En un acto por el lanzamiento del Polideportivo Diego Armando Maradona en Avellaneda, la vicepresidenta dedicó su discurso a la interna del Frente de Todos, a la Justicia y su situación política. En la antesala de un nuevo año electoral, Cristina Fernández de Kirchner convocó a la dirigencia a movilizarse pero no hizo referencias del escenario económico producto de su gestión.
Cristina y el “Partido Judicial”
“Es como que hubiera desaparecido el estado de derecho. Este partido judicial está influyendo sobre la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas. Hay que despabilarse”, planteó. La vicepresidenta sigue insistiendo con la agenda judicial como el principal problema político del país, incluso en la contienda de una nueva campaña electoral.
“Argentina y democracia sin mafia”, indica Fernández de Kirchner como eje de disputa política para su propio espacio político. La realidad marca que desde el gobierno de Cambiemos hasta la actualidad con el Frente de Todos, la judicialización de la política ha sido una estrategia permanente. Por un lado, el macrismo con su causa de “Justicia independiente” para cortar con el supuesto encubrimiento a los dirigentes corruptos. Por otro, el “Partido Judicial” que denuncia el kirchnerismo sobre las redes políticas entre la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina (CSJN), los medios masivos (Clarín–Magnetto) y el PRO.
Desde que se dictó la condena en su contra por la Causa Vialidad el 22 de noviembre, la jefa de Unidad Ciudadana reforzó el enfrentamiento con la Justicia y la conjugó con la situación democrática. “Que a 40 años veamos a esta democracia con un Estado paralelo administrado por las mafias no es justo”, lanzó en su intervención. Para Cristina, cualquier disputa política que se dé por fuera del plano de la Justicia y su vínculo con las condiciones materiales del pueblo no es estratégica.
“No le pidan permiso a nadie”
Otra buena parte de su alocución se la dedicó a su situación política y al gobierno que conduce junto a Alberto Fernández. En primer lugar, ratificó que no será candidata a presidenta en 2023, tal como había anunciado en noviembre a partir de la sentencia. Sin embargo, aclaró que no tiene que ver con su voluntad personal sino con los condicionamientos políticos. “Los medios hablaban de renunciamiento, de autoexclusión. Acá no hay autoexclusión, hay proscripción”, planteó. En este sentido, se pronunció con claridad para quienes en Casa Rosada ya comentaban que no sería candidata porque tiene un “techo”.
En segundo lugar, relacionó los condicionamientos que la Justicia le ha impuesto con el disciplinamiento que sufre la dirigencia política. “Para que nadie se vuelva a animar a tanto”, mencionó Cristina. Además, se refirió a las principales conquistas de su gobierno. Habló de la estatización de las AFJP, de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), el desendeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la recuperación salarial. Paradójicamente, no cuestionó la falta de capacidad o de decisión del Frente de Todos para disminuir la dependencia económica con el propio Fondo o el ajuste que llevan adelante.
A propósito, habló del “amague y recule” del presidente, quien retrocedió en su decisión de desacatar el fallo de la Corte que benefició a CABA en la disputa por la coparticipación. En paralelo, convocó a la dirigencia del peronismo a “salir a hablar y explicar. Bajar, tomar contacto con el barrio, con el barro, con la realidad”. La vicepresidenta, decididamente enfrentada a las organizaciones sociales y a la Confederación General del Trabajo (CGT), le planteó a la militancia que saque “el bastón de mariscal” para revertir el escenario actual.
¿Y el candidato del Frente de Todos?
La única certeza que dejó la vicepresidenta es que ella no será candidata en 2023, lo cual abre una nueva: quiénes y en el marco de qué acuerdo lo serán. “No me bajo. Me bajan. Salgan y jueguen”, definió el martes en Avellaneda, abriendo el juego para que se desarrollen las diferentes propuestas.
La realidad indica que desde el inicio de la gestión del Frente de Todos la relación presidencial no ha ido más que desgastándose. Desde las cartas de Cristina criticando la conducción de Alberto hasta las interpretaciones dentro del círculo presidencial de que el cristianismo le puso palos en las ruedas, como en el caso de Guzmán. La supuesta recomposición política que anunciaron ambes en su campaña en 2019 parece haber vuelto a frustrarse.
Acuerdo Massa-CFK
De forma proporcionalmente inversa, se fue desarrollando una sociedad política impensada hace apenas unos años atrás: el acuerdo entre el Frente Renovador y La Cámpora. Con el objetivo de tejer una alianza estratégica, en 2019 Sergio Massa supo que debía ganarse el favor de Cristina para obtener gobernabilidad. Y la organización de la vicepresidenta leyó que el tigrense era el puente con los grupos económicos nacionales.
En efecto, el diálogo entre el exjefe del oficialismo en Diputados, Máximo Kirchner, y el expresidente de la cámara fue afinándose. A la par, Wado de Pedro, al frente del Ministerio del Interior, fue una carta fundamental para el actual ministro con el propósito de tener espacio en mesas políticas con los gobernadores del interior.
La ruptura de la confianza entre la fórmula presidencial no hizo más que acelerar los grados de acuerdo entre Massa y Cristina. La precipitada renuncia de Martín Guzmán en julio y la asunción del tigrense en agosto pusieron en evidencia la alianza entre ambos sectores, desarrollada a la sombra de una conducción política que nunca fue tal. Sobre todo considerando que tal cambio nunca puso en discusión los condicionamientos económicos del acuerdo con el FMI. Mientras el gobierno profundiza su interna y queda más huérfano de apoyos políticos, en el marco de un escenario social y económico caótico, el binomio Massa-Wado se anuncia como una apuesta concreta.