Keith Richards nació el 18 de diciembre de 1943 en la localidad inglesa de Dartford. Fue el único hijo del matrimonio conformado por Doris Maud Lydia y Bert Richards. En su familia, sólo su abuelo materno, Augustus Theodore “Gus” Dupree, era músico.
Cuando habla de sus inicios, Richards suele recordar la casa de “Gus” con instrumentos por todos lados, pero especialmente una guitarra colgada en lo alto. Durante años, él la miraba curioso pero no podía alcanzarla. Su abuelo, burlando su baja estatura, lo desafió: “Si podes agarrarla, te dejo tocar”.
Los 60 años en ruedo con una de las bandas más emblemáticas del rock son spoiler: ese pequeño Keith Richards agarró una silla, le puso libros para tener altura y, tambaleando, logró alcanzar esa guitarra.
“Bueno, todo lo que necesitas saber es una pequeña pieza de aprendizaje llamada Malagueña. Es una pieza española”, le dijo su abuelo cuando lo vio regresar con el instrumento. Desde entonces, nunca paró.
Cuando Keith conoció a Mick
Richards comenzó sus estudios primarios en la Wentworth Primary School en 1951 y en el mismo colegio al que asistía Mick Jagger. Pero luego se mudó y en 1955 pasó a la Dartford Technical School hasta 1959, que lo expulsaron por tantas faltas.
Al tiempo se mudó nuevamente, pero a Londres y comenzó sus estudios en la Sidcup Art College, donde logró perfeccionar sus técnicas con la guitarra. Allí también conoció a quien luego se convertiría en el primer bajista de los Rolling Stones, Dick Taylor.
En 1960, Keith y Mick se volvieron a encontrar en una estación de tren londinense. La casualidad -causalidad, también- no terminaba ahí: Jagger traía consigo un LP de Chuck Berry, uno de los tantos músicos estadounidenses que Keith también escuchaba y que no eran muy conocidos en Inglaterra.
Sobre eso, es interesante la carta que el guitarrista -en ese momento con 18 años- le había escrito a su tía para contarle la secuencia con quien luego se convertiría en su compañero de giras:
“Ya sabes, tía Patt, que me encanta Chuck Berry y creía que era el único que lo conocía por acá. Pero hace poco, una mañana, en la estación de Dartford, estaba esperando un tren cuando se me acerca un chico que conocía de primaria y resulta que tiene todos los discos de Chuck Berry, del primero al último”.
“Y todos sus amigos los tienen también, y a todos les gusta el rhythm & blues. Me refiero al rhythm & blues de verdad, no a la mierda de Dinah Shore, Brook Benton y demás. Hablo de Jimmy Reed, Muddy Waters, Chuck, Howlin’ Wolf, John Lee Hooker y todo el material del bueno del blues de Chicago. Maravilloso. El tipo se llama Mick Jagger”. Así cerró la misiva.
El inicio de Keith Richards con los Rolling Stones
Los jóvenes siguieron en contacto porque, además, Dick Taylor era amigo de ambos. Al tiempo, conocieron a Brian Jones y para 1962 ya eran un grupo consolidado junto a otros músicos.
Sin embargo, la banda tomó forma concreta cuando se incorporó el bajista Bill Wyman en sustitución de Taylor y el baterista Charlie Watts. Para ese entonces, Jones se había consagrado como el líder del grupo y hasta había elegido el nombre: The Rollings Stones.
La banda comenzó a dar sus pasos iniciales y a forjar una identidad contestataria. A diferencia de los primeros Beatles, los Stones se mostraban como los chicos malos de la escena. Querían diferenciarse de sus padres, las imposiciones adultas y hablar de lo “prohibido”. “¿Dejaría usted que su hija se case con un rolling stone?”, era una pregunta recurrente en la prensa de los años 60.
Asimismo, empezó a forjarse el estereotipo de rockero y Keith Richards ha sido un actor fundamental para ello. Más allá de sus comportamientos, respecto a los atuendos, fue él quien logró establecer un estilo más moderno y sensual dentro del grupo, aunque también dentro del rock.
Sin conocimientos de moda en concreto, el guitarrista sólo optó por utilizar la ropa de quien entonces era su novia, la modelo Anita Pallenberg. Así fue moldeando esa imagen que hasta hoy, a pesar de la edad, todavía conserva.
Pero además de sus looks, los excesos también fueron algo característico no sólo en él, sino también la gran mayoría de los Rolling Stones. El consumo de drogas fue lo que en 1969 obligó a Keith, Mick y Charlie a que “expulsaran” a Brian por su comportamiento incontrolable.
Esos mismos excesos también convirtieron a Richards en el músico que encabeza la lista de “rockeros con más posibilidades de morir” durante muchos años.
Siempre juntos en el show
Con el tiempo, los problemas con las adicciones derivaron en otros inconvenientes y la banda comenzó a desgastarse y a tocar poco y nada. A fines de los 70 y gran parte de los 80, el dúo Jagger-Richards ya experimentaba unos roces tan fuertes que el guitarrista los definió como el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Por su parte, el cantante de los Stones había decidido que era mejor enfocarse en proyectos en solitario, así que cada cual hizo lo suyo. De esta manera, en octubre de 1988, Keith Richards lanzó su primer álbum solista titulado “Talk Is Cheap”.
Sin embargo, el conflicto entre quienes asumieron como “líderes” de la banda luego de la muerte de Brian Jones, llegó a apaciguarse. Tantos años en simultáneo y acarreando el peso del “fenómeno stone” hace imposible hablar de uno sin mencionar al otro.
Algunos relatos los señalan como “amigos”, aunque en realidad -explicó Keith- la relación es más parecida a la de hermanos. “Tal vez Mick y yo ya no seamos amigos (demasiado desgaste para ello), pero somos dos hermanos tan unidos que nada puede separarnos”, dice el guitarrista en su autobiografía Vida (2018).
En ese sentido, Richards asegura: “Tus mejores amigos son tus mejores amigos, pero los hermanos se pelean. Independientemente de lo que haya pasado, Mick y yo tenemos una relación que todavía funciona. Y si alguien dice algo malo de Mick en mi presencia, le rajaba el cuello”.
Vivir a lo Keith Richards
Con 79 años de vida y 60 haciendo funcionar a una de los grupos más potentes de la música mundial, Keith Richards logró consagrarse como una figura clave en el rock. A lo largo del tiempo, la edad pareciera no ser parámetro de nada y él se encargó de demostrarlo en cada una de sus hazañas.
Así también se hizo querer en su tierra pero también acá en Argentina, en donde incluso los Rolling Stones dieron origen a una tribu urbana (les rolingas). El periodista Sergio Marchi cuenta en uno de sus libros que alguna vez León Gieco advirtió a Roger Waters: “Hay dos personas que los argentinos adoran mucho más que a todos: Keith Richards y vos”.
Su impronta entonces es más que una moda y hasta supera otros legados musicales. Más bien, Keith Richards representa un estilo de vida que lo posicionó como el amo de una fantasía donde la muerte no existe y la satisfacción siempre estará asegurada.