El avance de derecha acecha al resto de los partidos políticos. La escalada del discurso del odio y la supresión de derechos durante el 2022 aceleró esta progresión. La figura de Jair Bolsonaro en Brasil, Luis Fernando Camacho en Bolivia y el neonazismo en Ucrania son un ejemplo claro.
Las presiones ejercidas por el líder del Partido Liberal (PL) hacia Luis Inácio Lula da Silva buscaron desestabilizarlo. El rol de Camacho fue oponerse al gobierno de Luis Arce en Bolivia. Por último, creció exponencialmente el neonazismo en Ucrania a causa de la emergencia de nuevos líderes fascistas.
Bolsonaro presionó a la justicia electoral
El actual presidente de Brasil presionó en forma sistemática al Tribunal Superior Electoral (TSE). Bolsonaro apuntó contra el tribunal y Alexandre de Moraes, el titular del TSE, buscando interferir en el proceso electoral.
Ante el crecimiento en la imagen de Lula, su rival político se propuso condensar un firme avance. El bolsonarismo fomentó la escalada del conservadurismo, descreyendo del sistema electoral y sembrando miedo.
En consecuencia, apuntó contra las urnas electrónicas, utilizadas desde 1996. Sin embargo, la Corte Suprema (STF) detalló el uso de sus metodologías para relevar los sufragios. Aún así, unos meses más tarde, el líder de la derecha redactó otra denuncia.
Según Bolsonaro, la corte electoral “benefició” a Lula porque sus mensajes de campaña fueron emitidos en más oportunidades. El presidente en salida acusó a radios del noroeste de Brasil por no poner al aire su discurso. No obstante, Moraes remarcó que la fiscalización está a cargo de cada partido.
El rol adoptado por la derecha y su crecimiento se materializó en Brasilia durante el acto que oficializó a Lula como nuevo mandatario. Les seguidores de Bolsonaro protagonizaron hechos violentos y ocasionaron ataques a dependencias policiales y quema de autos.
Camacho desarrolló un paro de 36 días
El ultraderechista Luis Fernando Camacho extendió un paro durante 36 días. Su reclamo inició por el retraso del censo nacional que el oficialismo desplazó para 2024. El líder opositor exigió un adelanto para el próximo año, pero Arce lo descartó.
“La vieja derecha sigue queriendo emprender aventuras golpistas en nuestro país”, anticipó el presidente. Aún así, Camacho desarrolló el paro que causó pérdidas por más de 500 millones, quema de organizaciones sociales y diversos delitos. El Gobierno informó cuatro muertes y más de 170 herides.
El Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyo (Conamaq) denunció penalmente al gobernador de Santa Cruz. También a Rómulo Calvo, presidente del Comité Cívico, por destrozos. Por su parte, la Cámara de Senadores evalúa iniciar un proceso penal por negarse a presentar un informe oral por el paro.
La postura adoptada por la derecha en Bolivia ocasionó numerosas pérdidas económicas y afectó a la zona más importante del país. El rol de Camacho aceleró la violencia por oponerse a firmar un acuerdo de censo 2024, que contaba con apoyo de Diputados y Senadores.
El avance del neonazismo ucraniano
Las disputas entre Rusia y Ucrania tienen vinculación con la derecha y los neonazis. El Batallón Azov es una fuerza paramilitar que comenzó en 2014 y está conformada por extremistas ucranianos. El regimiento tiene su sede en Mariúpol, en la Región del Donbas, el eje de la guerra.
El rol del grupo adquirió cada vez más protagonismo. La Guardia Nacional ucraniana lo incorporó a su regimiento, y les nacionalistas y barras bravas se integraron a Azov. Además, en marzo pasado, la justicia de Portugal liberó, en forma temporal, a Mario Machado, líder neonazi, luego de que se ofreciera a “brindar ayuda humanitaria”.
Por último, el periodista canadiense y especialista en la historia del grupo, Michael Colborne, expuso la gravedad del ascenso de Azov. “Ucrania realmente tiene un problema de extrema derecha y no es una ficción de la propaganda del Kremlin”, explicó a Télam.