La Renuncia tuvo su estreno el pasado viernes en el Espacio Callejón, ubicado en Humahuaca 3759, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estará disponible por solo tres funciones más, los días 18 y 25 de noviembre; y el 2 de diciembre a las 22:30 horas. Nota al Pie dialogó con el bailarín, coreógrafo y director de la obra, Diego Rosental.
A modo de presentación, en la sinopsis de la obra se relata que Diego baila en soledad una danza que la fue aprendiendo de una manera colectiva. Generando una conexión con la huella que ha quedado en él por dentro.
El inicio de Rosental llama La Renuncia a un ritual donde se superponen partes de pasados que se actualizan en el presente. Junto con un pasado de carácter biográfico y colectivo/comunitario. Allí se entrelazan ambas características en formato de danza y realizan un intento de reconfigurar las cicatrices que permanecen en la memoria y en el cuerpo.
Nota al Pie entrevistó al bailarín y director Diego Rosental para conocer cómo se introdujo la danza en su vida y qué le transmite el baile en carácter silencioso.
¿Cómo se introdujo la danza en su vida?
El primer acercamiento con la danza fue desde muy chico, me gustaba bailar en las fiestas, en el club, lo miraba como un juego. Mientras más miraba y admiraba a los bailarines de Madonna o de Michael Jackson, por ejemplo.
Asimismo, la primera vez que me anime a bailar fue con un grupo de Rikudim (danza Folklórica Israeli) en Rosario, cuando transcurría la adolescencia, fue la primera conexión con el cuerpo desde otro lugar, con el goce y la diversión de compartirlo con otras personas.
¿Qué le genera o transmite a usted, bailar en silencio?. Al mismo tiempo, ¿Por qué en silencio?
Bailar en silencio gran parte de la obra me permite entrar y jugar con otros tiempos, escuchar mi propio pulso, mi respiración, los pasos en el piso, tratar de imaginarme cómo suena cada canción de las coreografías que bailo.
También me conecta con un vacío, con eso que no está, que no vuelve, que debo recordar e invocar desde una huella que está alojada en la memoria y en el cuerpo, la cual se actualiza y abre otras imágenes.
Bailar en silencio es un ejercicio de escucha muy potente; donde además me permite conectar con la calidad sensible que esos movimientos tan particulares tienen, y cómo eso resuena en mí a través de la permanencia en esos pasos.
¿Por qué “La Renuncia”?
“Renuncia” es una palabra que me obsesiona hace un tiempo y que incluso, “Acróstico”, mi anterior obra era un biodrama en el que contaba entre otras cosas, acerca de una supuesta secta a la que pertenece mi madre.
En esa secta, como en muchas otras religiones, la base de la doctrina se basa en la renuncia. Es una palabra que resuena mucho en mí, por las decisiones que tomó mi madre y cómo eso me influyó a lo largo de los años.
Sentí que en Acróstico no había profundizado demasiado sobre ese tema. El año pasado, cuando llegué a Madrid para realizar el Máster en Práctica Escénica y Cultural Visual, sabía que para mi trabajo final quería trabajar con esa palabra.
Luego esa palabra fue abriendo otras preguntas, otros interrogantes. Asimismo, durante el proceso de creación me fui dando cuenta de que no quería hacer otro biodrama, y que no era necesario hablar sobre el significado de la palabra “renuncia”.
Resuena en mí a través de la danza, La Renuncia es ese ritual en donde bailó una danza folclórica popular que tiene que ver con mi propia historia. Y lo hago en forma circular, con un objeto en el centro, en silencio y sin otres.
A modo de explicación, ¿cómo nace “La Renuncia”?
Nació como parte del proyecto final del Master en Práctica Escénica y Cultura Visual que se dicta en el Museo Reina Sofía de Madrid. Ahí conté con colaboraciones de mis maestras y compañeres de máster.
Realicé algunas aperturas en distintos espacios de Madrid, participé de “Me, Myself and I”, qué es un concurso de solos de danza en proceso de creación. Este año, Mariel Leibovich me invitó a participar de una residencia de creación en Fundación Cazadores.
Para esta instancia formamos un equipo de creación con Celia Argüello Rena que colabora con la dirección, y con Santiago Piva desde una visión artística. Sin elles esto no hubiese sido posible, creo que pudimos profundizar mucho más acerca de cómo la renuncia opera en mí y en la acción que hago durante este ritual.
Esta es una pregunta que hace que nos tengamos que actualizar constantemente acerca del material y de lo que nos genera, sumado a la historia particular de mi biografía y del rikudim como contacto con una herencia, con algo ya aprendido.
¿Qué podría resaltar del vínculo especial que tiene con la danza y sobre la obra?
Para este proyecto me propuse bailar solo rikudim, que son coreografías creadas para que mucha gente lo baile en diferentes partes del mundo y de la misma manera. Mi intención fue ser muy riguroso con esto, estudié las coreografías con mucha dedicación y sobre todo, tiempo.
Decidí que iba a bailar sólo eso, algo que yo sé hacer y que muchos otros también. Sin más, aceptar eso fue mi primera renuncia.
De las veces que la ha presentado, ¿ha sentido una especie de conexión con su pasado? ¿Cómo fue?
Más que con el pasado, conecto con algo muy metido en mi memoria corporal y sensible pero traído al presente. Hacer aparecer algo que no está o que ya no es como era antes, con las ausencias y el vacío que se genera.
Hay un juego entre habitar ese espacio, llenarlo y vaciarlo para hacer ver o aparecer otras cosas, imágenes o sensaciones. Al ubicar al público de manera circular alrededor mío, es un momento íntimo compartido.
El público puede verme a mí pero también a otres observando y transitando esa experiencia. Lo siento como una congregación de pasados y de historias.
Asimismo, ¿qué le ha expresado el público acerca de “La Renuncia”?
Los comentarios fueron muy variados, muchos me expresaron que se emocionaron en algún pasaje. Hay momentos que logro poder ver esas caras que me acompañan.
Cada uno hace su propio viaje, su propia renuncia a no sé qué. Si logro que se sientan incluidos dentro de esto que yo propongo, me quedo satisfecho. Son pocos los datos previos, sólo un título, un bailarín, un objeto y la danza. Mientras más interpretaciones o emociones aparezcan, para mí mejor.