“Al este y al oeste, llueve y lloverá; una flor y otra flor celeste del Jacarandá. La vieja está en la cueva, pero ya saldrá, para ver que bonito nieva, del Jacarandá”, esboza una de las estrofas de “Canción del Jacarandá”, interpretada por la escritora argentina María Elena Walsh.
El árbol fue la fuente de inspiración de la también poetisa, quien junto a Palito Ortega creó en 1966 la melodía para homenajear al conocido científicamente como Jacarandá Mimosifolia.
En el mes de noviembre, esta especie aparece de una manera llamativa y exultante, vistiendo de color azul- violáceo a la Capital Federal.
La historia del Jacarandá
El nombre de Jacarandá, significa fragante y proviene de las Selvas de montaña en el noroeste argentino. Sin embargo, también se encuentran en Bolivia, Brasil y Paraguay. Por las condiciones climáticas del invierno, pierde sus hojas y florece en noviembre. A finales del siglo XIX, fue incorporado al paisaje urbano por el diseñador francés Carlos Thays, quien realizó la mayor parte de sus obras en Argentina.
El Jacarandá fue declarado distintivo de la Ciudad en 2015 por la Legislatura Porteña. Es que constituye un verdadero espectáculo, no solo para les que viven en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) sino también para les turistas.
Según señala el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, en su Plan Maestro para el Arbolado, “se encuentra en el séptimo lugar de las especies más comunes”.
Su presencia engalana rincones
Sus flores, con tonos lilas y celestes intensos, embellecen las veredas, plazas y parques de la ciudad. Algunos de los sectores donde más se aprecia su florecimiento son: Plaza San Martín; Avenida 9 de Julio; Recoleta; Avenida Figueroa Alcorta; Bosques de Palermo; Plaza Italia; Avenida del Libertador; Costanera Sur, entre otros espacios.
La floración, que en la mayoría de los árboles pasa desapercibida, en el Jacarandá es evidente. La misma se origina a partir de una particularidad: el nacimiento de sus flores antes del de sus hojas. Recién cuando empiezan a caer las flores, brota el verde. Si florecieran al mismo tiempo se atenuaría su impacto visual.
Cabe destacar que en Buenos Aires hay 421.718 árboles, de los cuales 367.157 están en las calles y 54.561 en espacios verdes, según el último censo fitosanitario realizado en 2018.
El violeta viste las calles
El icónico árbol, cuya altura puede alcanzar los 30 metros de altura, pertenece a la familia de las bignoniáceas. Estos son típicos de la América intertropical y subtropical.
La copa del jacarandá es poco densa y se asemeja a un cono invertido. Por su aspecto, son muy codiciados en jardinería. El más común es el Jacarandá Mimosifolia. Otra especie cultivada extensamente es el Jacarandá Copaia, cuya madera es importante para la construcción debido a la longitud de su tronco.
Además, la decocción de las hojas del imponente y colorido árbol, también tiene uso medicinal. Esto se debe a que se implementa como antiséptico y antibacteriano.
No existe manera de no dejarse enamorar por los Jacarandá, cuyas hojas de tono violáceo maravillan y podrán admirarse hasta diciembre. Este árbol es como esa novia que se deja esperar en el altar, que sonríe, florece anualmente para darnos toda su fastuosidad.