Aunque el mundo entero la haya conocido como Teresa de Calcuta, su verdadero nombre fue Agnes Gonxha Bojaxhiu. El sobrenombre Teresa surgió por su admiración a Santa Teresita de Lisieux, una santa católica.
Desde 1998, a través del decreto Número 982 de la segunda presidencia de Carlos Menem, en Argentina se celebra el “Día Nacional de La Solidaridad”; el mismo día del nacimiento de una de las personalidades más influyentes del siglo XX. Este día tiene como propósito concientizar, promover el respeto y la colaboración hacia el prójimo.
¿Quién fue Teresa de Calcuta?
Nacionalizada hindú y condecorada con un Premio Nobel de La Paz (1979), Teresa de Calcuta dejó en la humanidad varios legados. Entre ellos, y por el que más se la recuerda, es por el servicio hacia las personas infectadas con lepra y de bajos recursos.
La misionera se crió en el hogar de una familia católica albanesa y su vocación humanitaria comenzó a los 12 años. A los 18 años decidió ser monja y viajó a Irlanda para unirse a la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta.
Nació en Uskub, actual Skopie, Macedonia del Norte, el 26 de agosto de 1910; y murió el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India. Alcanzó a vivir 87 años de pura vocación, hasta que falleció por problemas pulmonares y cardiorrespiratorios. Tras su muerte en 2003 fue beatificada por San Juan Pablo II. Posteriormente, se aprobó su canonización en 2016, está vez a cargo del Papa Francisco. Para que esto fuera posible, la Congregación para las Causas de los Santos debió reconocer como un milagro la sanación, en 2008, de un fiel brasileño que se encontraba en estado terminal. Se adjudica su recuperación al pedido de intercesión realizado a la Madre Teresa.
“Aquí la gente conoce del hambre, la pobreza y el frío”
Teresa de Calcuta visitó Argentina en dos oportunidades, julio de 1979 y de 1982. El cronista fotográfico Jorge Quiroga fue uno de les fotógrafos que captaron los instantes de su presencia en Zárate, Provincia de Buenos Aires. En aquel sitio, ofreció una rueda de prensa en una de las casas del barrio La Carbonilla.
Además, visitó Villa Angus y Villa Ciriaco (ambas ubicadas en Zárate). En sus declaraciones, una de sus frases más contundentes fue: “Aquí la gente conoce del hambre, la pobreza y el frío”.
Arribó a media mañana rodeada de custodios y autoridades de la Iglesia Católica. Todes querían estar cerca de ella para observar su figura frágil, pequeña y vestida con el tradicional hábito blanco de color celeste. Les presentes que creían que no gozaba, en ese momento, de buena salud, se encontraron con una mujer cuya fuerza radicaba en la fe por Cristo y en el amor por el prójimo.
En octubre de 1979, durante su primera visita, la religiosa pasó desapercibida. Según el relato del periodista especialista en temas religiosos, Sergio Rubin, una de las anécdotas más importantes fue cuando se perdió en el aeropuerto de Ezeiza; Teresa salió airosa de la situación y tomó un taxi sola hasta la Nunciatura Apostólica. Rubín fue el encargado de entrevistar a la Santa y narrar el día que arribó a nuestro país.
Hacia el año 1982, Teresa de Calcuta retornó a Argentina. En esa oportunidad, recorrió algunos predios y ciudades, entre ellas La Plata.
La huella de Teresa en Argentina
La Madre Teresa además fue maestra y enfermera. Quería que su obra se expandiera por el mundo y Argentina fue uno de los países donde logró hacer realidad su ideal. En 1979, decidió que en Zárate sería la piedra angular y levantó la sede de la Congregación de Misioneras de la Caridad. Para el año 2004 el Obispado de Zárate-Campana decretó instaurar su advocación en la parroquia María de Nazaret, situada en Sargento Cabral 1960, Zárate.
En la advocación, las misioneras, seguidoras de la religiosa, siguen su ejemplo. Ayudan a personas refugiadas, enfermas, con problemas de salud mental, abandonadas, mayores, lisiadas y huérfanes, sin importar su creencia religiosa.
En su recorrido por Argentina, Teresa de Calcuta fundó otra casa en las periferias de Mar del Plata. Cada rincón que conoció, sirvió para que su labor se multiplicara. Siempre fue directa, frontal y sincera, esa que se atrevió a responderle a un periodista norteamericano al opinar sobre su voluntariado: “¿Por qué hace esto usted?, yo no lo haría ni por un millón de dólares”; a lo que la Madre Teresa contestó: “Ni yo. Lo hago por Jesús”.