La pérdida de vegetación nativa en la Amazonía brasileña, producto de la deforestación, batió un nuevo récord en el primer semestre del año. El gobierno nacional de Jair Bolsonaro avanza sobre “el pulmón verde” del planeta para favorecer la extracción de minerales y madera.
Estado de la deforestación
La deforestación en la Amazonía brasileña es una de las situaciones de mayor vulnerabilidad en Brasil. Con el objetivo de potenciar la extracción mineral y de madera, el gobierno de Bolsonaro legitima la tala indiscriminada de árboles. Según informó este viernes el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), en el primer semestre de 2022, unos 3987 kilómetros cuadrados de vegetación nativa han sido deforestados.
Comparado con el mismo semestre pero de 2018, el instituto registra un aumento del 130 por ciento de la vegetación destruida en la Amazonía. Asimismo, el secretario ejecutivo del Observatorio del Clima brasileño, Marcio Astrino, indicó que actualmente cuentan con “un área de dos campos de fútbol siendo devastados por minuto en la Amazonía”. Calculan que para fin de año la deforestación en la región superará una vez más los 10.000 kilómetros cuadrados.
En comparación con el mismo período del 2021, la actividad en la zona incrementó en un 10,6 por ciento, equivalente a 483 estadios de fútbol. El año pasado la vegetación destruida en la Amazonía representó 1120 kilómetros cuadrados. El Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonía Legal en Tiempo Real (Deter) es un dispositivo que emplea imágenes tomadas de satélites para medir la situación. Amazonas, Pará, y luego Mato Grosso son los tres Estados que más sufren la deforestación.
Impacto ambiental y social
Mariana Napolitano se desempeña como gerente de Ciencias del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Brasil. Napolitano planteó que la región se vuelve cada vez más vulnerable por la incidencia de la pérdida de árboles en la estabilidad climática. Más allá del propósito de la actividad, “es una ruta preocupante, alarmante y que necesita urgentemente ser revertida”, advirtió la funcionaria.
El deterioro de la selva se realiza a fuerza de la práctica ilegal de la minería o el comercio ilícito de la madera. La realidad es que la región amazónica es estratégica en recursos naturales porque allí se concentra el 72 por ciento de la extracción minera del país. A su vez, el 99 por ciento de la madera comercializada a escala nacional proviene de los árboles de la zona.
La deforestación lleva a la pérdida de biodiversidad en los bosques tropicales de la Amazonía. El riesgo de desertificación a gran escala en la región genera condiciones para que sucedan catástrofes climáticas, arrastrando a otros ecosistemas cercanos. Si se mantiene el ritmo de deforestación alcanzado en los últimos cincuenta años es posible que se acceda a un “punto de no retorno”. Una vez arribado a este estado, la Amazonía perdería la capacidad de renovarse y sostener sus propiedades naturales.
Responsabilidades políticas
El avance de la deforestación de la Amazonía está traccionado por los intereses económicos del gobierno de Bolsonaro. Desde que el actual mandatario llegó al poder, los índices de devastación en la selva han aumentado un 73 por ciento hasta los 13.038 kilómetros cuadrados el año pasado. Si bien la tala indiscriminada fue una política sostenida durante el gobierno del PT de Lula, con la gestión del “Capitán” las cifras marcaron nuevos récords.
El respaldo de Bolsonaro a los negocios mineros y madereros legitima la ausencia de fiscalización de la explotación de recursos naturales en la Amazonía. De esta manera, el Estado brasileño deja en manos de nadie la regulación de su propio territorio. Como resultado, también se atropellan los derechos de localidades indígenas, las cuales son arrolladas por la deforestación en un marco de transgresión total de la ley.