Por Lic. Daniela Aza, influencer en temas de inclusión y discapacidad @shinebrightamc.
Un Estado ausente. La angustia de no poder participar de la sociedad. Mejor dicho, no ser parte. Esta es la dura realidad de la cual como persona con discapacidad soy testigo desde que tengo uso de razón.
Hoy, a través de la falta de pago a los distintos prestadores que colaboran con nuestro desarrollo, puedo notar los resultados de un sistema que excluye y vulnera un derecho fundamental; el derecho a la salud, el cual resulta clave para nuestra independencia y autonomía. Sin duda, generando incertidumbre y angustia en la vida de tantas personas con discapacidad y sus familias y, por supuesto, en aquellos profesionales que no son reconocidos como deberían.
«La discapacidad, una deuda pendiente»
Y, aunque no podemos dejar de reconocer las responsabilidades que cada dirigente tuvo a lo largo de los años para facilitar nuestra inserción en la sociedad; tampoco debemos olvidar que esta lucha es solo la consecuencia de una larga y dura historia de exclusión; estigmatización y marginación. La discapacidad es una deuda pendiente que como sociedad debemos asumir a través de políticas públicas que nos permitan ser parte de la misma, sin barreras ni obstáculos.
A pesar de que representamos el 10,2% de la población en Argentina, y de ser la mayor minoría del mundo, no solo seguimos ausentes en la mayoría de los ámbitos y discursos, sino que permanece un entorno discapacitante que no establece los apoyos e iniciativas necesarias para nuestra plena inclusión.
En ese marco, una de las pruebas de ello son las protestas que se llevan a cabo a raíz de la violencia ejercida sistemáticamente mediante la ausencia y demora de pagos a quienes toman la responsabilidad de cuidar nuestra salud.
Por una inclusión verdadera
Poder ser parte de la sociedad no debería ser un privilegio ni una oportunidad. Es un derecho. Es hora de respuestas, momento de apostar a una verdadera inclusión sin grietas ni consignas vacías y con igualdad, en un mundo que es el mismo para todas las personas.
Por ello, resulta urgente desterrar aquella idea de que la discapacidad es solo un asunto individual y que no le compete a la sociedad. Por el contrario, la discapacidad es construída a través de las barreras y obstáculos que se imponen y, por ende, resulta ser un asunto social.
Solo si aceptamos que la discapacidad forma parte de la diversidad podremos tener un futuro más inclusivo. Porque, a fin de cuentas, no podemos concebir la discapacidad sin los obstáculos del entorno que la habilitan.