Si bien el cambio climático afecta a todo el planeta, su impacto se distribuye de un modo que profundiza la desigualdad. En este sentido, las personas más vulnerables son aquellas más desfavorecidas. Las mujeres son mayoría entre estos colectivos y, como tales, sufren de forma acentuada sus efectos negativos.
Según ONU Mujeres, “las mujeres son más vulnerables al impacto del cambio climático que los hombres, ya que constituyen la mayoría de la población pobre del mundo y son más dependientes de los recursos naturales que están bajo la amenaza del cambio climático”.
El rol de las mujeres
Ya en el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), sobre impactos y vulnerabilidad, se destacaba el efecto del género. Allí, entre otros aspectos, se menciona que los hombres y mujeres se ven afectados de forma diferente en todas las fases del desastre.
A su vez, explica que se ha demostrado que los desastres naturales resultan en un aumento de la violencia de género, y trastornos de estrés postraumático en mujeres. Y también, que las mujeres contribuyen en la disminución de estos impactos, a menudo de forma informal participando como agentes de cambio social.
En este sentido, según ONU Mujeres, la crisis climática no es «imparcial en cuanto al género». Como el cambio climático agrava los conflictos en todo el mundo, las mujeres y las niñas son más vulnerables a todas las formas de violencia de género; incluidas la violencia sexual relacionada con los conflictos, la trata de personas, el matrimonio infantil y otras formas de violencia.
El impacto de la desigualdad
Al respecto, según un informe del Programa De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo (PNUD), en las catástrofes climáticas ocurridas entre 1999 y 2019 murieron seis mujeres por cada cuatro hombres. En esta misma línea, después de la catástrofe, las mujeres son también las que tienen más riesgo de no poder alimentarse adecuadamente.
La economía de las mujeres también sufre, porque pierden sus medios de subsistencia o tienen que dedicarse a la atención de herides. Las agricultoras, por ejemplo, producen más del 45% de los alimentos en los países en desarrollo. Las sequías, inundaciones y otros fenómenos les afectan más que a los varones.
Además, de acuerdo con las investigaciones, las temperaturas extremas incrementan la incidencia de la mortinatalidad; y el cambio climático favorece la propagación de las enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria, el dengue y el virus de Zika. Estas afecciones están estrechamente relacionadas con peores resultados en cuerpos gestantes y neonatales.
Otras desigualdades
Si bien las mujeres y las niñas experimentan efectos desproporcionados del cambio climático a nivel mundial, estos no son uniformes. Si analizamos el cambio climático desde la perspectiva del feminismo interseccional, y la manera en que las distintas formas de desigualdad a menudo operan juntas, los resultados son diferentes para cada grupo.
Resulta claro que los riesgos del cambio climático son particularmente graves para las mujeres y las niñas indígenas y afrodescendientes; las mujeres de mayor edad; las personas LGBTIQ+; las mujeres y las niñas con discapacidades; las mujeres migrantes; y aquellas que viven en las zonas rurales o menos desarrolladas, propensas a los desastres y los conflictos.
Los impactos del cambio climático son variados y nada homogéneos. Si pensamos, por ejemplo, en el impacto del huracán Katrina (2005), hubo factores determinantes. Entre ellos: la pobreza, la pertenencia a una minoría étnica, la edad, la discapacidad o el género.
Al respecto, Matcha Phorn-In afirma que «si eres invisible en la vida diaria, tus necesidades no serán consideradas, mucho menos atendidas, en una situación de crisis». Matcha es feminista y defensora de los derechos humanos. Hace años trabaja con el fin de empoderar a las personas LGBTIQ+ y las niñas indígenas de Tailandia.
Referentes
En América Latina y el Caribe existen referentes que trabajan para modificar tanto la situación de las mujeres como del medio ambiente. Un ejemplo inspirador fue Berta Cáceres, asesinada por defender la causa ambiental y los territorios ancestrales. Su hija, Laura Zúñiga, continúa la lucha de su madre.
Inspirador es también el trabajo de Daniela R. Gutiérrez con la siembra de árboles en Cochabamba, Bolivia; así como la lucha por reducir la pobreza de las mujeres maya de Graciela Coy.También podemos mencionar los esfuerzos de Mercedes Pombo en defensa del ambiente y los derechos humanos en Argentina; y Astrid Puentes, abogada medioambiental de Colombia-México.