Mientras la operación militar de Rusia en territorio ucraniano sigue avanzando, la Unión Europea (UE) debate cómo enfrentar una posible profundización de la crisis energética. Mientras tanto, se acerca el invierno y la dependencia del gas ruso es el factor ineludible.
En ese marco, las graves consecuencias para Europa de la sumisión a la agenda anti-rusa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se pueden observar en lo político, social y económico.
Europa, un continente inestable ante la falta de gas
La decisión de imponer políticas de austeridad frente a la crisis y seguir bajo la estrategia atlantista en Ucrania produjo fisuras hacia el interior del bloque. La aparente unidad se va resquebrajando a medida que se desmorona la economía europea y el conflicto social se agudiza.
Hasta el estallido bélico, Rusia le proporcionaba a la UE un 40% de sus importaciones en gas; un 46% en carbón y un 27% en petróleo. Los números cambiaron, a partir de las sanciones como de los cambios en los flujos de suministro, pero la preocupación europea no. En ese sentido, la dependencia energética con Rusia, sobre todo en materia de gas, amenaza a un viejo continente cada día más inestable.
Suspensión de servicio y días de incertidumbre
La empresa gasística más grande de Rusia, Gazprom, anunció el jueves pasado que reanudó el transporte de gas por el gasoducto Nord Stream I. El servicio, que transporta el gas directamente a Alemania por debajo del Mar Báltico, estuvo cerrado durante 10 días debido a tareas de mantenimiento.
“Nord Stream ha finalizado exitosamente todos los trabajos de mantenimiento planificado en los dos hilos dentro del periodo establecido”, señaló Gazprom en un comunicado. A su vez, la compañía rusa indicó que los volúmenes de suministro de gas fueron los mismos que antes del inicio de las tareas de mantenimiento: un 40%.
La UE acusó a Rusia de utilizar el gas como estrategia bélica
Durante la suspensión del servicio, la UE alertó la posibilidad de un cierre definitivo y acusó a Rusia de utilizar el gas como estrategia bélica. “Rusia nos está chantajeando, utilizando el gas como arma”, sostuvo el miércoles pasado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. A su vez, la dirigente de la UE indicó que “Europa tendrá que estar preparada” frente a una posible interrupción total del servicio.
Por su parte, el Kremlin rechazó las acusaciones y aseguró que las restricciones impuestas a Rusia son la causa de los problemas técnicos para la entrega del gas. Según Moscú, Canadá se negaba, debido a las sanciones, a devolver una turbina que alimenta al Nord Stream I que había sido enviada a reparación. “Son estas restricciones las que impiden efectuar reparaciones de equipamiento”, manifestó el vocero de la presidencia, Dmitri Peskov.
La UE llamó a reducir el consumo de gas
El pasado miércoles, la UE pidió a los países miembros reducir su consumo de gas en un 15% hasta marzo del 2023. La medida forma parte de un plan energético frente a un eventual corte total del suministro por parte de Rusia. Si bien en principio es voluntaria, la UE busca consensuar su obligatoriedad frente a un posible escenario adverso.
No obstante, a pocos días de su anuncio, el plan de emergencia de la UE encontró resistencias y rechazos. Países como España, Portugal, Grecia, Hungría, Polonia y Chipre indicaron que no lo van aceptar. Desde la periferia de la UE enfatizan en que la planificación no tiene en cuenta las necesidades de consumo de esos países.
El presidente de España, Pedro Sánchez, calificó la propuesta de Bruselas como “ineficaz” y sostuvo este sábado que “España no puede aceptar imposiciones sin debate ni consulta”. Para el mandatario español, además, las medidas de la UE tendrían “un efecto lesivo sobre el tejido industrial, sin beneficio claro para nadie”.
El pedido del canciller alemán
Por el contrario, Alemania llamó a los países europeos a aceptar la propuesta de la UE para reducir el consumo de gas. “La solidaridad europea debe regir para todos”, manifestó el viernes el canciller germano, Olaf Scholz. “Veo las discusiones con optimismo, convencido de que primará la solidaridad comunitaria”, agregó.
El pedido de Scholz, al cual muchos países europeos ven con desconfianza debido a la supremacía alemana en la UE, es lógico. Alemania es una de las principales perjudicadas de la crisis energética global y su economía entera corre el riesgo de desplomarse si Rusia decide cortar con el suministro de gas.
En este marco, más allá de la propuesta de la UE, en muchos países de Europa empezaron las campañas de concientización sobre ahorro de energía, pidiendo “esfuerzos” a sus ciudadanos. Así, mientras que Rusia muestra signos de recuperación económica, Europa vive el efecto boomerang de las sanciones y la campaña anti-rusa que emprendió.