Tras la firma del Segundo Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano, firmado el sábado pasado en México DF entre el gobierno bolivariano y un sector de la oposición, Estados Unidos amplió una licencia para que Chevron opere nuevamente en Venezuela.
La ampliación de la licencia, que permite a la empresa importar petróleo o productos petrolíferos de Venezuela, debilita la estrategia aislacionista de Estados Unidos. Sin embargo, le otorga una salida ante la incertidumbre internacional por el acceso al recurso.
Chevron retoma actividad en Venezuela
El acuerdo fue firmado por el Departamento del Tesoro, autorizando a Chevron a reactivar la producción en Venezuela por un plazo inicial de seis meses. Según el documento que hizo circular la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), se autoriza toda clase de transacción que involucre a Chevron y sus empresas conjuntas con Petróleos Venezuela S.A (PDVSA).
En efecto, esta nueva reglamentación niega la Orden Ejecutiva 13850 y sus posteriores modificaciones que configuran parte de las medidas coercitivas unilaterales que bloquean a Venezuela.
Sin embargo, hay ciertas cláusulas del propio acuerdo que plantean limitaciones para que el gobierno venezolano acceda a beneficios económicos. Hay una prohibición para que la empresa estadounidense pague impuestos y regalías, negando el ingreso de dividendos al país.
De todos modos, dicha cláusula acapararía a la empresa estadounidense, pero quienes opera allí son “las empresas conjuntas de Chevron en Venezuela”. A su vez, la licencia prohíbe la venta de petróleo o derivados a entidades iraníes o rusas. De esta forma, evita que socios externos se beneficien de la situación.
Antes de las sanciones aplicadas por Estados Unidos, Chevron producía alrededor de 200 mil barriles diarios a través de asociaciones con PDVSA, lo cual expresa casi el 33% de la producción venezolana. En la actualidad, la producción se compone de la petrolera estatal, empresas mixtas y empresas de asociación de servicios. La primera compone el 38% de la producción total y las segundas el 53%.
Segundo acuerdo entre el chavismo y la oposición
La ampliación de la licencia expresa el avance de la Mesa de Diálogo de Paz entre el gobierno legítimo y la Plataforma Unitaria de la oposición.
No sólo Washington realizó ese anuncio sino que también se liberarán fondos del Estado congelados en el sistema financiero internacional. Esto significa que Venezuela deberá negociar esos recursos de inversión social según las condiciones que imponga la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Nicolás Maduro celebró por Twitter la nueva instancia: “El empeño siempre será dialogar con toda la sociedad venezolana y hoy #26Nov, seguimos dando pasos importantes por el bienestar de nuestro país”.
Lo mismo hizo Alberto Fernández, promotor del espacio desde la presidencia de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). “Para la Argentina siempre fue importante que prevalezca el diálogo por sobre el aislamiento y las sanciones”, comunicó.
En la misma línea, se expresó desde la red social el mandatario francés Emmanuel Macron: “Es una excelente noticia por la cual hemos trabajado durante el Foro de París sobre la Paz”.
La crisis del sistema internacional reordena las relaciones
Más allá de cualquier argumento diplomático, el reinicio de las relaciones políticas entre norteamericanos y europeos con Venezuela pone de relieve la crisis del sistema internacional.
La restauración del diálogo por parte de ambos expresa sus necesidades geoeconómicas producto de la situación en Ucrania. Estados Unidos y Francia necesitan el petróleo venezolano porque las sanciones impuestas a Rusia han limitado sus capacidades energéticas.
La definición estadounidense expresa una derrota con su estrategia de bloqueo pero también su capacidad de subordinar a la oposición rebelde a que acuerde con el chavismo.
La crisis energética que desató este escenario se profundiza para Europa, si se considera que la necesidad de importar hidrocarburos aumenta proporcionalmente a la llegada del invierno.
Por el contrario, para Estados Unidos es una victoria estratégica ya que, siendo el principal exportador mundial, ya le vendía a la UE petróleo por un precio cuatro veces más alto del normal.
De todos modos, el recorte en la producción petrolera por parte de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) había puesto en riesgo las necesidades financieras del gigante norteamericano. Por ende, el acuerdo con Venezuela abre el acceso a otras reservas.