En pleno corazón de Bruselas, un día como hoy de 1914, o según la página de la cancillería belga: “El día del primer bombardeo alemán sobre la ciudad”, nació Julio Florencio Cortázar. De padre embajador, al finalizar la guerra, la familia completa retornó a Argentina y se instaló en Banfield. Décadas más tarde, Julio volvería a Europa, más específicamente a París, esta vez como becario. En la Ciudad de la Luz, el amante de las letras y el jazz exploraría sin tapujos todos los rincones del sexto arte.
Maestro, profesor en Letras, traductor y escritor, Julio Cortázar constituye una de las plumas más trascendentales de la literatura argentina. Con un estilo peculiar y una prosa abundante, que por momentos muta en poesía; el autor de Rayuela edifica mundos donde la realidad se deforma hasta absorber las anomalías como parte de la cotidianeidad.
Rayuela, su obra más popular, cambió para siempre la manera de escribir novelas. No obstante, es un libro exigente y un tanto espinoso. Cuentita de alma, en su trabajo se pueden encontrar incursiones en todo tipo de género. Entre sus compilados se destacan títulos como: Bestiario (1951); Final del juego (1956); Las armas secretas (1959); Todos los fuegos el fuego (1966); Octaedro (1974) y Deshoras (1982).
A continuación, una lista de diez cuentos, incluidos en las obras mencionadas anteriormente, que sirven como puerta de entrada al universo de Cortázar y su realismo mágico.
La salud de los enfermos
Como uno de los personajes lo define en un momento, “una comedia piadosa” donde una familia urde una infinita serie de mentiras. La historia se desarrolla en torno a la muerte del hijo más joven de una madre con una salud delicada y fluctuante. Para evitar que su estado empeore, tíos, hermanos, e incluso la novia del fallecido deben crear un universo paralelo; así, a través de cartas, llamadas y noticias falsas tejen una realidad en la que el muchacho jamás murió. Aquí, Cortázar no utiliza demasiados recursos mágicos, sino que juega con las relaciones humanas, el instinto materno y la ambigüedad de la verdad.
La señorita Cora
A partir de un acontecimiento tan corriente como una cirugía por apendicitis, Julio construye una historia que desafía todos los límites de la narrativa. El texto abandona sus líneas de diálogo y reglas de puntuación para fusionarse hasta ser todo una misma cosa. Sin marcas ni cortes que ayuden a quien lee a reconocer al narrador; la historia retoma los pensamientos del personaje anterior para construir la versión del siguiente. Con una temática tan simple como el primer amor y la potencial obsesión, los personajes bailan al ritmo de Cortázar, como si fuera – y en cierto punto lo es- un titiritero.
El río
Un relato corto, de no más de seis páginas, pero impregnado desde la primera oración del estilo de Cortázar. El narrador realiza un monólogo alrededor de un mismo pensamiento: una discusión que tuvo con su esposa. A lo largo del cuento las descripciones imprecisas y la línea difusa entre los tiempos donde suceden las acciones invitan a sacar conclusiones propias. El final le pone el broche de oro a una sucesión de hechos magníficamente contados.
La Autopista del Sur
Un narrador omnipresente que abusa de sus múltiples ojos para vulnerar la privacidad de un grupo de personas atrapadas en un embotellamiento sin fin. La habilidad del autor para presentar tan naturalmente la irrupción de lo fantástico en la vida corriente deja, una vez más, la certeza que se está ante una de los mejores cuentistas que han existido. Cortázar toma la carretera saturada de Francia y la vuelve una captora. La circunstancia crea una especie de sociedad silvestre en donde sus habitantes conviven, mueren, se enamoran y hasta pierden sus nombres; ahora se llaman como el modelo de auto que conducen y el clima los envuelve y los pasea por las cuatro estaciones. Un relato que hurga en las relaciones, la pérdida de las estructuras de contención, el paso del tiempo, la fragilidad de los vínculos y el instinto de supervivencia humano.
El otro cielo
Tal como otros relatos de Todos los fuegos el fuego, «El otro cielo» presenta un protagonista que es un poco viajero entre tiempos. La historia entra y sale, va y viene, hace y deshace varios espacios a la vez. Con un narrador que bien podría estar confesándose con un amigo, Cortázar construye una experiencia donde quien sostiene el libro siente que está viéndolo todo con sus propios ojos. La dosis justa de imágenes visuales y referencias a sitios reales invitan a sumergirse en un Buenos Aires que también es París. En un contexto de guerras y dictaduras, el personaje principal recorre el bajo mundo de las galerías, la pasión y los burdeles; mientras resiente su pertenencia a la vida común y corriente. Un cuento lleno de picardía de parte del autor, donde el hilo conductor lo trazan los asesinatos de un Jack el Destripador parisino.
Los venenos
Lleno de un aire nostálgico e inocente, Cortázar nos agasaja con un vistazo a su infancia en Banfield. La historia sigue las aventuras de un niño que encuentra fascinación por una máquina fumigadora. De esta forma, la invasión de hormigas en el jardín traza un sutil paralelismo con los sentimientos románticos que el protagonista comienza a desarrollar hacia su vecina, Lila. Un relato cargado de simpleza que no por eso deja de ser cautivador. Una vez más, el autor reincide en temáticas como el primer amor, la decepción y la construcción de la manera en que percibimos lo que nos rodea.
Circe
En palabras de la escritora argentina Mariana Enríquez, “Circe es un cuento de terror”. Una historia relatada por un narrador poco confiable que por momentos parece inventar, o imaginar, lo que no sabe con certeza. «Circe» sortea los lugares comunes de lo siniestro y evade la categorización total, convirtiéndose en un cuento turbulento. El uso de palabras estéticas para describir situaciones cargadas de oscuridad marean y confunden la lectura. Cortázar retoma la imagen de esa hechicera mitológica que convertía los hombres en cerdos; la invita al presente y la viste de bruja; o de loca. Incluso el final es más una suposición que un desenlace, ¿ha matado esta joven a todos sus novios?
Lejana
La historia invita a espiar el diario personal de Alina Reyes, una mujer que ha nacido y crecido en la clase alta argentina. La protagonista comienza a tener alucinaciones y de a ratos demuestra un comportamiento un tanto desolador. El relato transita la congoja compartida que Alina siente cuando su alma se desdobla hasta fusionarse con su otra yo, una mendiga de Budapest. Finalmente, la protagonista convence a su flamante marido de pasar la luna de miel en la capital húngara, y parte en búsqueda de su doble.
Las ménades
Revisitando una vez más la mitología, el título recuerda a aquellas discípulas del dios vinícola, Dionisio. Las ménades eran mujeres que comían vivas a sus víctimas, inducidas por el delirio que experimentaban en las interminables fiestas de su líder, llenas de hedonismo y locura. Tal como las caníbales de los mitos, los personajes del cuento comienzan a perder el control tras presenciar un concierto sinfónico magistral. Un relato en donde el narrador no deja de hacer guiños, juegos de palabras y comentarios que encasillan a la mujer como un ser biológicamente propenso a entregarse al estado de histeria. El paralelismo con la cultura de la idolatría y el fanatismo hacen de esta historia una lectura más que interesante.
Axolotl
De la misma naturaleza que Lejana, «Axolotl» es un texto que se suele encontrar en las currículas escolares, pero que no por eso pierde su gracia. La trama se desarrolla a través de la mirada de un niño que se ve fascinado por un pequeño anfibio mexicano, llamado axolotl. El relato navega por las conocidas aguas de la transmutación, la obsesión y la infancia; temáticas que parecen las favoritas de Julio. La preparación del lector y las lectoras a lo largo de los párrafos nunca es suficiente para el estupor, y si se quiere horror, que genera su desenlace.