El 31 de agosto es una de las fechas gloriosas de Vélez. Mientras que esta noche recibirá a Flamengo por la semifinal de la Copa Libertadores; se cumplen 28 años de la obtención del torneo internacional más importante de América, de la mano de Carlos Bianchi.
Aquella noche de 1994, en el Morumbí, el Fortín cayó por 1-0 frente al Sao Paulo de Telé Santana. Tras haber ganado por el mismo resultado en la ida disputada en Liniers, festejó en los penales y alzó la primera Copa Libertadores, su primer torneo internacional.
Carlos Bianchi, un antes y un después
Carlos Bianchi dejó una huella enorme en Vélez, tanto como futbolista y como entrenador. Es el máximo goleador histórico del club de Liniers con 206 goles y fue campeón del Nacional 1968; en lo que fue su único título en su etapa como jugador.
Tras lograr su primera estrella, Vélez esperó 25 años para volver a dar una vuelta olímpica. Y esa sequía la cortó de la mano del Virrey, quien comenzó su etapa como entrenador del Fortín el 21 de febrero de 1993. Aquella tarde, Vélez venció al Deportivo Español como visitante por 2-0 con un doblete de Omar “Turco” Asad en la primera fecha del Clausura.
Meses después, el Fortín se consagró campeón de dicho torneo y ese título fue clave para la década dorada. Fue la base, ya que le permitió disputar la Copa Libertadores después de 14 años de ausencia. El Fortín también conquistó América que le garantizó jugar la Intercontinental, en donde venció a Milán.
Un grupo complicado
La primera prueba para el Fortín era superar la fase de grupos, en donde integró el Grupo 2, junto a Boca; Cruzeiro y Palmeiras. Parecía un examen complejo para el equipo comandado por Carlos Bianchi; ya que fue considerado como el “grupo de la muerte”.
Vélez terminó en el primer lugar, venció 1-0 a Palmeiras y 2-0 a Cruzeiro como local y 2-1 a Boca en la Bombonera. Igualó 1-1 frente al Celeste y al Xeneize, y cayó por 4-1 frente al Verdao. El Boca de César Luis Menotti finalizó último y los dos equipos brasileños pasaron de ronda junto al Fortín.
Sufrir en los penales para alcanzar su primera final internacional
Para llegar a la final, Vélez definió por penales en dos de las tres instancias decisivas. En octavos, igualó en el Centenario 1-1 frente a Defensor Sporting. Héctor Almandoz puso en ventaja a la visita y Julio De Souza igualó para la Viola.
La vuelta en Liniers terminó 0-0, en aquel momento no se convalidaba el gol fuera de casa. Con el global igualado, se definió desde los 12 pasos. El Fortín se impuso por 4-3 y José Luis Chilavert fue una de las figuras al atajar dos disparos.
En los cuartos fue la única instancia en la que Vélez sentenció la llave en los 180 minutos. En la ida se trajo un empate sin goles frente a Minervén de Venezuela. La revancha en el José Amalfitani fue triunfo por 2-0 con los goles de José “Turu” Flores y del Turco Asad.
Las semifinales fue otra llave dura para el equipo del Virrey. En frente estaba Junior de Carlos Valderrama. En Barranquilla, el Rojiblanco se impuso por 2-1 con un doblete de Iván Valenciano y para Vélez igualó José Flores.
Una semana después, se disputó la revancha en Liniers, en donde el Fortín venció por 2-1 con los tantos de Christian Bassedas y del Turu Flores. Mientras que Valenciano igualó la serie y se definió por penales.
La definición tuvo un final dramático y con un José Luis Chilavert que se hizo gigante dentro del arco. En el quinto penal de la serie, José Pazo le atajó el disparo al Turu Flores y parecía que el sueño del Fortín se apagaba.
Pero el arquero guaraní le dio vida a Vélez tras contener el tiro de Héctor Méndez. Pepe Basualdo marcó el 5-4 y Ronald Valderrama, hermano del Pibe, estrelló la pelota en el palo derecho. De esta forma, Vélez consiguió el boleto a la final.
Vélez campeón de América en el Morumbí
Siete días después de lograr la clasificación a la final, se disputó la ida en un José Amalfitani que explotaba. El equipo de Carlos Bianchi buscaba la hazaña frente al temible Sao Paulo. El equipo paulista era el vigente bicampeón de América y del mundo. Además, tenía a tres campeones del Mundial de Estados Unidos con la Verdeamarelha: Zetti; Cafú y Muller.
El dueño de casa se quedó con el partido de ida por 1-0 con gol de Omar Asad, que festejó con un bailecito que quedó en la historia. El 31 de agosto se definía quién era el mejor de América.
Pasada la media hora de juego, San Pablo logró igualar el global. El único gol del partido fue de Muller de penal, tras una falta del Pacha Cardozo, quien fue expulsado en la segunda mitad. Con un hombre menos, el equipo de Liniers aguantó y una vez más tenía que definir desde los penales.
La serie la abrió Roberto Trotta y puso arriba a Vélez que siempre estuvo en ventaja, ya que Chilavert atajó el primer penal, ejecutado por Palhinha. El mismo Chilavert aumentó la diferencia y estuvo cerca de detener el disparo de André Luiz. El Fortín volvió a sacar diferencia de dos, tras el disparo de Flavio Zandoná.
Müller, otra vez, le ganó el duelo al paraguayo. Almandoz marcó el 4-2 y Euller achicó la cuenta. La Copa estaba en los pies de Tito Pompei, quien remató cruzado arriba, la pelota pegó en el travesaño y terminó adentro del arco.
Vélez logró la hazaña de gritar campeón en el Morumbí. Fue el primer equipo argentino en levantar la Libertadores en Brasil. Obtuvo su primer título a nivel internacional y consiguió el pasaje a Japón, donde tendría otro duro desafío: vencer al Milán de Fabio Capello. Finalmente, el Fortín se cosió la estrella dorada en la camiseta.