Luego de una recaída histórica desde los 70 hasta el 2001, la red ferroviaria está en recuperación de importantes capacidades. El redespliegue se acelera en los últimos meses y la reinauguración de ramales de Trenes Argentinos es una situación común en distintos puntos del país.
El Plan de Modernización del Transporte Ferroviario es el proyecto más ambicioso que encaran de forma conjunta el Ministerio de Transporte de la Nación y el titular de Trenes Argentinos Infraestructura y Operaciones. El programa consta de la instalación, extensión, renovación y modernización de líneas ferroviarias a escala nacional.
“El sistema de transporte ferroviario tiene que ser una política de Estado”, planteó a Radio Nacional Córdoba Martín Marinucci, presidente de Trenes Argentinos. A su vez, agregó: “La vuelta al tren significa el retorno de una forma de vinculación territorial”.
Redespliegue federal
El pasado viernes 5 de agosto fue multitudinario el festejo santafesino por la reinauguración del servicio de pasajeros Rosario-Cañada Gómez, que había dejado de funcionar hace 45 años. Fue el primer tren de cercanía que se instaló en Argentina fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) a fines del siglo XIX, y fue cerrado por la dictadura militar en 1977.
Con el regreso de la democracia se propuso reactivar el ramal, pero en los 90 fue cerrado de forma definitiva. En 2015, el Gobierno nacional había convocado a una licitación para renovar las vías, pero en la gestión de Mauricio Macri quedó sin efecto.
En las últimas semanas se concretaron y se anunciaron nuevas obras. Reactivaron el servicio Constitución-Pehuajó y, a su vez, a principios del próximo año retornará la red entre Capilla del Señor y San Antonio de Areco.
Asimismo, habilitaron el recorrido La Banda-Fernández en Santiago del Estero y se adelantó el convenio para el regreso del tren de pasajeres y cargas Posadas-Encarnación. También se confirmó el retorno del ramal Bahía Blanca-Carmen de Patagones, que permitirá unir Constitución con Bariloche después de 27 años.
Historia política de los trenes argentinos
El ferrocarril es un símbolo nacional que pone de manifiesto los intereses de los distintos procesos políticos en el país. El 29 de agosto de 1857, se desarrolló el primer tendido ferroviario arrastrado por la locomotora La Porteña.
Entre 1900 y 1910, se dio el período de mayor expansión, alcanzando en 1918 los 35.883 kilómetros. Así se consolidó la histórica red “en abanico” que partía desde mercados agropecuarios del interior con destino al Puerto Buenos Aires para la exportación de granos.
Luego, en la década del 20 la red se amplió, pero a regiones con menor desarrollo productivo y menos atractivas para el mercado. En el período de entreguerras se reforzó el carácter federal, y quedó en evidencia una inclinación a un sistema económico de sustitución de importaciones.
En 1948, el presidente Juan Domingo Perón nacionalizó la totalidad de los ferrocarriles, que pertenecían a capitales ingleses. Entonces, comenzó una etapa de competencia con el resto de los automotores: camiones y automóviles.
Para 1960, la red alcanzó su máxima expansión, pero dejó de crecer. Se había llegado a 44.200 kilómetros en total. Aún así, para los trenes de pasajeres, el esplendor se vivió entre 1967 y 1972. En ese lustro, los ferrocarriles circularon por la gran mayoría de las ciudades del país.
A partir de esas fechas, comenzó un proceso de lenta agonía hasta comienzos del corriente siglo. El último gobierno de facto frenó las obras y se desenvolvió un período de franco deterioro y falta de inversión. Esto culminó con la privatización de la explotación de las líneas por parte del ex presidente Carlos Menem.
Después de 2001, se tomó la iniciativa de recuperar el sistema ferroviario con la renacionalización de los trenes de pasajeres. La inversión estatal pasó de ser de diez millones de dólares en 2003 a 1.250 millones en 2015. Si bien actualmente el nivel de inversión se posiciona en los 430 millones de dólares, desde el año pasado se reabrieron 37 estaciones.
Debates sobre el tren y el desarrollo
En la actualidad, el redespliegue ferroviario sigue sujeto a disputas políticas. Ciertos sectores plantean que la inversión ferroviaria no vale la pena porque es costosísima y tiene poco rédito. Por su parte, otros hacen énfasis en su reactivación para beneficiar pasajeres y fortalecer el mercado interno.
Jorge Wadell, docente e investigador sobre asuntos ferroviarios, señaló que lo que se necesita es el tren de cargas para el desarrollo económico. De esta forma, se favorecería un transporte barato de mercadería para llegar a los puertos. En ese sentido, fue histórica la resolución del Ministerio de Transporte de caducar las licencias con el sector privado en trenes de cargas para fines de 2023.
La transferencia al Estado de la infraestructura ferroviaria le da la posibilidad de intervenir en términos de mantenimiento. “Cosa que no se hizo en estos 30 años por parte de las empresas privadas”, afirmó Marinucci.
La aceleración de la inversión ferroviaria guarda relación con los movimientos políticos en el gobierno. Resulta que el grueso del financiamiento para la red proviene de capitales chinos y rusos, y muchas obras estuvieron paralizadas hasta los últimos días por decisión del ex secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.
Responsable de la relación con organismos internacionales de créditos, a excepción del Fondo Monetario Internacional (FMI), Beliz entorpeció negociaciones con ambos países a pedido de la Embajada de Estados Unidos. El ingreso argentino a la Iniciativa de la Ruta y la Franja posibilitó créditos para centrales nucleares, térmicas e hidroeléctricas, satélites y trenes, que por razones geopolíticas el Departamento de Estado supo trabar por complicidad del ex funcionario nacional.