado, Sebastián Maturano, editor de Borde Perdido, aseguró a El Resaltador que el precio de los insumos creció en gran medida durante los últimos meses. En ese marco, indicó que se trata de un “terreno árido, movedizo, constantemente estamos viendo cómo continuar el plan anual de edición y, particularmente, este año es el que más complicado se ve. El panorama es oscuro”.
La posición de la CAL
En enero de este año, la Cámara Argentina del Libro alertó sobre esta crisis. En un comunicado aseguraron que el “desabastecimiento y faltantes de papel lleva a los editores a aceptar cualquier precio para producir”.
En esa misma línea, aseguraron que los aumentos están “muy por sobre la inflación”. Los papeles más elegidos para interiores como obra, ahuesado y ecológico han incrementado su valor en en torno al 150%.
Según el comunicado, esta situación “provoca una pérdida de rentabilidad de la industria editorial a manos de los grupos concentrados que producen papel en la Argentina”. De esta manera, señalaron que se genera un mercado “cada vez más empobrecido en cuanto a la bibliodiversidad”.
“Pese a las diversas reuniones que hemos gestionado con los organismos estatales a cargo del comercio interior, no hemos recibido ninguna solución ni propuesta que ponga al Gobierno a arbitrar en una situación de abuso de posición dominante”, concluyó el comunicado de la CAL.
La salida de la crisis
Según explicó Carbonell, “regular es urgente, por una cuestión de dignidad política”, aunque aclaró que esa medida solo alcanzaría un 30%. “Por lo tanto, sería una solución superficial”, afirmó.
En tanto, el editor de Caballo Negro remarcó que “la medida de fondo sería que el Estado tenga una papelera propia”. Y para concluir agregó: “Que sea ecológica, reciclable y con precios competitivos. Se podrían armar proyectos mancomunados con cooperativas de cartoneros”.