Ruido, dirigida por la cineasta femenista Natalia Beristáin, es un drama desgarrador mexicano que sigue los intentos de una madre por encontrar a su hija desaparecida desde hace nueve meses. La película se encuentra disponible en el catálogo de Netflix.
En su viaje para encontrar a su hija, Julia se da cuenta de que el trauma que está experimentando no es solo suyo. Muchas personas en todo México pasan por experiencias similares como resultado de las altas tasas de feminicidios del país.
El tercer largometraje de Beristáin ahonda en esta oscura realidad a través de la historia de Julia, donde un sistema policial ineficiente, la misoginia cultural inherente y la corrupción generalizada impiden que las mujeres desaparecidas sean encontradas a tiempo. Sus restos suelen aparecer en fosas comunes y terrenos baldíos.
“Ruido” retrata la búsqueda desesperada de les desaparecides
El cansancio, la desesperación y la ira se reflejan en el rostro de la mujer de 70 años. Era otra pista falsa. El cadáver encontrado por la policía no puede ser su hija. Julia (Julieta Egurrola) está decidida a seguir buscando. Una vez más, una empleada no ha leído bien su denuncia de desaparición, vuelve a sentir el rechazo, el desconocimiento y la indiferencia del personal policial.
La hija de Julia, Ger, lleva nueve meses desaparecida. Después de un breve viaje de vacaciones, nunca regresó. Su madre la busca desde entonces. La anciana está agotada y se enfrenta a asesinatos, violaciones y homicidios casi todos los días; el polvo y el olor a descomposición se adhieren a sus ropas. “¡Me duele todo!”, se queja.
Mientras que el padre y el hermano de Ger se han dado por vencidos hace mucho tiempo, Julia cuenta con el apoyo de la periodista Abril (Teresa Ruiz), quien está arriesgando su vida en el proceso. Pero también recibe aliento de organizaciones civiles a las que se unen quienes buscan a sus familiares desaparecides.
La ficción que denuncia y educa
El guion de Beristáin, Diego Enrique Osorno y Alo Valenzuela crea un nuevo retrato de una madre en una búsqueda frenética. Ruido se integra al panorama visto recientemente con Arcelia Ramírez en La Civil (Teodora Mihai, 2021) que se dirigía hacia la investigación y la violencia; o el caso de Mirna Medina en el documental Te nombré en silencio (José María Espinosa de los Monteros, 2021), quien formó el grupo de Las Rastreadoras del Fuerte que buscan a sus familiares desaparecides dos veces por semana en los campos de Sinaloa, México.
La película juega con elementos de docuficción al invitar su historia a la Asociación Voz y Dignidad por Nuestra SLP y al Colectivo Buscándote con Amor Estado de México. Además, utiliza a la protagonista para guiar a la audiencia en el camino de la lucha e ilustrar sus dinámicas.
Julia sabe que su hija no es un caso aislado. Desde 2006, cuando comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico en México, desaparecieron más de 90.000 personas. Personas de las que no hay rastro y cuyo destino provoca sólo desinterés o acoso burocrático por parte de las autoridades estatales.
Les desaparecides, una herida abierta en Latinoamérica
El destino de les desaparecides, es un tema importante en el cine y la literatura latinoamericana. Pero mientras que las películas que tratan sobre las víctimas de las dictaduras militares chilena y argentina de las décadas de 1970 y 1980, como La historia oficial (Luis Puenzo,1985) o Garage Olimpo (Marco Bechis, 1999), están caracterizadas por la denuncia política; esta perspectiva cambió con el narcotráfico en Colombia y desde 2006 también en el tratamiento de los feminicidios y otros asesinatos en masa producidos en México.
La amalgama de mafia y violencia estatal, corrupción, narcotráfico y desintegración de las estructuras sociales es aún más compleja y multifacética que afrontar los crímenes de las dictaduras militares sudamericanas. Así lo expresa la directora mexicana Fernanda Valadez en ¿Qué pasó con el Bus 670? (2020). Pero mientras la protagonista de Valadez sigue a una madre mexicana de un entorno casi empobrecido, Ruido muestra que la violencia social también llegó a todas las clases sociales en México.
Ruido es una road movie especial, la película no plantea la búsqueda desesperada de Julia como un thriller ni como un melodrama familiar, pero sobre todo convence por su densidad atmosférica. Julia viaja por un país desgarrado por la injusticia y la violencia.
Una y otra vez se enfrenta a la lentitud de las investigaciones policiales, la corrupción en el aparato de seguridad y la administración, así como la complicidad de la policía y el poder judicial con les asesines. La policía armada y las fuerzas de seguridad se están convirtiendo cada vez más en una metáfora de una sociedad que libra una lucha brutal contra sí misma, paralizada por la violencia y la impunidad.
El título de la película, hace referencia al antagonismo del dolor privado y colectivo, a la sensibilidad al ruido de la protagonista y la desarmonía que siente por todas partes, pero también al ruido de les manifestantes y a las organizaciones que gritan para que la sociedad no olvide a sus desaparecides.