Rian Johnson, un guionista y director emergente cuyo alcance abarca desde su debut cinematográfico con la neo-noir Brick hasta una entrega de la franquicia Star Wars, demostró una vez más que no se puede definir. Su éxito de 2019, Knives Out, presentó al mundo a Benoit Blanc, un detective excéntrico cuyos poderes de deducción podrían rivalizar con los del célebre personaje de Agatha Christie, Hércules Poirot.
En Glass Onion: A Knives Out Mystery, disponible en Netflix a partir del 23 de diciembre, Daniel Craig regresa como Benoit Blanc para resolver otro enigma. Y, aunque en su fórmula repite un elenco de personajes ricos y desagradables, interpretados por actores de alto calibre, el escenario, la estructura e incluso la naturaleza del misterio central son muy diferentes de los de su predecesora.
Tres tres años atrás, Knives Out fue una novela policíaca retro perfectamente elegante, ambientada en la mansión de un novelista de misterio asesinado, que no sólo evocó la agudeza narrativa de Agatha Christie, sino que expandió el género gracias a su metainteligencia. Esta película se convirtió en un recordatorio de una forma de hacer cine que Hollywood dejó de lado por la sobreexplotación del género superheroico. Diálogos ingeniosos, personajes humanizados, una trama zigzagueante y un misterio oscuro.
El nuevo misterio que debe resolver Benoit Blanc
Filmada durante la pandemia, la nueva entrega es un estimulante repleto de endorfinas cinematográficas. La película comienza con varios personajes que reciben cajas de rompecabezas que contienen invitaciones a una fiesta ultra elegante presidida por el multimillonario Miles Braun (Edward Norton).
Braun no solo está invitando a sus amigos a su isla para un fin de semana de relax; les está ofreciendo la oportunidad de resolver el misterio de su asesinato, su última idea para la escapada anual de este grupo de viejos amigos.
Todos los invitados a su isla privada para el evento tienen una fuerte conexión pasada con él, excepto uno: Benoit Blanc, quien está disponible para resolver el misterio que Miles ha prometido que será la pieza central de la reunión. También asistieron la gobernadora, Claire Debella (Kathryn Hahn); un profesor de ciencias, Lionel Toussaint (Leslie Odom Jr.); una influencer, Birdie Jay (Kate Hudson), y su asistente, Peg (Jessica Henwick); un youtuber
(Dave Bautista) y su novia, Whiskey (Madelyn Cline); y la ex pareja de Miles, Andi Brand (Janelle Monae).
El clásico elenco de personajes dispares al estilo de Agatha Christie tiene una cosa en común: todos le deben a Braun, en diversos grados, su éxito. Los pone a todos a su entera disposición para un evento como este, pero como Blanc se da cuenta, todos tienen una buena razón para querer acabar con él.
“Para al menos una persona en esta isla, esto no es un juego”, declara Blanc, por lo que una vez que se han establecido los personajes y las relaciones, se han agudizado los conflictos y se han presentado los McGuffins, Johnson se prepara con destreza y tensión para resolver el asesinato.
El guion de Glass Onion es su mayor fortaleza
Pero vale la pena señalar que lo que parece, inicialmente, una estructura narrativa mucho más convencional que el ingenioso salto y retroceso del primer acto de Knives Out, en cambio, se convierte en un magnífico cebo y cambio.
Johnson encuentra una forma brillante de darle la vuelta a su historia y a su personaje principal. Parte de lo que hizo que el éxito de esa primera película fuera tan emocionante fue su rareza en el cine mainstream, un éxito genuino que se logró a través del boca a boca.
Este logro hizo que la idea misma de una secuela de Knives Out pareciera un poco decepcionante, pero para este crédito, Johnson recurrió a variantes narrativas interesantes. Su nueva película activa los mismos centros de placer que la primera, pero varía su estilo y ejecución lo suficiente como para evitar repeticiones.
Craig sigue siendo una roca sólida para la franquicia, encontrando deliciosas variaciones cómicas del personaje sin caer en la payasada. El director de fotografía habitual de Johnson, Steve Yedlin, esquiva la fea monocromática de tantos originales de Netflix; Glass Onion es brillante, nítida y colorida, llena de sorprendentes tomas y elegantes composiciones grupales.
Pero la maravilla aquí, lo que mantiene todo unido, es el ingenioso guion del director, escrito con tal precisión que se vuelve emocionante solo con verlo funcionar. La historia logra involucrar a la audiencia, que ansía ver como Benoit Blanc y Rian Johnson van a resolver las cosas. Con Glass Onion, Johnson muestra su habilidad constructiva y el dominio del género por lo la película ofrece puro placer pop.