Sri Lanka, una isla asiática ubicada al sur de India, atraviesa la peor crisis socio-económica desde su independencia del Reino Unido en 1948. El pasado 9 de julio, la crisis se cristalizó cuando cientos de miles de manifestantes tomaron el palacio residencial.
El país asiático, que cuenta con una población de 22 millones de personas, sufrió un estallido social que quebró los cimientos del sistema político. En ese marco, el jueves pasado el presidente, Gotabaya Rajapaksa, renunció a través de un email desde Singapur, luego de escapar tras las masivas manifestaciones.
Los cortes de electricidad, el desabastecimiento de insumos básicos e incluso una alta inflación son algunos de los motivos que originaron las protestas. A su vez, las consecuencias globales del conflicto Rusia – Ucrania aceleró una crisis que la pandemia del Covid-19 había desatado.
El palacio presidencial tomado y la huida de Rajapaksa
El pasado 9 de julio, las imágenes del palacio presidencial ocupado por miles de manifestantes dieron la vuelta al mundo. El día previo, para disuadir las protestas, el gobierno había decretado el toque de queda, sin embargo, el efecto fue el contrario. Monjes budistas, así como también distintas organizaciones de la sociedad civil, encabezaron los reclamos.
Rajapaksa, ex presidente del país, logró escapar escoltado por las fuerzas de seguridad antes de que los manifestantes pudieran entrar al palacio. Primero viajó hacia Maldivas para, luego, llegar a Singapur. Desde allí, a través de un correo electrónico enviado al portavoz del parlamento, anunció su dimisión del cargo el pasado jueves.
“Es mi creencia personal que tome todas las medidas posibles para abordar esta crisis”, sostuvo el ex mandatario en la misiva. En este sentido, a su vez, Rajapaksa aseguró que los confinamientos debido a la pandemia del Covid-19 erosionaron las reservas del país.
Luego de que Rajapaksa se convirtiera en el primer Jefe de Estado en renunciar desde que Sri Lanka adoptó el régimen presidencial en 1978, el próximo miércoles les diputades deberán elegir a su sucesor. El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, (ahora presidente interino) es uno de los blancos de la ira popular, aunque también uno de los candidatos a ocupar la presidencia.
Tras la renuncia del ex-presidente, miles de personas salieron a festejar en las calles de Colombo, capital del país. El éxito de las protestas, con la consecuente renuncia de quien consideran el máximo responsable, apaciguó, por unas horas, la situación de la isla. Sin embargo, más allá de la alegría popular, la profunda crisis económica oscurece el futuro de la nación asiática.
Los números de la crisis socioeconómica
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alrededor del 80% de la población debe saltarse las comidas debido a la escasez de alimentos. En abril de 2021, el gobierno prohibió la importación de fertilizantes para impulsar la agroecología, perjudicando la producción de cultivos básicos de arroz.
A su vez, el conflicto Rusia – Ucrania hizo que los precios de los alimentos subieran considerablemente en Sri Lanka y en todo el mundo. La inflación, según cifras oficiales, supera el 47% anual, con un 60% en materia de alimentos.
Debido a la falta de entrada de divisas, con las reservas en sus mínimos históricos, Sri Lanka anunció en abril la suspensión del pago de la deuda externa (51.000 millones de dólares). No obstante, la rupia, moneda nacional del país, perdió un 80% de su valor en el último tiempo. Como consecuencia, las importaciones de los insumos básicos como alimentos, combustibles o medicamentos se encarecieron, generando una gran escasez.
El derrumbe del turismo
Sri Lanka, nación que vive en gran parte del turismo, se vio fuertemente afectada por cómo este sector se derrumbó debido a la pandemia del COVID 19. Sin embargo, la pandemia no fue lo único que perjudicó la entrada de divisas por el turismo. El atentado terrorista de 2019 también fue otro de los factores de la parálisis de ese sector como motor de crecimiento económico.
Más allá de los factores externos, una serie de malas decisiones del gobierno del país asiático agudizaron la crisis. Hace 3 años, en una nación que de por si tiene baja fiscalidad, Rajapaksa realizó la reducción de impuestos más grande de la historia: un recorte del 30%, en una país que recauda tan solo el 10% de su PBI.
Según declararon autoridades del país, para no terminar de colapsar en los próximos seis meses, la isla necesita unos 6.000 millones de dólares como salvataje. En ese marco, recurrieron al Fondo Monetario Internacional (FMI) y solicitaron una reunión de emergencia con el organismo.