Las oscuras sombras del apartheid, presentes en muchas historias sudafricanas tanto del pasado como del presente, definen la narrativa de Jewel. Pero en este caso, un concepto interesante se ve empañado por una ejecución sin pulir. Dirigida por Adze Ugah, la película se encuentra disponible en Netflix desde el 8 de julio.
La producción se vuelve polarizante durante gran parte de los 85 minutos de su tiempo de ejecución. Es agresiva en muchos momentos e inerte en los siguientes. El guión de Glenrose Ndlovu intenta mezclar temas de ideales feministas, colonialismo, culpa blanca e influencia cultural no deseada.
El conflicto de las ideas liberales occidentales versus los temas sobre los roles de género, en especial los derechos sexuales de las mujeres africanas, debería crear una tensión palpable. Sin embargo, la película se vuelve pasiva en su narración, apoyándose en metáforas confusas e imágenes repetitivas que se estancan.
El apartheid y la masacre de Sharpeville
La película comienza con una breve introducción histórica sobre el régimen del apartheid en Sudáfrica. El primer minuto resume todo lo que ha vivido el país sin decir ni mostrar nada explícito. Jewel usa la discreción para mostrar dónde se encuentra la comunidad negra después de una masacre que data de 1960.
El apartheid fue un sistema de legislación que defendía las políticas segregacionistas contra la ciudadanía no blanca de Sudáfrica. Después de que el Partido Nacional llegara al poder sudafricano en 1948, su gobierno de blancos comenzó a aplicar las políticas existentes de segregación racial.
A pesar de la fuerte oposición al apartheid dentro y fuera de Sudáfrica, sus leyes permanecieron en vigor durante casi 50 años.
Durante años, muches sudafricanes optaron por protestar pacíficamente contra las leyes del apartheid. En marzo de 1960, un grupo llamado Congreso Panafricano (PAC) decidió organizar una protesta pacífica en el municipio negro de Sharpeville. El plan era que les manifestantes marcharan a la estación de policía local y pidieran ser arrestades.
El 21 de marzo, se reunieron en un desafío pacífico. Sin embargo, con el paso del tiempo, comenzaron a aparecer más efectives, junto con un número cada vez mayor de vehículos blindados. Luego, sin previo aviso, la policía abrió fuego contra la multitud desarmada.
En total, 69 personas fueron asesinadas y más de 180 resultaron heridas, la mayoría por tiros en la espalda cuando huían de la violencia. Un informe posterior indicaría que se habían disparado más de 700 balas, todas por parte de la policía.
Algunes testigues afirmaron haber visto a policías poniendo armas y cuchillos en las manos de las víctimas. De esta forma, pareciera que les manifestantes estaban armades y eran violentes.
Jewel y el amor improbable
La historia sigue a Tyra (Michelle Botes), una fotógrafa blanca que viaja por Sudáfrica tomando fotografías para revistas de viajes. Su recorrido la lleva a visitar el monumento que conmemora a las víctimas de la Masacre de Sharpeville de 1960.
Mientras recorren el monumento, Tyra y una multitud de su grupo de vacacionistas principalmente blancos y su guía turístico masculino tienen visitas. Observan a una docena de mujeres rezando vestidas de blanco. El hombre les grita en zulú que se aparten, ya que están interfiriendo con su trabajo. Ellas están orando por las almas perdidas ese día.
Dos cosas suceden cuando Tyra comienza a tomar fotografías. Primero, ve a un hombre alto acercarse a través del humo gris como metáfora del gas lacrimógeno utilizado contra les manifestantes en 1960.
En segundo lugar, ve a una hermosa mujer que reza por las almas que perdieron su vida ese día. Ella está vestida de blanco de la cabeza a los pies. Su nombre es Siya (Nqobile Khumalo) y Tyra no puede quitarle los ojos de encima.
Tropos clichés: invasión cultural y la salvación blanca
Tyra comienza a cortejar a Siya, aunque ella es una mujer que está en pareja. La fotógrafa también está entrando en una cultura de la que no sabe nada. Ella se fue hace años. Esto es el equivalente a un occidental que entra en una cultura e impone sus propias creencias e ideales sobre ellos.
Esto se grafica en la escena en la que lleva a Siya a la pista de baile. Tyra ignora sus preocupaciones sobre bailar con otra mujer. Ella disfruta de su noche de baile de todos modos.
Cuando el novio de Siya confronta a la pareja, Tyra no retrocederá. Botes muestra un atisbo de rabia producida porque un hombre quiere controlar su disfrute o el de Siya.
Lo que sucede a continuación es polarizante. Tyra es una mujer blanca cuya gente vino de Sudáfrica y su padre era oficial de policía. Esto significa que puede haber tenido algo que ver con la masacre. Ella rastrea a Siya, la acecha y viola los límites personales al encontrarla en su casa.
Tyra, incluso, comienza a ayudar a la abuela de Siya con la promesa de llevar a su nieta a Ciudad del Cabo para que sea modelo. Al mismo tiempo que expone el tema del colonialismo suma el tropo del salvador, en este caso es una mujer, blanco.
Los temas y problemáticas que aborda Jewel nunca son sólo en blanco y negro, aunque el guión no parece darse cuenta de esto. La película se hunde en temas complejos y entrelazados; para unirlos a una historia de amor que se siente forzada y poco natural cuando entran en juego distintos niveles de interseccionalidad.
Sin embargo, hay mucho que apreciar en Jewel. El tema de la diabetes es importante en Sudáfrica.
A su vez, el simbolismo del agua del río, presente en muchísimos fotogramas, aporta un sentido de espiritualidad; mientras expone cómo el dolor de una comunidad puede tardar en sanar a pesar del paso del tiempo.