Desde el 3 de agosto, a lo largo de ocho miércoles, padre e hija se suben por primera vez juntos a las tablas. En un show musical, intervenido por momentos poéticos, Julieta Díaz y Ricardo Díaz Mourelle protagonizan «El Oficio de dar». Una obra que invita al público a cortar la semana con un conglomerado de sentimientos, ideas y experiencias; una propuesta tan original como emotiva.
La afamada actriz vuelve al teatro para explorar otra faceta de su carrera. El espectáculo es parte de la programación de la nueva edición del Ciclo Agosto Poético; un ciclo que tiene lugar en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación. La cita es todos los miércoles de agosto y septiembre a las 20 h, en Av. Corrientes 1543, CABA.
Julieta Díaz, en un momento de madurez personal y profesional, va demostrando los matices de su talento. Ya hace mucho que tenía la idea de llevar a escena unos elementos muy atesorados en su seno familiar: la poesía y el canto. Desde chiquita fue adquiriendo la pasión por estas dos expresiones artísticas: su padre es actor, poeta y cantor.
Fue justamente él quien, entre canciones propias y de otros compositores, la llevó al terreno musical. En su casa siempre resonaron melodías en guitarra y bombo, instrumentos que su padre maneja muy bien. A manera de maestro también la fue introduciendo al mundo de la poesía, trasladando no solo su pasión personal sino también una sabiduría muy importante: la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita.
La música en la sangre
Lo que llega hoy al escenario es un espectáculo musical poético, muy bien equilibrado entre la palabra y la música. Un show de puesta muy sencilla, pero muy conectado con las raíces musicales del país. Ambos son esos artistas con la cualidad de emocionar, no por grandes voces, sino por saber transmitir a través de sus interpretaciones.
La propuesta es un puñado de tradicionales y canciones propias que abarcan varios estilos representativos de la cultura argentina. En el repertorio, encontramos canciones conocidas por el público como: “La pobrecita” y “El arriero”, de A. Yupanqui; “Triunfo agrario”, de César Isella y A. Tejada Gómez; “Zamba de Juan Panadero”, de Manuel J Castilla y Gustavo Leguizamón; “De fiesta en fiesta”, de Carlos Carabajal y hermanos Ríos; y “Inconsciente colectivo”, de Charly García.
El singular repertorio se complementa con temas propios como: “Soñamos soles”, “Jóvenes perpetuos”, “Diciembre del 2001”, y “Tiempo celeste”, de Ricardo Díaz Mourelle. Más “Luz de río”, y “Rojo”, composiciones de Julieta Díaz y Diego Presa. Estas ricas melodías se van intercalando entre anécdotas familiares, como cuando Julieta recuerda que su abuela era cantante profesional y se retiró de las tablas para criar a sus hijos.
Aún así, la abuela de Díaz nunca olvidó su pasión por la música e intercalaba sus trabajos de hogar con el canto. Como cuando salía a colgar la ropa a la terraza y cantaba en voz alta, siendo aplaudida por todos los vecinos. De esta manera, Julieta y su padre suman al íntimo espectáculo la cuota de nostalgia. Además, en El Oficio de dar, la dupla recita tanto poesías propias como de autores. Entre elles: Atahualpa Yupanqui, Juan Gelman, Juana Bignozzi y Juan L. Ortíz.