El pasado 20 de octubre llegó a la gran pantalla Black Adam. Un estreno esperado con ansias porque es la presentación de un personaje inédito y el comienzo de una nueva era en el universo DC. Desde el 2007, Dwayne «La Roca» Johnson se empeñó en hacer este personaje y ha puesto mucha pasión en construirlo a pesar que eso no se divise en su interpretación.
Dirigida por Jaume Collet-Serra, un director barcelonés conocido en los últimos años por películas como la reciente Jungle Cruise o la genial primera película de la saga de la niña asesina, La huérfana. Sin embargo, en esta oportunidad no se vislumbra su sello personal, y la dirección carece de identidad propia.
El film muestra a un antihéroe que hace 5000 años heredó sus poderes de un hechicero. Desde un principio se deja en claro que estos atributos no son un don, sino una maldición y que él no era realmente quien se los merecía. Destruir y vengarse son casi las únicas pasiones que movilizan a este poderoso ser.
Caracterizado por el egocentrismo, sólo se conmueve por sí mismo y por la gente que él quiere. Una vez revivido por accidente, se encontrará en su hogar, el cual le resulta casi irreconocible. Su lugar natal en el presente está controlado y militarizado por invasores modernos. Se trata de un personaje oscuro con una baja cuota de gracia y poca expresividad. Además de repetitivo, se distingue por remarcar durante toda la película que es un ser impulsivo.
El film tiene un principio interesante en sí, y con mucha violencia que se irá diluyendo, así como la historia de su protagonista. A la falta un trasfondo sólido, se suma que posee muchos límites y referencias; y cuenta con ciertos detalles poco creíbles o mal resueltos. Un ejemplo de ello es cuando encuentran una corona milenaria con poderes maléficos. La misma se presenta como un trofeo de búsqueda de las clásicas películas de Indiana Jones, lástima que fuese tan fácil encontrarla en cinco minutos, flotando abiertamente en el interior de una montaña.
La presentación de cuatro nuevos héroes
Por otro lado, la aparición de la “Sociedad de la Justicia de América” no se puede decir que salven la película. Sin embargo, sus personajes resultan más simpáticos y empáticos.
El diseño de estos nuevos personajes es bueno, transportados de los cómics a la pantalla con gran acierto. Donde el Hombre Halcón (Hawkman) de Aldis Hodge está mejor desarrollado que su personaje antagonista, el mismo Black Adam. Estos personajes resultan llamativos, pero, a la vez, son una incógnita en realidad. Esto se debe a que otra vez falta historia. Desafortunadamente, se cuenta muy poco de sus orígenes. Doctor Destino (Dr. Fate), en manos de Pierce Brosnan está muy bien representado, su trabajo resulta empático y carismático.
Ciclón de Quintessa Swindell, cuya estética es muy llamativa, tiene una personalidad misteriosa que da ganas de conocer más. También está el actor Noah Centineo como Atom Smasher. Da vida a un personaje bastante torpe que aporta algunos momentos de complicidad y humor básico. Este héroe luce muy similar a Deadpool, tanto en personalidad como en su máscara y traje.
Black Adam, una película que se arma desde fuera hacia dentro
Es un film entretenido de poco más de dos horas, con mucha acción a luz del día, y con un personaje principal con un llano de personalidad. Pero, en la obra hay algo que sí sobresale: los efectos especiales. Estos salvan la película, aunque por momentos lucen abrumadores.
Las escenas de lucha, carentes en su mayoría de tensión, son a cámara lenta y filmadas desde distintos ángulos, algo que permite al espectador sumergirse en ellas y apreciarlas al detalle. En un principio resultan hasta originales, aunque recuerdan en ciertos momentos a otro film de mucha estética como fue 300 de Zack Snyder. Y cada una de estas luchas épicas está supuestamente enmarcada en canciones clásicas del rock, tanto movidas como baladas. Algo que termina sonando bastante kitsch y desafortunado ya que recuerda a lo visto en Escuadrón Suicida o Guardianes de la Galaxia.