El pasado 2 de febrero, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) aprobó la emisión de un nuevo billete: el de $2.000. El mismo fue diseñado en colaboración con la Casa de Moneda y conmemora el “desarrollo de la ciencia y de la medicina en la Argentina”.
Cabe destacar que los nuevos billetes tendrán como protagonistas al Instituto Malbrán, con les doctores Cecilia Grierson y Ramón Carrillo. Según el BCRA, la elección de ambas figuras se debe a que fueron “precursores en el desarrollo de la medicina en nuestro país”.
Sin embargo, el entramado político y económico de Argentina demostró que, al cierre de diciembre del 2022, la inflación trepó a un 94,8%, provocando que el peso argentino se devalúe.
Con altos índices inflacionarios, suba de precios y pérdida del poder adquisitivo para algunos sectores de la sociedad, la solución del gobierno es, sin dudas, emitir nuevos billetes. No obstante, ante esta situación económica que atraviesa el país y donde también se ve afectada por el pago al Fondo Monetario Internacional (FMI), la moneda nacional fue perdiendo valor.
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En ese sentido, con los dos nuevos billetes que el BCRA aprobó, Argentina registrará 50 billetes en los últimos 40 años. Es por ello que la moneda nacional pasó por algunos cambios. El denominado “Peso argentino”, lanzado poco después del final de la dictadura, siguió con el “Austral” desde 1985 y, en 1991, el “Peso argentino” regresó.
Nota al Pie entrevistó a Isaac Rudnik, director del Instituto de Investigación Social, Económica y Política (ISEPCi) sobre la cuestión social y monetaria. A su vez, dialogó con el director de la Consultora Sarandí, Sergio Chouza, sobre la situación macroeconómica del país.
Inflación vs precios de alimentos
Si bien se espera que el lanzamiento sea para el segundo semestre del 2023, para Rudnik el nuevo billete “vino a resolver un problema práctico. Porque el proceso inflacionario venía planteando, desde hace tiempo, la necesidad de tener billetes de mayor numeración”.
A su vez, esta nueva emisión de billetes permite que “sobre todo para los trabajadores que cobran en blanco, trabajadores registrados, que tienen salarios de alrededor de $100.000, cuando tengan que ir a retirar del banco o retirar en el cajero, no se les haga demasiado abultados”, detalló.
Asimismo, si el Estado realiza una mayor emisión de billetes y la gente no demanda esos pesos, el valor del mismo empieza a caer. En ese sentido, al emitir más moneda, se produce una pérdida del valor adquisitivo.
Bajo esta línea, el director del ISEPCI opinó que “lo que afecta a los sectores populares, a los trabajadores de menores ingresos, es la inflación; la pérdida de poder adquisitivo de sus de sus ingresos que no evolucionan positivamente”.
Frente a la pérdida del valor adquisitivo y los precios de los alimentos, Rudnik remarcó: “No crecen en la misma proporción que van creciendo los aumentos de los precios, sobre todo de los productos más necesarios e indispensables”.
La moneda argentina
Frente a la aprobación del Banco Central para emitir billetes de $2.000, aún se mantiene en vilo si se aprobará el de $5.000 o algún otro de mayor denominación. Frente a esto, el director del ISEPCi explicó que “el problema práctico de tener billetes de mayor nominación es para resolver un problema práctico y no tener que sumar cantidades de billetes que hacen bulto y que tienen poco poder adquisitivo”.
“El otro tema es la perspectiva del Gobierno en la defensa del presupuesto de los sectores de menores recursos. Ahí, obviamente, no hay un enfoque demasiado positivo”, declaró Rudnik. “Toda su tensión está centrada en reducir el gasto del Estado”, lo que implica “aumentar tarifas, otorgar aumentos al transporte o al combustible”.
El director del ISEPCi remarcó que “estas medidas van en una sola dirección: en cumplir con los acuerdos con el Fondo Monetario, a costa del sufrimiento de los sectores de menos recursos”.
Por otro lado, para Chouza, la emisión de nuevos billetes “es necesaria e indispensable. Y la medida se queda corta”. Bajo esta línea, sostuvo que se necesitan billetes de mayor denominación.
Sobre este punto, opinó que “casi con un 100% de inflación, lo que hace esta modificación es volver a los niveles de inicios del 2022, cuando ya estaba muy retrasado el valor máximo de la denominación de los billetes”.
“Básicamente, lo que acarrea como problema, es un incremento de los costos de transacción, vinculados al almacenamiento, a la logística y también, a la pérdida de eficiencia de parte de los consumidores”, sostuvo.
Una política cambiaria
Aun frente al costo de vivir en Argentina, que mantiene una inflación promedio mensual de entre 6 a 7%, el gobierno debe hacer malabares para sostener la economía. Aun con el pago del acuerdo de stand by al FMI, en la presidencia de Mauricio Macri, Argentina deberá sostener los pagos hasta el 2026.
Ante la emisión de billetes, Chouza opinó que “Argentina no llega a auto-abastecerse. Tiene que importar papel, tiene que importar parte de la tinta para la impresión de los billetes y eso le sale dólares. Estamos gastando dólares para emitir pesos”.
Consultado sobre la situación económica actual, el economista sostuvo que “la situación económica actual pasa por un período de gradual ordenamiento después de una situación muy crítica, donde había fuertes riesgos de terminar en un escenario de espiralización nominal”.
Bajo la misma línea, sostuvo que esta espiralización podía llegar a caer en “una crisis muy severa que decantara en un episodio inflacionario extremo, puede ser concebido como una hiperinflación o un episodio de alta inflación”.
¿A qué costo se emiten billetes?
Frente a la determinación del BCRA de emitir un nuevo billete, Nota al Pie consultó al director de la Consultora Sarandí si la misma provoca una pérdida del poder adquisitivo. En esta línea, manifestó que “la emisión de billetes, en general, tiene un correlato en una situación de exceso de gasto por sobre los ingresos”.
“En general, hay muchos países en el mundo que tienen una situación deficitaria en materia presupuestaria. No llegan a cubrir su programa de gasto. Argentina está en un ordenamiento que es gradual, en materia de su déficit público”, contó.
Chouza opinó que “este ordenamiento está acordado en el Fondo Monetario, es un sendero gradual que, en 2026, debería llegar a una situación equilibrada donde vos ya no tenés más déficit, al menos en términos primarios”.